El Papa Francisco denunció, ante la 75ª Asamblea General de la ONU que muchos “países y las instituciones internacionales están promoviendo el aborto como uno de los denominados ‘servicios esenciales’ en la respuesta humanitaria”.
“Es triste ver cuán simple y conveniente se ha vuelto, para algunos, negar la existencia de vida como solución a problemas que pueden y deben ser resueltos tanto para la madre como para el niño no nacido”, denunció el Pontífice en un video mensaje enviado desde el Vaticano este viernes 25 de septiembre.
El Santo Padre imploró a las autoridades civiles “que presten especial atención a los niños a quienes se les niegan sus derechos y dignidad fundamentales, en particular, su derecho a la vida y a la educación”.
También subrayó que “los primeros educadores del niño son su mamá y su papá, la familia que la Declaración Universal de los Derechos Humanos describe como el elemento natural y fundamental de la sociedad”.
El Papa denunció, asimismo, el proceso de desintegración de la familia. “Con demasiada frecuencia, la familia es víctima de colonialismos ideológicos que la hacen vulnerable y terminan por provocar en muchos de sus miembros, especialmente en los más indefensos, niños y ancianos, un sentido de desarraigo y orfandad”.
“La desintegración de la familia se hace eco en la fragmentación social que impide el compromiso para enfrentar enemigos comunes. Es hora de reevaluar y volver a comprometernos con nuestros objetivos”.
El Pontífice citó también “las devastadoras consecuencias de la crisis del Covid-19 en los niños, comprendiendo los menores migrantes y refugiados no acompañados. La violencia contra los niños, incluido el horrible flagelo del abuso infantil y de la pornografía, también ha aumentado dramáticamente”.
Recordó que “millones de niños no pueden regresar a la escuela. En muchas partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la desnutrición”.
Salida solidaria a la pandemia
En su mensaje, el Pontífice enfatizó el modo en que la pandemia de coronavirus, todavía en curso, ha cambiado el modo de vida de las personas. “Esta crisis está cambiando nuestra forma de vida, cuestionando nuestros sistemas económicos, sanitarios y sociales, y exponiendo nuestra fragilidad como criaturas”.
El Papa recordó a las muchas personas que han perdido la vida por la COVID 19 y señaló que se necesita “repensar nuestra forma de vida y nuestros sistemas económicos y sociales, que están ampliando las distancias entre pobres y ricos, a raíz de una injusta repartición de los recursos”.
En ese sentido, señaló que la crisis puede dar lugar a dos actitudes diferentes: una individualista y elitista, frente a otra multilateral y solidaria.
Insistió en que el multilateralismo es “expresión de una renovada corresponsabilidad mundial, de una solidaridad fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios sobre el mundo”.
El otro camino, el individualista, conduce a “actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, dejando afuera los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las periferias existenciales. Y ciertamente será perjudicial para la entera comunidad, causando autolesiones a todos. Y esto no debe prevalecer”.
Asimismo, aseguró que “la pandemia ha puesto de relieve la urgente necesidad de promover la salud pública y de realizar el derecho de toda persona a la atención médica básica. Por tanto, renuevo el llamado a los responsables políticos y al sector privado a que tomen las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para atender a los enfermos”.
“Si hay que privilegiar a alguien”, pidió, “que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”.
Garantizar el derecho al trabajo
El Papa Francisco también pidió tener presente los efectos del desarrollo tecnológico sobre el trabajo y, en concreto, advirtió de la tentación de servirse de la robotización y de la inteligencia artificial para desestabilizar el mercado laboral.
“Es particularmente necesario encontrar nuevas formas de trabajo que sean realmente capaces de satisfacer el potencial humano y que afirmen a la vez nuestra dignidad”.
Reclamó un cambio en “el paradigma económico dominante que sólo busca ampliar las ganancias de las empresas. El ofrecimiento de trabajo a más personas tendría que ser uno de los principales objetivos de cada empresario, uno de los criterios de éxito de la actividad productiva. El progreso tecnológico es útil y necesario siempre que sirva para hacer que el trabajo de las personas sea más digno, más seguro, menos pesado y agobiante”.
Cultura del descarte
El Obispo de Roma abogó por elaborar “un marco ético más fuerte capaz de superar la cultura del descarte”.
