El Presidente y la excomunión de Hidalgo y Morelos

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero
El pasado 30 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador, volvió a insistir en que el papa Francisco “… se pronuncie en el caso de México, no queremos el debate acerca si se excomulgó o no al cura Hidalgo, es un hecho que fue juzgado, sería un gesto de mucha sensibilidad que se hiciera una referencia y un reconocimiento tanto al cura Hidalgo como al cura Morelos”.
Efectivamente, los hechos históricos sobre la excomunión de los padres de la Patria, los curas Hidalgo y Morelos, están demostrados. La discusión sobre la validez de la excomunión hecha por el obispo electo de Michoacán Manuel Abad y Queipo quedó ratificada por una comisión de historiadores que en 1953 creó el entonces arzobispo de México, don Luís María Martínez. Así pues, la excomunión, el juicio y ejecución de los sacerdotes héroes de la Independencia de México son una realidad documentada.
Sin embargo, cabe señalar que los curas Hidalgo y Morelos no fueron excomulgados por ser los iniciadores del movimiento de independencia, nunca en los documentos del juicio se pone como causa de excomunión su insurgencia, sino crímenes que ameritaban la excomunión como el atentado a la vida de religiosos y sacerdotes, ordenados por ellos, lo que los hacía merecedores de esa máxima pena.
Si bien es cierto que ambos curas fueron excomulgados y fue válido el decreto de excomunión, cierto es también que no murieron excomulgados, pues en peligro de muerte, la pena podía ser retirada a fin de recibir la absolución de sus pecados y morir en la gracia de Dios, como sucedió con ambos sacerdotes. Tan cierto es que murieron en el seno de la Iglesia que fueron sepultados en terreno sagrado, lo cual era imposible en aquella época para un excomulgado.
Pero donde el Presidente no tiene razón es en la solicitud de que el Papa haga un reconocimiento-que entiende como una petición de perdón-, por la excomunión impuesta a los sacerdotes insurgentes, pues la excomunión fue justa según las leyes eclesiásticas, y levantada al momento de su fusilamiento.
En cuanto al reconocimiento que pide de ambos sacerdotes, la Iglesia lo ha hecho al menos en dos ocasiones muy solemnes. La primera fue el 18 de agosto de 1823, cuando se exhumaron sus restos, después el 15 de septiembre, se llevaron a la Colegiata de Guadalupe, partieron el 17 en una gran procesión por toda la ciudad hasta llegar a la Catedral, donde se cantó una solemne vigilia y luego una misa, después de la cual los huesos de los héroes fueron depositados al pie del altar de los Reyes. Y el 12 de septiembre de 1985, con motivo de los 175 años del grito de Dolores, el arzobispo de México Ernesto Corripio Ahumada, con asistencia de 31 obispos y 122 sacerdotes, reconoció y alabó en su homilía al padre de la patria. Con esta explicación histórica concluimos que la petición del Presidente parte de un prejuicio y una confusión histórica y carece de todo sentido.
Con información de Contra Replica/P Hugo Valdemar
Comparte: