Este domingo 3 de diciembre de 2023, comenzaremos en la liturgia de la Iglesia Católica un nuevo año y lo iniciamos con el periodo del Adviento. El término ADVIENTO significa «presencia», «llegada», «venida» o “visita”. Los primeros cristianos adoptaron este término para referirse a Jesucristo: JESÚS ES EL REY, QUE HA VENIDO A LA TIERRA PARA VISITARNOS.
Con el ADVIENTO tomamos conciencia de la presencia de Dios en el mundo. DIOS ESTÁ ENTRE NOSOTROS, NOS ACOMPAÑA EN NUESTRO DIARIO VIVIR, NO ESTAMOS SOLOS. Dios se ha hecho uno de nosotros, se ha hecho niño, nació en un hogar para recorrer las etapas de la vida humana, de modo que TODA NUESTRA EXISTENCIA pueda ser elevada a las alturas de Dios. El evangelista San Juan nos dice que este acercamiento divino es una obra de amor. Así lo expresa en las primeras páginas de su obra: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su propio hijo para que el mundo tenga vida” ( Jn 3, 16).
La Iglesia nos enseña que el ADVIENTO expresa tres aspectos: En primer lugar se hace referencia a la venida histórica de Jesús (misterio de la encarnación), en segundo a la venida escatológica (epifanía gloriosa objeto de nuestra esperanza) y por último se refiere también a la venida cotidiana, la de todos los días que es objeto de la fe que nos lleva a la hermosa experiencia del encuentro con Dios.
El Adviento es un tiempo que nos prepara para encontrarnos con nuestro salvador que viene. Este periodo de preparación dura de ordinario 4 semanas o al menos 4 domingos. Esto es lo que se significa con los 4 cirios de la corona de adviento.
Un rasgo dominante que caracteriza el periodo del Adviento es el tema de la ESPERA, esperamos a nuestro salvador. El Adviento es, por excelencia, el tiempo de la esperanza. Cada año, se renueva en el corazón de los cristianos que, mientras se preparan para celebrar la gran fiesta del nacimiento de Cristo Salvador, reavivan la esperanza de su venida gloriosa al final de los tiempos.
La esperanza Cristiana a la que nos referimos se distingue de la Esperanza humana. Ambas ponen la mirada en un bien futuro, con la gran diferencia de que en la esperanza humana no estamos ciertos de alcanzar el bien que se desea, mientras que en la Esperanza cristiana, lo que esperamos es un bien del que estamos seguros. Esta seguridad viene del hecho de que se trata de los bienes que nos ha prometido el mismo Señor y Dios es fiel a sus promesas.
En este primer domingo del Adviento, el mensaje central del evangelio (Mc 13, 33-37) es una invitación a la vigilancia: «Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento». Somos invitados a mirar el futuro. No hay que entretenerse sólo con las realidades presentes.
Debemos dirigir la mirada también hacia la futura mirada del Señor, aquella que pondrá el fin a nuestra vida terrena y cerrará la historia de este mundo.
Que nuestras responsabilidades terrenas no nos impidan mirar lo que el cielo nos ofrece. Dado que algún día nos encontraremos definitivamente con el Señor hay que estar preparados.