Jerusalén es una ciudad del Medio Oriente situada en los montes de Judea, entre el Mar Mediterráneo y la ribera del norte del Mar Muerto. Los israelitas la han erigido como capital del estado de Israel, mientras que el estado de Palestina reivindica su parte oriental como su propia capital. Jerusalén tiene un profundo significado religioso para el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Estas religiones monoteístas, históricamente, han tenido desacuerdos importantes; el judaísmo es la religión más antigua con origen en Israel. Su rasgo principal es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente, personal y providente, que ha creado el universo y ha elegido al pueblo judío para revelar la ley contenida en los diez mandamientos dados a Moisés. Su Dios es Yahvé y su libro sagrado es la Torá, ellos deben ser “luz entre las naciones. El islam se refiere a la religión practicada por los musulmanes, su dios es Alá, su profeta es Mahoma y el Corán es su libro sagrado. Los seguidores de esta religión practican durante un mes al año el Ramadán, el cual consiste en un ayuno durante las horas del día, así como el cristianismo, por ejemplo, católico, entre otras de sus ramas. Creen en un solo Dios y en tres divinas personas: Dios Padre, Hijo Jesucristo y Espíritu Santo. Se cree que Jesús es el Hijo de Dios, mesías, y salvador, con raíces en el judaísmo. Su libro sagrado es la biblia; menciono todo esto para tratar de contextualizarnos en el problema de Israel y Palestina.
Por tanto, Jerusalén es la ciudad santa venerada por los judíos, cristianos y musulmanes; es el centro espiritual de Israel porque Yahveh reside en ella, por ello, Jerusalén se ve implicada en el drama que sacuden las guerras que, a lo largo de la historia y actualmente, han impactado en todas las instituciones. La fundación de Samaría crea frente a ella una capital rival, así es como queda rota la unidad del carácter político y religioso. En efecto, a pesar de las reformas temporales, Jerusalén es una ciudad infiel, por ello, se debe pasar de la Jerusalén terrenal a la Jerusalén celestial, es decir, la superación de la Jerusalén antigua por una nueva que está enraizada en el cielo, ciudad del Dios vivo, a la que los cristianos se han acercado ya en el bautismo. No obstante, el templo santo de la Jerusalén es de suma importancia, pero ya no se trata tan solo de la edificación material, sino de cuidar el cuerpo como templo del Espíritu Santo. ¿Qué quiere decir esto? Que cada uno de nosotros somos el lugar donde Dios habita. Tú y yo somos templos vivos, en donde Dios constantemente va obrando, por ello, debemos tratarnos a nosotros mismos y a los demás con mucho amor y respeto.
En efecto, las mismas guerras que se dan en el exterior del mundo también se dan en el interior de cada persona, solo que en el plano espiritual, moral y ocasional. El propósito de mi reflexión es que, primero, seamos un pueblo elegido por Dios y que creamos en un solo Dios, segundo, hay que pasar de la Jerusalén terrenal a la Jerusalén celestial y, tercero, somos templos vivos del Espíritu Santo. Así como existen guerras en el mundo, también existen guerras en el interior de cada persona, por ello luchemos, no con misiles ni bombas, sino con el arma poderosa que es el amor.
