“Nuestros pueblos no son campos de batalla”, diócesis de San Cristóbal denuncia estado fallido en Chiapas

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

Mientras la Iglesia católica dialogaba para construir redes de paz, en Chiapas un inusitado desfile causó explosión en redes sociales cuando una caravana atribuida al cartel de Sinaloa entró casi de manera triunfal este fin de semana en la carreteras entre Frontera – Comalapa y San Gregorio Chamic, municipios colindantes con Guatemala, región azotada por la guerra entre grupos criminales, el CJNG, cartel de Sinaloa y el cartel San Juan Chamula, grupo formado por indígenas que habrían heredado las operaciones de Los Zetas en la región.

De acuerdo con El blog del narco, “entre gritos de ¡Puro Sinaloa! aplausos y chiflidos, pobladores que mantenían un bloqueo se replegaron a orilla de la carretera para ver desfilar a integrantes del Cártel de Sinaloa, a bordo de camionetas en la vía que va de la localidad San Gregorio Chamic a Frontera Comalapa, Chiapas, colindantes con Guatemala

Esto provocó que el cartel de Sinaloa entrara igualmente con maquinaria pesada en la sierra chiapaneca para abrir zanjas e impedir el avance de carteles adversarios. Sicarios bajo el mando de El Mayo Zambada, uno de los líderes del cartel del El Chapo Guzmán, irrumpieron igualmente en la zona al grito de ¡Puro Sinaloa! ¡Ya estamos en La Grandeza! Tal situación fue minimizada por el presidente de México acusando de ser «propaganda».

https://x.com/AdrianLebaron/status/1706408019293089940?s=20

El sábado 23 de septiembre, a través del comunicado “Chiapas desgarrado por el crimen organizado”, Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de San Cristóbal de Las Casas y su auxiliar, Luis Manuel López Alfaro, llamaron a las autoridades de los tres órdenes de gobierno, organismos nacionales e internacionales de protección de los derechos humanos, medios de comunicación y a los participantes en el Diálogo Nacional por la paz, a “visibilizar la situación de violencia que se ha perpetrado en nuestro Estado de Chiapas y que las autoridades correspondientes responsan brindando seguridad al pueblo”.

En el documento, los obispos señalan los sufrimientos que viven los pueblos y comunidades de la región cuando por asesinatos, secuestros, desapariciones, amenazas, hostigamientos, extracción de bienes naturales, persecuciones y despojo de tierras, los grupos delincuenciales se apoderan provocando un “estado de sitio” y de psicosis social por narcobloqueos usando como barreras a la población civil como se vio en los videos del desfile del cartel cuando, se asegura, los pobladores fueron obligados a vitorear a los delincuentes.

No obstante las reiteradas denuncias de la Iglesia diocesana, los prelados acusan del silencio de las autoridades. Hay un “estado fallido y rebasado coludido con los grupos delincuenciales desde fiscales municipales y regionales, presidentes municipales, el gobierno del Estado y federal”.

De manera puntual, los obispos denuncian una serie de delitos e intimidaciones que impiden la paz en la región, desde amenazas, presión y control social, político y psicológicos de n los grupos criminales, manipulación política, despojo de bienes, desabasto de medicamentos, alimentos granos básicos por la continua violencia, el control del territorio, derechos de piso y de paso, reclutamientos forzados que destrozan a las familias y la presencia de grupos armados en pueblos y comunidades.

Responsabilizando a los tres órdenes de gobierno por las omisiones, los obispos, con exigente reclamo, llaman a la atención inmediata de los casos de violencia que están “destruyendo la vida de nuestros pueblos”, de las denuncias de la sociedad civil y, en general, del restablecimiento del orden social son vulnerar a la población y el pleno cumplimiento del estado de derecho.

E invocando el favor del Espíritu de Dios en “estos momentos de crisis y profundo dolor”, los prelados chiapanecos no dudan en poner a la Iglesia “como servidora de la vida del ser humano y defensora de sus derechos, predica su liberación, una liberación que tiene, por encima de todo, el respeto a la dignidad de la persona, la promoción del bien común del pueblo y la trascendencia que mira ante todo a Dios y sólo en Dios deriva su esperanza y fortaleza”.

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