Obispo pide volver la mirada a los niños y a los adolescentes

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Durante la fiesta diocesana de los Santos Niños Mártires de Tlaxcala, el obispo Julio César Salcedo Aquino pidió a la feligresía volver la mirada a los niños y a los adolescentes y darles acompañamiento para que puedan crecer en la fe. Arropados con las medidas preventivas por el Covid – 19, en el atrio de la parroquia de Santa María Atlihuetzia, municipio de Yauhquemehcan, el máximo jerarca de la religión católica en la entidad recordó los casi tres años en que Tlaxcala recibió el don de la canonización de los patronos de la niñez mexicana.

“Es momento de seguir el ejemplo de nuestro Niños Mártires, ellos dieron todo para que la Fe de Dios creciera en Tlaxcala, tenemos que conservar su trabajo pero sobre todo tenemos que crecer juntos con ese amor a Jesús, quienes son padres de familia, tienen la enorme tarea de inculcar y alimentar la Fe de sus hijos”, apuntó.

Durante la homilía expuso que la catequesis es un encuentro con Dios y les permite estar en contacto con su palabra y llevarla a otros lugares, tal como lo hicieron Cristobal, Antonio y Juan. En otro orden, cabe informar que, en marzo de 2017, el papa Francisco aprobó el decreto para la canonización de los llamados mártires de Tlaxcala, los niños indígenas mexicanos Cristóbal, Juan y Antonio asesinados en 1527 el primero y en 1529 los otros dos por profesar la fe cristiana. Los tres niños fueron beatificados el 6 de mayo de 1990 en la basílica de Guadalupe por Juan Pablo II y para ser canonizados no fue necesario ningún milagro, sino el parecer positivo de los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos en el que se reiteraba su asesinato por “odio a la fe”.

Cristobal nació en una población de Atlihuetzía y cursó sus estudios en la escuela franciscana de Tlaxcala y murió a la edad de 12 años matado por su padre después de que el niño le había pedido con insistencia que olvidase a los ídolos y se convirtiese al cristianismo. Lo mismo ocurrió a Antonio, hijo del jefe de Tizatlan, y a su criado Juan que tras conocer a fray Bernardino Minaya fueron asesinados mientras quitaban ídolos indígenas de las casas de la zona.

Con información de Milenio/Adolfo Tenahua Ramos

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