¿Puede un católico unirse a la masonería?
La respuesta es obviamente no, después de las repetidas condenas de la Iglesia: sin embargo, en su momento, la misma Congregación para la Doctrina de la Fe, encabezada por el cardenal Franjo Šeper (1968-1981) pareció admitir esta posibilidad (19 de julio de 1974), en nombre de tiempos que habían cambiado, para luego negar esta posibilidad (1981).
Una historia aún por explorar en profundidad –y de la cual, sin embargo, el lector no encontrará rastro alguno en los últimos tiempos–, pero encontrará en el reciente y hermoso libro de Gaetano Masciullo, La tiara y la logia. La lucha de la masonería contra la Iglesia, Fe y Cultura, Verona 2023: de ninguna manera, como se podría deducir a primera vista de la lectura del título del volumen o de un rápido vistazo, otra monografía más sobre las relaciones entre la Iglesia y la Masonería que también, como en el caso de la sorprendente apertura del cardenal Šeper, no deja de reservar sorpresas y giros, sino un estudio llevado a cabo con pasión para «desvelar la máquina de conspiración que se ha tramado a lo largo de los siglos contra la Iglesia católica y que aún hoy continúa», de que «la masonería era sólo un medio para librar una guerra mucho más antigua que la que comenzó en 1717, año oficial de nacimiento de la primera logia masónica».
De hecho, la fundación de la primera logia masónica, que tuvo lugar precisamente el 24 de junio de 1717 en una cervecería de Londres por unos personajes misteriosos, no se produjo así, por pura casualidad, sino que, por el contrario, fue precedida por diversos y numerosos acontecimientos, no «meras curiosidades históricas», sino más bien «pistas útiles», que ayudan a situar en el tiempo aquel acontecimiento, aparentemente insignificante pero, en realidad, presagio del abrazo mortal que la masonería habría reservado a las sociedades de la antigüedad. régimen, así como los contemporáneos.
La Tiara y la Logia documenta, con una gran cantidad de abundantes fechas y personajes, cómo los gremios de albañilería franceses, ingleses y escoceses pronto se convirtieron en receptáculos y escuelas de aquellas corrientes doctrinales y teológicas (gnosis, cabalismo, catarismo, etc.) que se agitaban clandestinamente en la Europa católica y cuyos representantes comenzaron a frecuentar, convenciendo a los primeros albañiles libres de la validez de sus doctrinas erróneas y al mismo tiempo difundir el odio hacia la Iglesia católica.
Con el paso del tiempo, incluso los aristócratas se sintieron atraídos por las enseñanzas que impartían estas logias de franc-maçons, de modo que ya no siguieron siendo lugares de reunión de arquitectos y albañiles protegidos y financiados por abades y caballeros, como lo habían sido hasta la Edad Media, sino lugares de encuentro entre intelectuales, capaces de construir catedrales de pensamiento sofisticadas pero peligrosas, y nuevos mecenas y financieros, fuertemente interesados en derrocar la dominación católica en Europa y en el mundo.
Así, bien se puede decir que el mundo y la sociedad modernos no son más que el fruto de una Iniciación inconsciente por parte de sociedades secretas, principalmente la masonería, con una función anticatólica, en las que las libertades individuales, tan bien representadas por el medieval común, tienen paulatinamente a dar paso a la atención de las necesidades de la comunidad propias, típicas, del Estado moderno.
El Estado moderno, ya no (o más bien, no sólo) personificado por el rey, se caracterizó, no sólo por la preocupación por la seguridad, sino también por la despersonalización del poder, presentándose como una autoridad moral que pretende ser éticamente fundado en sí mismo y, de hecho ser, él mismo, la fuente de la moralidad de las personas que gobierna. A partir de estas características, siguieron otras a su vez, De estas características se sucedieron a su vez otras que ahora se puede encontrar hoy en casi todos los estados, como la jerarquía burocrática, la tendencia al imperio y la tecnocrática, de donde descienden, a su vez,la tendencia a la guerra y al control de la cultura, terminando con el igualitarismo, la injerencia económica y el uso generalizado de la coerción..
No me es posible resumir los dos mil años de historia considerados por La Tiara y la Logia, que abarca prácticamente desde el nacimiento de las iglesias gnósticas en los primeros siglos del cristianismo hasta ese «siglo corto» que fue el siglo XX, pasando por movimientos como los de la Ilustración francesa y el Risorgimento italiano de dos siglos (XVIII y XIX) –considerados como el «triunfo masónico»–, pero que también reserva páginas sobre acontecimientos más actuales, como los de la guerra de Ucrania, pero permítanme recordar la lección de Vittorio Messori que anima sus páginas, cuando nos invitó a «pensar la historia desde una perspectiva “católica”, en conciencia,dado por la fe, de un Plan enigmático, de una Providencia que guía secreta y firmemente la aventura de cada hombre y de la humanidad».
Del mismo modo, el libro de Gaetano Masciullo aborda aquellas causas invisibles de la historia, entre las que ciertamente se encuentra Dios, sin olvidar que también las hay visibles, pertenecientes a este mundo, que actúan contra la voluntad de Dios: entre ellas, la Masonería, de hecho, y todas aquellas sociedades secretas nacidas en la modernidad para realizar el proyecto de un «Nuevo» Orden Mundial, comparado con el «viejo» del catolicismo medieval.
Se trata de un sueño que se remonta al menos al mundo pagano, cuando el poeta latino Virgilio (70-19 a. C.) cantó en una famosa égloga sobre el advenimiento de un nuevo orden de la humanidad que, en la Edad Media, se identificaba con el mismo nacimiento de Cristo.
¿Qué queda de este sueño? No mucho, según Gaetano Masciullo, ya que, aunque siempre muy activas, «las logias ya no son tan florecientes como antes (…).
Una entidad pierde su función cuando es derrotada por una entidad con función opuesta, o cuando alcanza su objetivo.» Sin embargo, esto no significa que los peligros para la Iglesia y para el hombre hayan disminuido; más bien, en cierto modo, se han vuelto más insidiosos porque «hoy la espada de la lucha ha sido confiada a otras entidades – por ejemplo a los mismos hombres de la Iglesia que defienden la teología modernista, pero tenemos la tarea de conocer nuestra historia, sin los lentes de la ideología, y continuar la batalla, la buena lucha de la fe».
Por NICOLA BARILE.
MARTES 12 DE DICIEMBRE DE 2023.
ROMA, ITALIA.
STILUMCURIAE.