El arzobispo de Ljubljana, Eslovenia, anunció eL jueves 14 de diciembre que el Dicasterio para la Vida Religiosa ha decidido seguir adelante con el proceso de extinción de la Comunidad de Loyola, según aseguró a 7MARGENS una fuente que sigue el proceso.
La comunicación de esta decisión se produjo en una reunión convocada a finales de noviembre por el comisario que, durante los últimos tres años, se encargó de realizar una visita canónica (equivalente a una inspección), sobre el estado de de ese instituto religioso, el obispo auxiliar de Roma, Daniele Libanori. El hecho de que tenga lugar en la Archidiócesis de Ljubljana se debe a que fue allí donde se formalizó, reconoció y registró la constitución de la Comunidad de Loyola.
Fue este obispo quien, como informó 7MARGENS , escuchó a las pequeñas comunidades y a sus miembros, y supervisó la vida de la institución. A la superiora general, la eslovena Ivanka Hosta, se le suspendieron inicialmente sus poderes. Posteriormente, teniendo en cuenta pruebas consideradas consistentes de que había abusado de su poder, fue destituida definitivamente de su cargo y enviada a reclusión en la pequeña comunidad que existe en Braga.
La Comunidad de Loyola fue fundada a mediados de los años 1980, en Eslovenia, por mujeres que se conocieron cuando aún estaban en la Universidad y en estrecha relación con el entonces joven sacerdote jesuita Marko Ivan Rupnik. Este sacerdote, que también se lanzaba como artista, se convirtió en director espiritual y mentor de la naciente institución. De hecho, adquirió tal protagonismo que, según testimonios de algunas monjas, fue él quien efectivamente dirigió la Comunidad, supuestamente como intérprete de la fundadora y superiora general, Ivanka Hosta.
Los abusos de poder y los abusos sexuales que un número importante de monjas atribuirían a Rupnik caracterizaron inmediatamente estos primeros años. De tal manera que, cuando se constituyó formalmente la Comunidad de Loyola, en 1984, ya se había producido una ruptura que derivó en la salida del sacerdote y artista, junto a cuatro monjas, quienes pasarían a fundar el Centro Aletti, en Roma: laboratorio y lugar de construcción de mosaicos de temática bíblica que desde entonces se han extendido por todo el mundo.
El secretismo, la manipulación y el autoritarismo de Ivanka, que caracterizaron su liderazgo, posteriormente denunciado por las monjas y claramente evidentes en el informe del obispo Daniele Libanori, podrían estar relacionados con el trauma, no asumido, del daño causado por el sacerdote Rupnik, o el estilo de liderazgo adoptado por el fundador, cuando la Comunidad inició su nueva etapa, la post-ruptura.
El balance realizado tanto por algunas ex religiosas como víctimas de abusos, que denunciaron públicamente, desde diciembre de 2022, los horrores que vivieron, retrató una Comunidad moralmente traumatizada y dividida internamente. La decisión de la Curia Romana de extinguir la Comunidad aparece así, a los ojos de algunos observadores, como el resultado lógico y esperado.
Por Manuel Pinto.
7 MARGENS.