* En una carta dirigida a los agentes de pastoral de su diócesis, el obispo de Espira (Alemania), Karl-Heinz Wiesemann, ha pedido que se bendiga a las parejas que se han vuelto a casar y a los homosexuales.
«Os pido, como pastores de nuestra diócesis, que os acerquéis a estos creyentes con gran sensibilidad pastoral y, si lo piden, busquéis con ellos los caminos adecuados para que puedan experimentar la bendición de Dios para su vida en común», reza la carta de Wiesemann fechada el jueves, que la diócesis publicó el viernes. Nadie está obligado a asistir a estas bendiciones, pero quien organice este tipo de celebraciones no debe temer ninguna sanción. «Al contrario, para mí es importante que demos a estos creyentes un signo claro de la cercanía de Dios en la comunidad de la Iglesia», subraya Wiesemann.
Es «urgente el momento» de encontrar un enfoque pastoral diferente inspirado en el Evangelio. «Por eso hice campaña a favor de una reevaluación de la homosexualidad en la enseñanza de la Iglesia durante el Camino Sinodal y también voté a favor de la posibilidad de bendecir a las parejas del mismo sexo», dijo Wiesemann. «Me atengo a esto. Espero que esta cuestión acuciante de nuestro tiempo pueda seguir desarrollándose en el camino del Sínodo Mundial.»
Desde hace algún tiempo, la diócesis de Speyer dice ofrecer «atención pastoral a las parejas que, por diversas razones, no pueden o no quieren recibir el sacramento del matrimonio, y que se sienten tocadas y conmovidas por la bondad humana de Dios», escribe el obispo. La gran necesidad y el profundo anhelo de una bendición de Dios también le conmueven desde su propia experiencia pastoral. «En este contexto, la instrucción de Jesús del centro del Sermón de la Montaña ‘No juzguéis, para que no seáis juzgados’ (Mt 7,1) se ha convertido cada vez más en una clave esencial para una pastoral que vive del Evangelio de Jesús, como también lo encuentro en las tan citadas palabras del Papa Francisco ‘¿Quién soy yo para juzgarlo?»
La Revelación y el Magisterio, sin embargo, afirman algo muy diferente a lo dicho por el obispo
Por ejemplo, San Pablo ordena:
Os escribí en mi carta que no os mezclaseis con los fornicarios. Pero no me refería, ciertamente, a los fornicarios de este mundo, o a los avaros o a los ladrones, o a los idólatras, pues entonces tendríais que salir de este mundo. Lo que os escribí es que no os mezclaseis con quien, llamándose hermano, fuese fornicario, avaro, idólatra, injurioso, borracho o ladrón. Con éstos, ni comer siquiera.
1 Cor 5,9-11
Y el mismo Señor que pide no juzgar, dio autoridad a sus apóstoles para perdonar y retener pecados, aparte de que advirtió muy claramente de las consecuencias de vivir en pecado…:
Si tu mano o tu pie te escandaliza, córtatelo y arrójalo lejos de ti. Más te vale entrar en la Vida manco o cojo, que con las dos manos o los dos pies ser arrojado al fuego eterno. Y si tu ojo te escandaliza, arráncatelo y tíralo lejos de ti. Más te vale entrar tuerto en la Vida, que con los dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.
Mat 18,8-9
… y de la necesidad de guardar sus mandamientos, entre los que está sin duda el no cometer adulterio divorciándose y volviéndose a casar (Mc 10,11-12):
El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él.
Jn 14,21
En cuanto al Magisterio auténtico de la Iglesia, no el que pretende serlo partiendo de la heterodoxia, la exhortación post sinodal Familiaris consortio de San Juan Pablo II, indica:
«La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos».»
Según el obispo de Espira estas bendiciones para parejas que se han vuelto a casar o parejas del mismo sexo, es decir, para parejas que viven públicamente en pecado y sin intención de arrepentirse, podrían tener lugar en un entorno doméstico, pero también en una iglesia u otro lugar adecuado. «La ceremonia debe diferenciarse de una ceremonia de boda eclesiástica en cuanto a palabras y signos, y debe subrayar explícitamente el amor, el compromiso y la responsabilidad mutua que existen en la relación de la pareja como un acto de bendición», dice Wiesemann. Esto requiere empatía y discreción y por ello pide a los asesores pastorales que no puedan conciliar una bendición de este tipo con su conciencia o su concepción de la fe que remitan a las parejas al ordinariato episcopal. En el futuro debería haber allí un centro de mediación.
Roma, de momento, ha dicho no
En su asamblea sinodal de marzo, el Camino Sinodal de la Iglesia en Alemania adoptó el texto «Bendiciones para las parejas que se aman». Según Wiesemann, la Conferencia Episcopal Alemana está elaborando un instrumento de trabajo con un formulario de bendición. El prelado apeló a la ayuda de trabajo del Grupo de Trabajo para la Educación Familiar Católica y la Pastoral (AKF), que se publicó en mayo.
En 2021, la Congregación (ndr:hoy dicasterio) para la Doctrina de la Fe se pronunció claramente en contra de la bendición de parejas homosexuales. No está «permitido dar la bendición a relaciones o incluso uniones estables que impliquen una práctica sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta de por sí a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones de personas del mismo sexo», decía en una nota explicativa sobre el rechazo de las bendiciones.
Antes del inicio del Sínodo Mundial, sin embargo, el Papa Francisco había llamado a no perder la caridad pastoral en el trato con las personas, en su respuesta a la dubia de cinco cardenales conservadores. «Por lo tanto, la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición que son solicitadas por una o más personas y que no transmiten una falsa idea del matrimonio». Sin embargo, no conviene que las diócesis, las conferencias episcopales u otras estructuras eclesiales establezcan procedimientos y ritos formales para todo. Esto llevaría a una «casuística insoportable».
DOMINGO 5 DE NOVIEMBRE DE 2023.
KATOLISCH/INFOCATOLICA.