* No está en absoluto justificado, especialmente para un cardenal o un obispo, permanecer en silencio
El llamamiento a cardenales y obispos para impedir la aplicación de la Declaración Fiducia Supplicans y presionar al Papa para que la revoque, es sólo la última de una serie de posiciones autorizadas adoptadas contra el documento que introduce la bendición a las parejas homosexuales y a las parejas irregulares.
Y dada la amplitud geográfica de la participación en este documento, es una prueba – por si fuera necesario – de que la oposición a la Fiducia Supplicans no es una cuestión de «pequeños grupos ideológicos» ni tampoco del solo «caso separado» de los africanos.
En realidad, la oposición está muy extendida mucho más allá de las fronteras de las conferencias episcopales (la última es la de Bielorrusia ) y de los obispos individuales que ya han tomado una posición para desactivar el potencial destructivo de esta Declaración.
Todavía son muchos los obispos y cardenales que, a pesar de no haber asumido una posición pública, no comparten o están fuertemente perplejos por el contenido y los verdaderos objetivos de la Fiducia Supplicans.
Es sobre todo a ellos a quienes se dirige el llamamiento: no se puede hacer la vista gorda ante un documento que pretende subvertir la doctrina tradicional de la Iglesia, además afirmando astutamente respetarla .
«En este contexto – dice el llamamiento -, no está en absoluto justificado, especialmente para un cardenal o un obispo, permanecer en silencio, ya que el escándalo que ya se ha producido es grave y público y, si se deja solo, inevitablemente se agravará. y profundo.»
En definitiva, Fiducia Supplicans marca un hito y saca inevitablemente a la luz todas las tensiones acumuladas en este pontificado caracterizado por divisiones y ambigüedades.
Y también destaca cómo la tan cacareada sinodalidad es un expediente para aprobar cambios doctrinales decididos desde arriba.
Así lo destacó, a su manera, el cardenal congoleño Fridolin Ambongo Besungo, quien, hablando estos últimos días en un encuentro entre obispos africanos y europeos, afirmó que la Fiducia Supplicans era «perjudicial para el proceso sinodal».
Todos estos temas, dijo Ambongo, fueron discutidos en la primera ronda del Sínodo en octubre pasado, «pero el Sínodo no decidió», y por lo tanto lo pospuso para la segunda ronda el próximo otoño. Sin embargo, se encontrará ante un hecho consumado si los obispos y cardenales no presionan al Papa para que retire la Fiducia Supplicans. De hecho, esta sería una buena prueba de sinodalidad.
Por Ricardo Cascioli.
Ciudad del Vaticano.
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