Diezmo, sí… ¡Transparencia, también!

Adriana Martínez Estebanes
Adriana Martínez Estebanes

Desde hace unos meses, cuando menos en México, se nos ha solicitado dar la aportación del diezmo. Dicha colecta es una responsabilidad anual que tenemos los católicos para ayudar a la Iglesia diocesana a fin de dar cumplimiento a diversas responsabilidades como son el continuar y apoyar la evangelización, el sostén de casas de formación o seminarios, la ayuda a parroquias con menos recursos, apoyo a sacerdotes ancianos que ya no tienen familia y se encuentran solos, entre otros aspectos.

Si bien es cierto que los recursos económicos nunca sobran y más bien faltan, son necesarios para apoyar estas necesidades; también es cierto que el laico del siglo XXI, se cuestiona varias cosas antes de hacer alguna aportación. Y no es para menos ya que, como es sabido dentro del banco Vaticano, se han suscitado diversos escándalos a lo largo de los años, el más reciente en diciembre del 2023.

A pesar de que su Santidad ha llevado a cabo múltiples llamados a la honestidad, a tener un comportamiento mesurado en temas económicos e incluso emitió un decreto anticorrupción, tal parece que esto cae consistentemente en tierra de nadie puesto que, por el contrario, cada vez surgen más y más casos de la vida real donde los párrocos, sobre todo, no transparentan el manejo de los recursos financieros que obtienen, además de que siempre encuentran formas de obtener recursos que no siempre llegan a las cuentas de las parroquias sin importar que la parroquia, rectoría o capilla cuenten con un Consejo de Asuntos Económicos (CAE) cuyos miembros no conocen de temas financieros o, en su caso, se vuelven cómplices de los obscuros manejos de las finanzas.

Varias semanas atrás, muchas parroquias han externado que la feligresía no está aportando el diezmo, cada año son menos y menos los laicos que lo hacen. Conversando con varios de ellos desde noviembre pasado, he recopilado consistentemente comentarios tales como:

  • El párroco llegó sin nada y ahora tiene camioneta del año o de modelo reciente.
  • La familia del sacerdote está involucrada en la parroquia o en la oficina parroquial y en el manejo de los recursos; es más, tienen un sueldo formal.
  • No sabemos con exactitud a dónde se va todo el dinero que damos, aquí ni para flores alcanza.
  • Los gastos que hace la parroquia son para gusto de algunos cuantos o de los de los grupos parroquiales, pero al resto de la comunidad somos ignorados.
  • El párroco nunca da cuentas de lo que se recibe y en qué se gasta, dice que para eso está del CAE, pero sabemos que ellos no son gente honesta.
  • Los miembros del CAE son gente a modo del párroco y ni saben de lo que les habla, pero como es el padrecito, pues lo que él diga está bien. ¿Cómo lo van a contradecir?
  • Si no sabemos para qué se usan las limosnas, colectas y estipendios de celebraciones, menos el diezmo , de ahí todo se esfuma.

Entre otros más comentarios…

De hecho, cuando menos en México, por medio del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, varias personas han querido saber los beneficios fiscales o de otra índole que ha tenido la iglesia, tener acceso a sus declaraciones como asociación religiosa y de otros temas similares; sin embargo, la respuesta, vía plataforma nacional de transparencia,  ha sido por ejemplo:

Estimado usuario: la información de las declaraciones de pagos está clasificada como reservada de conformidad con lo previsto en el artículo 14 fracción II de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, que establece como reservada los secretos comercial, industrial, fiscal, bancario y fiduciario u otro considerado como tal por una disposición legal, en relación con el artículo 69 del Código Fiscal de la Federación, el cual ordena que el personal oficial que intervenga en los diversos trámites relativos a la aplicación de las disposiciones tributarias estará obligado a guardar absoluta reserva en lo concerniente a las declaraciones y datos suministrados por los contribuyentes o por terceros con ellos relacionados, así como los obtenidos en el ejercicio de las facultades de comprobación y, el artículo 14 fracción I de la citada Ley, en relación con la fracción VII del artículo 2 del a Ley Federal de Derechos del Contribuyente, la cual señala que son derechos generales de los contribuyentes los siguientes: Derecho al carácter reservado de los datos, informes o antecedentes que de los contribuyentes y terceros con ellos relacionados, conozcan los servidores públicos de la administración tributaria, los cuales sólo podrán ser utilizados de conformidad con el artículo 69 del Código Fiscal de la Federación. El Comité de Información del SAT confirmó la clasificación en sesión del 19 de abril de 2007. En el SAT nuestra misión es servirle.

Un ejemplo de lo que sucede en las parroquias fue el caso del Pbro. Juan Carlos Ávila Reza y su Consejo de Asuntos Económicos. En el 2020 indicaron que me habían regresado un cantidad importante de dinero; sin embargo, no hay ningún recibo que soporte estos dichos, tampoco creo que en la contabilidad exista registro contable alguno que soporte, efectivamente, la salida de este recurso aún y cuando esto debería existir por el simple hecho de que esta entidad, al igual que todas las demás en México, es una Asociación Religiosa (AR) con obligaciones  transparentes de sus ingresos, egresos y sus declaraciones tal y como lo requiere el Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Por tanto, en mi opinión, considero que, si en verdad la iglesia católica en México quiere recabar más recursos para llevar a cabo sus funciones y cumplir sus compromisos con diversas causas y necesidades, debe transparentar cuánto dinero recibe, los conceptos y a qué y cómo los destina. Desde lo que colecta en una capilla, rectoría, parroquia, hasta en las oficinas curiales; al menos en México, donde se debería tener un modelo que cumpla con los mínimos requisitos de gobernanza, transparencia y anticorrupción.

Los laicos del siglo XXI no somos personas que no analizamos; vemos, conocemos, cuestionamos. No nos traten como a la gente de siglos atrás donde quizá no existía tanta educación; ahora somos diferentes, sobre todo, nunca hemos tenido el ejemplo de un Dios deshonesto, obscuro, falso y falto de claridad; no nos comportemos entonces así.

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