«Tierra de nobleza y solidaridad»

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Con alegría y gratitud, celebramos el día de hoy, el 424 aniversario de la fundación de Monterrey, ciudad capital de nuestro Estado, Nuevo León.

Cada aniversario es la oportunidad ideal para que, junto a la celebración, hagamos una reflexión de nuestro caminar, de todo lo que hemos avanzado y de aquellas cosas que todavía nos faltan por realizar.

Al celebrar a nuestra ciudad, viene a nuestra mente el esfuerzo cotidiano que todos sus habitantes realizan para salir adelante. Este esfuerzo solidario es reflejo de los valores que cimientan la vida de esta gran capital.

La visión de don Diego de Montemayor y de aquellas primeras familias que llegaron a los ojos de Santa Lucía para fundar, en el nombre de Dios Todopoderoso, la ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey ha sido cumplida con creces.

Por lo que en este día tan especial, quiero invitar a todos los habitantes de esta metrópoli para que sigamos haciendo presentes los valores que han sido el sello distintivo y que no podemos dejar de vivir.

Recordando las palabras que San Juan Pablo II dirigió en su visita a nuestra ciudad en mayo de 1990: “A ti hombre, que miras complacido las obras de tus manos, el fruto de tu ingenio, Cristo te dice: ¡no te olvides de Aquel que ha dado origen a todo! ¡No te olvides del Creador! Es más, cuanto más profundamente conozcas las leyes de la naturaleza, cuanto más descubras sus riquezas y potencialidades, tanto más te has de acordar de Él” (Fragmento de la homilía, San Juan Pablo II, Monterrey, 1990).

Queridos hermanos y hermanas, no olvidemos vivir nuestra fe, no olvidemos a Dios en nuestro caminar. Procuremos estar siempre unidos a Él para seguir siempre adelante, siempre ascendiendo, como dice el escudo de nuestro Estado.

En las adversidades, este pueblo ha demostrado que sí se puede salir adelante, y en la prosperidad no se ha olvidado de ser generoso con quien más lo necesita.

Felicito a todos los regiomontanos, pidiendo a Dios por el bienestar de sus familias, para que nunca falte el trabajo que alimenta el diario sustento y que todos podamos seguir unidos en la paz y la solidaridad.

Finalmente, y ante la proximidad del inicio de la temporada de peregrinaciones en el mes de octubre, quiero invitarles fraternalmente para que, en este año, procuremos realizar nuestra visita a la Basílica en pequeños grupos, guardando las debidas precauciones, buscando no realizar la tradicional peregrinación por algunas calles de la ciudad.

Estamos viviendo un tiempo especial en el que debemos cuidarnos.

La Basílica de Guadalupe estará abierta para recibirlos a todos, pero en este año, les pido ofrecer un sacrificio y visitar la casa de la Virgen atendiendo estas indicaciones.

Manifestemos nuestra fe en la docilidad y en el cuidado a nuestros semejantes, pidiendo la intercesión de la Virgen María, para que pronto podamos retomar con normalidad las tradiciones religiosas que tanto bien nos hacen.

+ Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey

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