La palabra «sínodo» aparece una sola vez en el Nuevo Testamento: en el pasaje de San Lucas que relata el regreso de la Sagrada Familia de Jerusalén a Nazaret.
Habían subido a la ciudad santa para la fiesta de Pascua y, habiendo cumplido con sus deberes y devociones religiosas, emprendieron el camino de regreso.
El evangelista relata el episodio, tan conocido por todos los que lo meditamos repetidamente en el quinto misterio gozoso del Rosario: “Pero suponiendo que estaba en la caravana, caminaron un día y lo buscaron entre sus parientes y conocidos, pero no lo encontraron» (Lc 2, 44).
La palabra que generalmente traducen nuestras Biblias como «caravana» es el sustantivo griego synodía (συνοδία, synod), que describe la compañía formada durante un viaje o una peregrinación.
María y José, por lo tanto, partieron para un sínodo. Pero no salió muy bien, porque era el niño Jesús el que no tenía intención de irse con el sínodo de los que volvían a casa
.
El primer sínodo que conocemos en nuestros textos sagrados casi terminó en tragedia, porque sus miembros dejaron atrás a Jesús, que es Dios, en lugar de irse con el Sanedrín, Jesús se quedó en el templo a orar y allí lo encontraron sus padres después de que yo Llevo tres días buscándolo.
No sé si con esto Jesús quiso decirnos que Dios Padre está en el templo para orar más que en las asambleas sinodales; o tal vez que, si persistimos en sinodarnos hasta el final, no debemos contar con Él, que no está para estas cosas sino para atender los negocios del Padre; o incluso que, si queremos encontrarlo, es mejor que miremos alrededor de la iglesia y tratemos de orar un poco más.¡
Y a este sínodo a distancia (Jerusalén a Nazaret) asistieron María y José, tan sabios que tuvieron el buen sentido de volver, mientras pudieron, a recuperar a su hijo perdido!
¡Qué será de un sínodo si ni siquiera ellos son invitados, como podría suceder en el próximo, si Dios no corrige el rumbo!
¡Cuántas lecciones podemos sacar de un par de versículos del Evangelio!
Un caravanero, de esos que siempre tergiversan un poco las historias, dijo después (pero era su broma), que había escuchado la conversación inicial, que resumió más o menos así:
- Jesús, vamos, que empieza el Sínodo….
A lo que respondió:
- Voy a la iglesia a rezar…
PD: Espero que alguien -como por desgracia suele suceder- sin entender de moral, tome lo dicho como una falta de respeto a la Madre de Dios oa San José, de quien Dios nos salva y protege. Que nos protejan de malentendidos y de malos sínodos, de los cuales ha habido decenas de buenos en la historia de la Iglesia.
Por Padre Miguel Fuentes.
Instituto Verbo Encarnado.