“En el origen de esta cultura del descarte existe una gran falta de respeto por la dignidad humana, una promoción ideológica con visiones reduccionistas de la persona, una negación de la universalidad de sus derechos fundamentales, y un deseo de poder y de control absolutos que domina la sociedad moderna de hoy. Digámoslo por su nombre: esto también es un atentado contra la humanidad”.
El Papa denunció los muchos derechos fundamentales que se continúan violando con impunidad y, en concreto, citó a la persecución por motivos religiosos, incluyendo genocidios. “También, entre los creyentes religiosos, somos víctimas los cristianos: cuántos sufren alrededor del mundo, a veces obligados a huir de sus tierras ancestrales, aislados de su rica historia y de su cultura”.
Guerras y refugiados
Denunció el empleo en las guerras de armas “convencionales” cada vez menos convencionales y cada vez más “armas de destrucción masiva”, que hace que los conflictos bélicos sean cada vez más destructivos.
“Debemos preguntarnos si las principales amenazas a la paz y a la seguridad como, la pobreza, las epidemias y el terrorismo, entre otras, pueden ser enfrentadas efectivamente cuando la carrera armamentista, incluyendo las armas nucleares, continúa desperdiciando recursos preciosos que sería mejor utilizar en beneficio del desarrollo integral de los pueblos y para proteger el medio ambiente natural”.
Reclamó “desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y social. Tales lógicas sólo sirven para incrementar las ganancias de la industria bélica, alimentando un clima de desconfianza y de temor entre las personas y los pueblos”.
En particular aseguró que “la disuasión nuclear fomenta un espíritu de miedo basado en la amenaza de la aniquilación mutua, que termina envenenando las relaciones entre los pueblos y obstruyendo el diálogo. Por eso, es tan importante apoyar los principales instrumentos legales internacionales de desarme nuclear, no proliferación y prohibición”.
El número de desplazados por las guerras es cada vez mayor. “Con frecuencia, los refugiados, los migrantes y los desplazados internos en los países de origen, tránsito y destino, sufren abandonados, sin oportunidad de mejorar su situación en la vida o en la de su familia”.
“Peor aún, miles son interceptados en el mar y devueltos a la fuerza a campos de detención donde enfrentan torturas y abusos. Muchos son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo forzado, explotados en labores degradantes, sin un salario justo. ¡Esto que es intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran intencionalmente!”.
Frente a esta situación, el Santo Padre reclamó el impulso de los Pactos Mundiales sobre Refugiados y para la Migración.
Nuevo modelo económico
Frente al “rápido aumento de la desigualdad entre los súper ricos y los permanentemente pobres”, el Papa Francisco pidió “un modelo económico que promueva la subsidiariedad, respalde el desarrollo económico a nivel local e invierta en educación e infraestructura que beneficie a las comunidades locales”.
“La comunidad internacional tiene que esforzarse para terminar con las injusticias económicas”, reclamó. “Tenemos la responsabilidad de proporcionar asistencia para el desarrollo a las naciones empobrecidas y alivio de la deuda para las naciones muy endeudadas”.
Cambio climático
En su video mensaje, el Papa Francisco también hizo balance sobre los últimos años de lucha contra el cambio climático. En concreto, citó los compromisos adoptados mediante la Agenda 2030 y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Reconoció que “si bien se han logrado algunos progresos, la poca capacidad de la comunidad internacional para cumplir sus promesas de hace cinco años me lleva a reiterar que hemos de evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias”.
Se refirió a “la peligrosa situación en la Amazonía y sus poblaciones indígenas”, y afirmó que “la crisis ambiental está indisolublemente ligada a una crisis social y que el cuidado del medio ambiente exige una aproximación integral para combatir la pobreza y combatir la exclusión”.
Alabó el aumento de la sociedad ecológica integral y el deseo de acción, pero invitó también a preguntarse seriamente si existe “la voluntad política para mitigar los efectos negativos del cambio climático”.
Promoción de la mujer
El Papa Francisco señaló que “en todos los niveles de la sociedad las mujeres están jugando un papel importante, con su contribución única, tomando las riendas con gran coraje en servicio del bien común”.
“Muchas mujeres quedan rezagadas”, denunció el Pontífice. “Son víctimas de la esclavitud, la trata, la violencia, la explotación y los tratos degradantes”. El Papa subrayó su compromiso “en la lucha contra estas prácticas perversas que denigran no sólo a las mujeres sino a toda la humanidad que, con su silencio y no actuación efectiva, se hace cómplice”.
Con información de Aciprensa/Redacción