El coqueteo del presidente Milei con el judaísmo, amenaza las obligaciones de Argentina hacia la Iglesia

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* El ex arzobispo de la diócesis argentina de La Płata y un crítico abierto de la tendencia progresista en la Iglesia durante el pontificado de Francisco comentó sobre los informes de que el presidente argentino Javier Milei estaba planeando convertirse al judaísmo…

Según monseñor Héctor Aguer, la prensa argentina cubre «las acciones del actual gobierno y las reacciones de la sociedad, así como ciertos aspectos de la personalidad del presidente Javier Milea, como su amor por los perros (…) y su noviazgo con Fátima Flórez”; sin embargo, ignora por completo los aspectos religiosos de la nueva presidencia.

El jerarca recordó que el artículo 2 de la Constitución argentina obliga al gobierno federal a apoyar «la religión romana, católica y apostólica». “Hasta la reforma de 1994, el presidente de la nación tenía que ser católico. El actual presidente está bautizado, fue alumno de un colegio católico, lo que no quiere decir que tenga fe y conozca y recuerde el Credo y las enseñanzas de la Iglesia. Llama la atención que en lugar del Te Deum inaugural (como siempre ha sido el caso), se realizó un encuentro interreligioso en la Catedral de Buenos Aires. En esta ocasión, se mostró claramente conmovido por la intervención del rabino», leemos.

Arzobispo Aguer: El coqueteo de Javier Milei con el judaísmo amenaza los deberes de Argentina para con la Iglesia

* El presidente de Argentina está obligado por la Constitución a apoyar la «religión romana, católica y apostólica».

Foto principalEl presidente argentino Javier MileiY.

Lunes 29 de enero de 2024.

El periodismo en Argentina está muy ocupado con las medidas del actual gobierno y las reacciones de la sociedad, así como con ciertos aspectos de la personalidad del presidente Javier Milei, como su amor por los perros –a los que considera sus “hijos de cuatro patas”- y su noviazgo con Fátima Florez. Pero no tiene en cuenta la dimensión religiosa, que es a la que pretendo referirme en esta nota.

El artículo 2 de la Constitución Nacional impone al gobierno federal la obligación de sostener la “religión romana, católica y apostólica”. Hasta la reforma de 1994 el presidente de la nación debía ser católico. El actual presidente está bautizado y fue alumno de un colegio católico, pero eso no quita que tenga fe y conozca y recuerde el Credo y la doctrina de la Iglesia. Llama la atención que en lugar del Te Deum inaugural (como siempre ha sido el caso), se realizó un encuentro interreligioso en la Catedral de Buenos Aires. En aquella ocasión quedó claramente conmovido por la intervención del rabino.

Recientemente trascendió que Milei está estudiando para convertirse en judía. Si decide convertirse en judío, deberá someterse al rito de la circuncisión. Incluso si no vive prácticamente la religión católica, tal vez podría tener fe y recordar –porque algo debe haber aprendido en la escuela– el Credo. Su cambio de religión tiene un nombre técnico: apostasía .

La palabra es una transcripción exacta del griego original. En el mundo clásico, la apostasía significaba deserción, alejamiento, abandono de un partido. El Diccionario de la Real Academia Española traduce “apostatar” (el verbo correspondiente al sustantivo) en su primera acepción: “Negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo”.

La transición del presidente al judaísmo implica un incomprensible retroceso. Es razonable que un judío se convierta en cristiano, no al revés. Pienso en términos de teología bíblica: el Antiguo Testamento, es decir, la Torá, los Nebiyim y los Ketubim de Israel constituyen un anuncio, un prólogo, una profecía del Evangelio propuesto por el Mesías. En este sentido, podemos entender un dicho de Jesús en su diálogo con la samaritana, que leemos en Juan 4,22: “La salvación ( sōtēria ) viene de los judíos ( ex tōn ioudaiōn )”. Pero el judaísmo poscristiano, cuyo texto principal es el Talmud, es profundamente anticristiano.

En los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas de San Pablo se atestigua la persecución que sufrió la naciente Iglesia por parte de los judíos. La historia posterior ha estado seriamente accidentada. El judaísmo talmúdico ha aspirado a dominar el mundo: un cumplimiento secular y distorsionado de la vocación prometida a Abraham y sus descendientes. No estoy juzgando las nociones subjetivas del presidente Milei sino más bien el significado más profundo de su gesto. Con todo respeto, es probable que, así como no entendiera ser cristiano, tampoco comprenda ser judío.

Queda por ver, si su apostasía se hace realidad, qué implicaciones atribuye a esta nueva posición. Llama la atención que el presidente se apegue al orden natural: el derecho a la vida desde la concepción y el sentido de comunidad familiar. De hecho, su discurso contra el aborto y la ideología de género en el globalista Foro Económico Mundial de Davos es digno de aplauso. Puede hacer mucho bien en una sociedad desquiciada como la nuestra debido a la mala política; será una corrección del camino equivocado. Su elección como vicepresidente es una tranquilidad que permite preservar la esperanza.

La providencia de Dios respeta la libertad y la responsabilidad de las causas secundarias; en consecuencia, permite el mal, que en sus designios inescrutables es de alguna manera una función del bien. Respecto a la cuestión religiosa que abordo en esta nota, siento que era necesario –como lamentablemente es común– que un obispo se acercara, si no al candidato, sí al presidente electo. Como siempre, la conferencia episcopal comete errores en sus decisiones y posiciones en relación con la sociedad y los centros donde se genera vigor cultural y social. En este caso, me atrevo a pensar que los obispos esperaban que ganara Sergio Massa; por eso abandonaron al que recibiría los votos de la mayoría. El episcopado siempre comete errores, ¡y así estamos! Así va la Iglesia, superada por el ateísmo práctico y la ola del evangelicalismo.

Como escribí anteriormente, queda por ver qué implicaciones podría tener el giro religioso del presidente. Sin embargo, deberíamos interesarnos por su situación personal. Estoy persuadido de que ignora por completo la doctrina cristiana; se le debe ofrecer el Catecismo de la Iglesia Católica . Aunque soy obispo emérito, rápidamente relevado de mis funciones a la edad de 75 años, y paso este ocaso de mi vida entre oración, estudio, artículos y otros apostolados en los medios y la cultura, me ofrezco a hablar con el presidente sobre El tema religioso. Una persona inteligente como él podría comprender el universo doctrinal del catolicismo y revisar su inclinación hacia el judaísmo. También creo que debería conocer el Evangelio, en el que son evidentes las raíces judías y su preparación.

Mientras tanto, el presidente debería ocuparse de la prescripción constitucional que impone al Estado la obligación de apoyar la religión romana, católica y apostólica.

+ Héctor Aguer.

Arzobispo Emérito de La Plata

Lunes 29 de enero de 2024.

pcch24/lifesitenews.

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