El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá

Vº Domingo de Cuaresma

Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo
Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo
  • Del santo Evangelio según san Juan:  11, 1 – 45

         En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo.

         Al oír esto, Jesús dijo: Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

         Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar  en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: Vayamos otra vez a Judea. Los discípulos le dijeron: Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?. Jesús les contestó: “¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta la luz.

         Dijo esto y luego añadió: Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo. Entonces le dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, es que va a sanar. Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Ahora, vamos allá”. Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: Vayamos también nosotros, para morir con él.

         Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días  en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas.

         Jesús le dijo: Tu hermano resucitará”. Marta respondió: Ya sé que resucitará en la resurrección del último día. Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?.Ella le contestó: Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

         Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja: Ya vino el Maestro y te llama. Al oír esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar allí y la siguieron.

         Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?.Le contestaron: Ven, Señor, y lo verás. Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: De veras ¡cuánto lo amaba!.Algunos decían: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?.

         Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: Quiten la losa. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días. Le dijo Jesús: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?. Entonces quitaron la piedra.

         Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado.Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Luego gritó con voz potente: “¡Lázaro, sal de allí!. Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: Desátenlo, para que pueda andar.

         Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra del Señor.        R. Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO: 

  1. Con este domingo Vº de cuaresma nos acercamos ya a la celebración solemne del misterio pascual de Cristo, es decir, de su pasión, muerte y resurrección, en la semana mayor o semana santa, que iniciaremos el domingo próximo con la celebración de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén el domingo de ramos.
  2. Aunque sabemos que  nuestra redención es un misterio que procede de la voluntad del Padre que envió a su Hijo a redimirnos, sin embargo, la perspectiva en la que humanamente se llega a la pasión de Cristo  es la oposición a su salvación por parte de los judíos, que se hacen instrumentos de la obra del diablo (cf. Jn 14,30). Como veremos en el evangelio de hoy, Cristo mostrará toda la misericordia del Padre, pero muchos la rechazarán y otros en cambio la aceptarán y agradecerán con su propia vida; es la diferencia entre la condenación y la salvación.
  3. El evangelio de hoy se centrará en Betania, el pueblo de los queridos amigos de Jesús, tres hermanos, Marta, María y Lázaro. Es por ello, que ante la enfermedad de Lázaro, las dos hermanas juntas elevan su petición a Jesús, y le mandan decir: Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo.
  4. Jesús dice: Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios…”: estas palabras de Cristo son un gran mensaje para todos nosotros, ninguna enfermedad al final de todo y en última instancia termina en muerte, sino termina en vida eterna; la muerte la percibe el hombre como el fin tremendo y contundente de todo, siendo que a los ojos de Dios, es sólo estar dormidos, es un paso a la verdadera vida. Si viéramos las cosas como Dios, relativizaríamos ese paso que tanto nos impacta, pero en el que Cristo nos enseña a ver más allá, es decir, vislumbrar la verdadera vida. El relato del evangelio de hoy está lleno de detalles que nos impulsan a tener la confianza toda en Cristo, que ha vencido a la muerte, y Él mismo es la resurrección y la vida. Veamos algunos de esos detalles.
  5. Ante la enfermedad de Lázaro, Cristo se entretiene dos días más donde estaba. La angustia del hombre que siente que el tiempo se le acaba, no tiene nada que ver con la seguridad soberana de Cristo que domina plenamente la muerte.
  6. Jesús dice: Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido. Jesús hablaba de la muerte. Para Dios no hay muertos, sino que todos en su presencia están vivos, y serán resucitados por Cristo. La muerte no significa ningún obstáculo para que Jesús dé la vida a todo el que cree en Él: El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá”.
  7. Es significativo que ambas hermanas de Lázaro, reciben a Cristo con la misma afirmación: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Este signo de la fe común de ambas hermanas es signo de que la fe se vive en Iglesia, compartiendo la misma fe todos los demás creyentes.
  8. Marta le dice a Cristo: Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas: grande la fe de esta santa. Merece que Cristo le diga lo que es centro de nuestra fe: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
  9. Ante esta maravilla de buena noticia (que es lo que significa “evangelio”) la pregunta que Cristo nos dirige a todos es: ¿Crees tú esto? El destino eterno de todo hombre se define por creer o no creer; creer, no sólo de palabra sino con toda la vida, lo cual se refleja en las obras, obras de vida eterna cuando se acepta a Cristo.
  10. El evangelio da testimonio de la hermosa sensibilidad humana de Jesús: “…se puso a llorar…” por su amigo Lázaro. Ello nos da prueba de que Cristo nos ama y siente con nosotros todas nuestras angustias y dolores, pero también siempre nos invita a ir más allá de lo meramente humano, y nos hace afianzarnos en la fe y la confianza en el amor de Dios.
  11. La perspectiva humana siempre es muy pobre; queremos abarcar a Dios, pero ello es imposible; por eso Dios siempre va más allá de nuestras miras; la perspectiva de los judíos para un milagro era: “¿No podíéstehacer que Lázaro no muriera?. Lo que implica que no pensaban que Cristo hiciera más allá de curar a su amigo, y ya una vez muerto, nada podía hacer por él, pues nadie nunca ha tenido en sí el poder de resucitar a un muerto.
  12.  Cristo dice: Quiten la losa: aquí tenemos la dimensión de la fe, que contrasta con lo que el ser humano piensa y asegura en su limitada perspectiva: Señor,  ya huele mal, porque lleva cuatro días.
  13. Pero lo imposible para los hombres Cristo lo realiza: Lo pide a su Padre; y a la voz potente del Hijo amado, Lázaro vuelve a la vida. De la misma manera, esperamos todos, que en el día final, a la voz todopoderosa de Cristo, Él nos mande resucitar para la vida eterna saliendo de nuestros sepulcros (cf. Ez 37,12).
  14. El milagro con el que Lázaro vuelve a la vida, como obra de Dios, es realizado por el Padre a petición del Hijo amado, “…para que crean que tú me has enviado dice Cristo. De ahí se sigue que no debemos detener nuestra atención tanto en ningún milagro, sino en llegar al fruto precioso de la fe en Cristo como Salvador y Mesías. Bienaventurado el que cree en el Hijo de Dios.
  15. Cristo nos da a todos la gracia necesaria para creer, pero el hombre es libre, y así, ante el gran milagro en favor de Lázaro, unos creyeron en Jesús: Muchos de los judíos al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él; pero otros, en relación al mismo milagro, “…desde ese día tomaron la decisión de matarlo (Jn 11,53). Aceptar a Cristo o no aceptar su salvación; muy distinto el destino eterno para unos y para otros.
  16. Que la Virgen Santísima de Guadalupe nos haga permanecer siempre fieles a la fe en Cristo, resurrección y vida para cada creyente, y para toda la humanidad.
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