Con el Miércoles de Ceniza hemos iniciado la Cuaresma, que abarca hasta el Jueves Santo, e inicio del Triduo pascual. Cuarenta días que evocan los pasados por JESÚS en el desierto antes del comienzo de su predicación por tierras de Palestina. Los cuarenta días previos a la celebración de la muerte y Resurrección de JESÚS revisten un específico carácter bautismal, o preparatorio a la Iniciación Cristiana. Sin duda que los lectores de estas líneas fueron bautizados, recibieron la Confirmación y participan con asiduidad a la EUCARISTÍA. Siendo las cosas así, la Iniciación Cristiana se ha producido y forma parte de la historia personal; pero los creyentes tenemos la oportunidad cada año litúrgico de renovar la Iniciación Cristiana. No está mal “volver al Amor primero” (Cf. Ap 2,4). La religión encierra elementos alusivos, simbólicos y metafóricos, con objeto de crear espacios o ámbitos de encuentro con DIOS, que está por encima de nuestros cálculos y percepciones. Caminamos en la certeza y seguridad de la Fe, que se vuelve confianza; y vivimos la renovación de la experiencia de conversión. Vivimos o viajamos por la vida dejando cosas atrás, porque las secuencias del tiempo se suceden sin interrupción. Habrá fases del recorrido en las que fue preciso tomar decisiones drásticas, girar el rumbo muchos grados con respecto a la dirección tomada; pero llegan los tiempos en los que la conversión es sinónimo de corrección, y no se puede ser negligente en los ajustes necesarios, pues el viaje no ha terminado. No es la misma Cuaresma del año pasado, ya que el mundo, la Iglesia y uno mismo hemos modificado el estado de las cosas para bien o para mal. La Iglesia nos sigue indicando la limosna, la oración y el ayuno como medios o remedios para subsanar aquellas anomalías habidas en nuestra trayectoria cristiana. Bien sabemos que el cristiano es alguien que está en camino intentando seguir a JESUCRISTO. El cristiano no se ejercita en la virtud para verse dentro de una aristocracia moral, sino que el objetivo está en la relación e identificación con JESUCRISTO el MAESTRO. En la Cuaresma se reducen los cantos: el gloria y el aleluya en la Santa Misa; pero no dejaremos de cantar para entrar con fuerzas renovadas por la senda del Siervo de YAHVEH.
El Sermón de la Montaña
JESÚS establece para sus seguidores la religión interior. El discípulo ha de ser consciente de su mundo interior de intenciones. El núcleo espiritual, que desenvuelve en la conducta moral está presidido por las Bienaventuranzas están arraigadas en el corazón. Conocimiento, voluntad y acción deben de encontrarse en la misma línea. Los deseos e intenciones profundos deben examinarse con verdadero discernimiento, para identificar las malas hierbas que puedan acompañar al crecimiento del bien y la virtud. JESÚS previene a los suyos: “cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro PADRE celestial” (Cf. Mt 6,1). Entendemos que la práctica de nuestra justicia es el conjunto de actuaciones por las cuales pretendemos dar orden y coherencia a la vida propia según la voluntad de DIOS. Como muy bien comprobamos, no vivimos aislados, ajenos a los otros que forman parte de la sociedad. De hecho lo que tenemos es en gran medida fruto del reconocimiento ajeno o social; por tanto, nuestra actuación particular está proyectada hacia los otros en su mayor parte. Existen acciones que repercuten en el ámbito social, pero no tienen la obligación de ser registradas públicamente. En este caso se encuentra la limosna, la oración y el ayuno. ¿Tienen repercusión social las limosnas personales, las oraciones y los ayunos particulares? La doctrina de la Comunión de los Santos, que afirmamos creer en el Credo nos indica que estas vertientes de la ascesis cristiana actúan de forma prioritaria y beneficiosa en todo el Cuerpo de la Iglesia y la sociedad en su conjunto. Un poco de limosna dada con la exclusiva intención de agradar a DIOS puede obtener una insospechada carga meritoria. El ejemplo a lo anterior lo tomamos del evangelio en el episodio de la viuda que echa dos monedas de escaso valor en el cepillo del Templo (Cf. Lc 21,1-4). JESÚS sentencia: “esa viuda echo más que nadie, porque todos echaron de lo que les sobraba, pero esa pobre viuda echó todo lo que tenía para vivir”. La viuda pobre sólo contaba con el apoyo de DIOS, y ella estaba dispuesta a poner toda su confianza, en este caso de forma heroica. Dentro del Sermón de la Montaña se establece de modo esquemático la limosna, la oración y el ayuno falsos y verdaderos. Hay una falsa moneda que circula a través de la falsa limosna; existe una falsa oración, que no se inicia ni concluye en DIOS; existe un ayuno falso que no revaloriza la dignidad humana, sino que la destruye. Las nuevas supersticiones imponen: no toques, no comas, no utilices.
