Uno de los elementos más controvertidos de la reforma litúrgica es el de la «creatividad». Hoy todo sacerdote se considera «autorizado» a cambiar a su gusto los textos y los gestos de la liturgia, como si fuera su dueño.
Sin embargo, tanto los documentos del magisterio como el código de derecho canónico especifican que sólo la Santa Sede puede legislar en el campo litúrgico.
Pero hoy se cree que ser creativo mola, que las liturgias sin creatividad son aburridas.
Hay que decir que la creatividad es una cosa muy bonita y un músico como yo puede decir que la creatividad es una parte importante, diría fundamental, de mi vida. Pero no debería usarse en todas partes, esto sin duda sería un grave error. ¿Qué pensarías de un cirujano que antes de operarte te dijera: “Voy a usar mucha creatividad para operarte”? Estarías, y con razón, aterrorizado.
De hecho, esperas que el cirujano siga los protocolos establecidos a través de la experiencia de muchos otros cirujanos antes que él, precisamente para minimizar el riesgo de complicaciones.
En la liturgia debe haber una parte de creatividad, pensemos en la música sacra o en el arte sacro, pero el rito en sí no debe ser “creativo”.
También es eficaz gracias a la repetición de ciertas fórmulas y oraciones: el sacerdote no necesita comprometerse a cambiar este o aquel elemento. El sacerdote debe cumplir lo que la Iglesia le pide, él no es el protagonista.
Sin embargo, parece que el movimiento litúrgico no ha redescubierto la participación de los fieles, sino que casi ha fomentado el protagonismo de los sacerdotes. Sacerdotes que, digámoslo claramente, son los primeros en no creer en la reforma litúrgica y quizás ni siquiera en la liturgia. Porque…si lo creyeran ¿por qué tendrían que hacer todos esos cambios? Son como esas mujeres que le dicen a su pareja: “Yo te elegí, pero tú tienes que cambiar”. Entonces, ¿por qué no eligen directamente a otro?
Si los sacerdotes creen verdaderamente en la bondad de la reforma litúrgica, ¿por qué se molestan con su creatividad en distorsionar la Misa? ¿No creen en la sabiduría de la Iglesia?
Antes de cambiar el rito hay que amarlo y conocerlo.
Recuerdo a un amigo sacerdote que me dijo hace unos años que no estaba muy involucrado en las cosas litúrgicas. Pero usted es sacerdote, ¿en qué quiere involucrarse? Y luego no fue extraño que se negara a ser llamado «padre».
Hoy cuando asisto a momentos de «creatividad» del sacerdote, yo mismo ejerzo mi «creatividad», ausentándome temporalmente de esa iglesia para volver a los tiempos en que los sacerdotes servían a la Iglesia y no la usaban.
Por Aurelio Porfiri.
ROMA, ITALIA.
LITURGIA E MUSICA SACRA.
