María, llena de gracia

IV DOMINGO DE ADVIENTO

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

En este IV domingo de Adviento, el evangelio que escucharemos (Lc 1, 26-38) nos habla del momento de la Anunciación, es decir el encuentro entre la Santísima virgen María y el Ángel Gabriel. El mismo ángel que anunció el nacimiento de Juan el Bautista se acerca ahora a María para anunciarle que ella sería la madre del Hijo de Dios, el mesías esperado por tantos siglos de parte del pueblo elegido. María era una joven humilde prometida en matrimonio con José, un varón perteneciente a la familia de David y originario de la aldea de Nazaret, en Galilea.

Estas son las palabras que el Ángel Gabriel revela a María: “vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado hijo del Altísimo; el señor Dios le dará el trono de David su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin” “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. Por eso, el Santo que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios”.

La anunciación del nacimiento de Jesús corona todas las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. En las palabras del Ángel se condensa todo el misterio de la encarnación y se revela la naturaleza del niño que va a nacer: su nombre es Jesús, será grande, reinará por siempre, será concebido por obra del Espíritu Santo, es Santo e Hijo de Dios. Es esto lo que celebramos el día de la navidad: El nacimiento del hijo de Dios.

Junto a estas revelaciones que el Ángel da a conocer a María de Nazaret, el relato destaca también la figura de María. Las Palabras con las que la saluda el ángel Gabriel son muy importantes: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Debemos recordar que este saludo es el que repetimos continuamente en la Iglesia Católica cuando rezamos el Ave María. Cuando recorremos las cuentas del rosario prácticamente le estamos recordando a María este momento especialísimo.

El saludo ordinario entre los judíos era el de Shalóm, que significa paz. Aquí en cambio se usa la expresión “alégrate, el señor está contigo”. Es claro que se trata de un saludo fuera de lo normal, y por este motivo María quedó desconcertada. El saludo que recibe María es una invitación al júbilo mesiánico, es un eco de la llamada que los profetas hacían a su pueblo por la venida de Dios en medio de ellos ( Is 12, 6; Sof 3, 14.15; Zac 2, 14, 9; 9,9). María se da cuenta que está ante un acontecimiento divino.

María viene presentada como la “llena de gracia”. Que descripción más bella de la madre de Dios. En efecto con ello se revela la condición de María, ella ha sido preservada del pecado desde el momento en que fue concebida. Por ello la Iglesia la venera además como la purísima concepción. María está en gracia delante de Dios y de los hombres. Dios escogió bien a la que sería la madre de su hijo, aquella que lo llevaría en su vientre hasta que lo diera a luz en Belem.

El saludo se cierra con la expresión “el Señor está contigo” con la que se expresa la razón de la condición de María. Dios es la fuente de la santidad de María. María está en gracia y ha sido escogida para ser la Madre de Dios porque Dios está con ella. Dios es la fuente de la gracia. Es Él quien nos sostiene a todos para mantenernos en comunión con él.

En este IV domingo de Adviento se nos anuncia, el Nacimiento del Hijo de Dios que es lo central de la navidad y que en este año celebraremos por la noche; también se destaca la figura de María. Ella es la “llena de gracia! La escogida por el Señor para manifestarnos su amor y su gloria con el nacimiento de su Hijo Jesús.

Aprovechamos este espacio para desear a todos ustedes una santa y feliz navidad. Que el nacimiento de Jesús traiga a sus hogares abundantes bendiciones.

Comparte:
Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.