Francisco le pidió ayuda a su amigo Lula para tratar de salvar en Ucrania su «misión sin salida»

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El lienzo vaticano necesario para facilitar ese clima entre Rusia y Ucrania para alcanzar un alto el fuego –condición mínima para iniciar como segundo paso negociaciones dificilísimas, complejas y previsiblemente largas–, parece casi perder fuerza con el paso de los días, como si la misión anunciada hubiera comenzado en un callejón sin salida a pesar de los enormes esfuerzos y la buena voluntad del Papa Francisco. Desde Santa Marta trabajan arduamente para fortalecer la red diplomática colateral más amplia posible en apoyo a la tarea encomendada al cardenal Matteo Zuppi. En este contexto, no faltan los contactos directos con jefes de Estado considerados cercanos y amigos

Hace tres días el Papa mantuvo una breve conversación con Sergio Mattarella, antes de recibir de sus manos el premio Pablo VI, y ayer por la noche allí Lula supuestamente le transfirió la información en su poder obtenida de otros líderes durante el G7 en Beijing, recibiendo de Bergoglio la bendición de convertirse en un pacificador en el área BRICS, es decir, ejercer la persuasión moral con India, Rusia, Sudáfrica y China.

Además, Lula es uno de esos pocos líderes que ha tenido acceso directo a Putin y por eso el Papa Bergoglio confía mucho en él, incluso si la posición de Lula sobre el conflicto ucraniano no es percibida favorablemente por Kiev, dado que cree que él es responsable de la guerra también Zelensky (“quería guerra”) y no solo el Kremlin. 

Francisco en este cuadro magmático es como si caminara sobre cáscaras de huevo, tratando con mil esfuerzos de mantener una línea de «equiproximidad» con Kiev y Moscú tanto como sea posible. Incluso si Zelensky en una entrevista realizada ayer a un diario argentino dijo que el Papa apoya a Ucrania ya los ucranianos. También ayer, en la plaza de San Pedro, el Papa renovó su llamamiento a la paz, mostrando cómo es posible vivir como hermanos y dando el ejemplo de los muchachos de una comunidad de la Toscana donde conviven jóvenes rusos y ucranianos. “Que tu ejemplo suscite en todos propósitos de paz, incluso en quienes tienen responsabilidades políticas. Y esto debe llevarnos a orar más por la Ucrania atormentada y a estar cerca de ella”.

Han pasado más de treinta días desde la misión anunciada, pero el Vaticano aún no ha dado ningún paso oficial y público con respecto a la misión de Zuppi. Estados Unidos ha dado luz verde. «Todos los planes son bienvenidos», dijo el portavoz de seguridad nacional de Estados Unidos, John Kirby, en una rueda de prensa. “Sin embargo, toda propuesta debe considerarse creíble y sostenible y debe contar con el apoyo del presidente Volodymyr Zelensky”. Lo mismo se aplica al ministro de Asuntos Exteriores italiano Tajani: «el objetivo es lograr una paz justa, que asegure la integridad territorial de Ucrania». Lo que, además, reafirmó definitivamente la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: «Tiene que haber un principio: nada sobre Ucrania sin Ucrania. Junto con Ucrania queremos una paz justa que no premie al agresor. Pero que apoye los principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho del pueblo ucraniano a ser dueño de su propio futuro. El presidente Zelensky lo tiene muy claro. Un alto el fuego que resulte en un conflicto congelado no traerá una paz duradera».

Para el cardenal Matteo Zuppi es un itinerario cada vez más complicado y quién sabe si alguna vez podrá lograr el objetivo de facilitar el clima favorable a la paz, aunque muchos exponentes de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa rusa se movilizan en su ayuda. Estos son intentos voluntariosos de probar las aguas, comprender los márgenes de maniobra y crear consenso. Lo cual no es obvio en este contexto.

Por FRANCA GIANSOLDATI.

JUEVES 1 DE JUNIO DE 2023.

CIUDAD DEL VATICANO.

IL MESSAGGERO.

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