El patriarca caldeo de Bagdad, en Irak, cardenal Louis Raphael Sako, expuso que la de los cristianos en esa región del mundo es una fe «lúcida, consciente y realista» como de los Apóstoles y la de los primeros cristianos que «sacrificaron todo, incluso su vida, por amor a Cristo».
Nuestra Iglesia oriental tiene un legado vivo de mártires, a los que debemos volver constantemente”, escribe el patriarca.
“La Biblia – dice el mensaje – nos ayuda a pasar de una fe sencilla a una fe consciente, seria y profunda que encarnamos en nuestra vida cotidiana. Fe, amor y fuerza, con la presencia iluminadora de Cristo en nosotros, entre nosotros y en nuestra Iglesia, para transformarla en encuentro, fiesta, celebración y testimonio, cualesquiera que sean las calamidades».
Una presencia, explica Mar Sako, a la que permanecer «fuertemente adheridos para explicarla claramente a los creyentes con un lenguaje comprensible y nuevo».
“La sólida esperanza que nos ha sido dada en la Resurrección de Cristo nos consuela en medio de estos tiempos difíciles que vivimos constantemente los cristianos iraquíes y orientales. Nos da la capacidad de quedarnos quietos y enfrentar los ataques con paciencia y confianza”.
De ahí el llamamiento:
“Los cristianos puestos a prueba en este Oriente debemos darnos cuenta de que aquí tenemos una vocación y una misión, y que nuestra existencia no es una casualidad, sino un designio divino. Debemos descubrir claramente esta llamada nuestra y adherirnos a ella con confianza, coraje y entusiasmo.
«No tenemos miedo, no importa cuantos seamos cuando somos sal de la tierra, levadura en la masa y luz en la oscuridad, como Cristo nos ha llamado a ser. Seamos solidarios y apoyémonos unos a otros y aliviemos el dolor de los demás, como lo hizo Simón de Cirene, quien ayudó a Jesús a llevar la cruz, y Verónica, quien le secó la cara con su toalla, sobre la cual quedó su rostro. Al hacerlo, la imagen de Jesús permanecerá en nuestros corazones”.
BAGDAD, IRAK.
SIR.