Las lecturas de este domingo nos hablan de tres tentaciones que el Diablo presenta a Jesús en el desierto, no descartando otras dos que coloca en los labios de Pedro en el monte de la Transfiguración y la de los tres personajes actores de su crucifixión.
La tentación es obra del diablo, que presenta el mal bajo la apariencia de bien, usando para ello el engaño, la mentira, la confusión o el desorden. El tentador usa el lado débil de la persona, una necesidad actual, un problema o una actitud pusilánime. La tentación es para debilitar al ser humano, en cambio, la prueba es para fortalecerlo. Veamos.
La tentación del TENER: los reinos
Consiste en la posesión o uso de cosas materiales buscando en ellas la felicidad. El engaño consiste en hacer creer que la felicidad depende de ellas. Para ello se formulan los siguientes postulados: “el dinero lo es todo”, “el dinero da toda la felicidad”, “sin dinero no eres nadie ni vales nada”, “si tienes dinero lo tienes todo”. Estas premisas falsas pueden conducirte al pecado del consumismo, la avaricia, el egoísmo, la codicia y la idolatría. Se puede vencer con la virtud de la templanza. Jesucristo contestó al diablo: “Adorarás al Señor tu Dios”
La tentación del PODER: la gloria
Se refiere a la obtención de un cargo, título, autoridad o posición privilegiada, de la cual depende la dignidad de la persona. El engaño consiste en hacer creer que entre más alto sea el cargo o el rango que tenga la persona, más dignidad tiene. Por ejemplo: “Soy el jefe y por ello valgo más”, “estoy por encima de todos”, “Tú no sirves para nada”, “Tú eres un simple empleado”, “el que no tranza, no avanza”. Esta tentación conlleva el pecado de la soberbia, el orgullo, la frivolidad, la prepotencia y la corrupción. Por ello, podemos afirmar que “el poder corrompe”. La virtud con la cual se vence es la humildad. Jesucristo contestó al Diablo: “No tentarás al Señor tu Dios”
La tentación del PLACER: el alimento
Se refiere al goce o disfrute de un bien particular del cual depende el bienestar general de la persona. El engaño consiste en hacer creer que todo el bien de la persona depende de ese placer. Sus formulaciones son las siguientes: “a mayor placer, mayor bienestar”, “goza y disfruta de la vida”, “comamos y bebamos que mañana moriremos”, “si te parece placentero, hazlo”. Pero el placer es pasajero, momentáneo y fugaz. Esta tentación puede llevar a la persona al pecado de la lujuria, la gula y el adulterio. La virtud con la que es posible vencerla es la fortaleza. Jesucristo le contestó al diablo: “No sólo de pan vive el hombre”
Jesucristo, con el ayuno y la oración, nos enseña que podemos mortificar el cuerpo y fortalecer el alma y, de este modo vencer las tentaciones. La cuaresma es un tiempo para purificar el corazón y el alma y así llegar a la Pascua con un corazón limpio y un espíritu fortalecido. Dejémonos guiar por el Espíritu santo, quien nos sostendrá en nuestras debilidades y nos fortalecerá en las tentaciones. ¿Qué tentaciones vives a diario? ¿Cómo te preparas para superarlas? Cuando caes en una de ellas ¿cómo te alejas de ese pecado?