JESÚS nos habla del PADRE
Al comienzo de la Cuaresma debemos fijarnos en lo que resulta esencial, y eso lo marca el propio Mensaje de JESÚS, que mantiene como eje de su predicación la persona misma del PADRE. La nueva justicia que los cristianos debemos practicar supera el ejercicio de una virtud, pues nos habla de participar del mismo plan de DIOS, en el que nos sentimos integrados y reconocidos paternalmente por ÉL. Nos decía JESÚS: “si vuestra justicia no es superior a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Cf. Mt 5,20) Hay una vía para mantener la acción del ESPÍRITU SANTO y dejar a un lado al propio ego, que reclama un protagonismo que nos lleva a la ruina. El modo de comportarnos para no impedir la acción del ESPÍRITU SANTO es el modo discreto de lo secreto. “Cuando vayamos a dar limosna, que no sepa la mano izquierda, lo que da o realiza la derecha” (Cf. Mt 6,3). La permanencia en lo secreto representa un gran esfuerzo a la hora de negar la autocomplacencia del ego. En la limosna, la oración o el ayuno, el destino es la comunión con el PADRE, de lo que JESÚS nos habla en este mismo evangelio: “nadie conoce al PADRE, sino el HIJO y aquel a quien el HIJO se lo quiera revelar” (Cf. Mt 11,27). Para esto ha venido JESÚS para mostrarnos el rostro del PADRE; o dicho de otra forma, para llevarnos a DIOS. Este es el objetivo de la ascesis de la Cuaresma incluida la oración y el ayuno. De otra forma se podría estar alimentando el orgullo espiritual al hacer balance de las limosnas dispensadas, las oraciones realizadas o los ayunos practicados. El secreto de la ascesis nos conduce en otra dirección. El tratamiento que damos a la limosna nos aleja un tanto de la solidaridad real o ficticia de las distintas asociaciones, a las que convendría dedicar un momento de análisis, para comprobar con quiénes estamos colaborando de buena fe. En el campo de las organizaciones sin ánimo de lucro, que dicen ayudar en causas muy nobles, sin embargo nos encontramos con algunas manifiestamente fraudulentas. La solución está en buscar aquellas que verdaderamente lleven a término los objetivos publicitados.
La oración desde lo secreto
JESÚS señala dos escenarios visibles o públicos: las plazas de las calles y las sinagogas; y como contrapartida indica la instancia interior inapreciable para los ojos externos. La verdadera oración nace en el aposento interior de cada persona; por lo que esta recomendación es capital. Las palabras tienen que acompañar la oración, lo mismo que los sentimientos y el silencio, pues habrá que reconocer los movimientos internos que se producen por el hecho de buscar la presencia de DIOS en el recinto interior. Todas las personas que se han decidido a mantener una relación personal con DIOS ven la necesidad de un cierto retiro exterior y silencio: “es preciso entrar en el propio aposento y cerrar la puerta” (Cf. Mt 6,6). Se entiende perfectamente, que es necesario cerrar la puerta a las sensaciones externas y a las distracciones interiores. En el momento de disponerse al diálogo con DIOS percibimos todo lo que no es DIOS y en ese momento sobra pudiendo esperar en el mejor de los casos. Para iniciar una oración desde el aposento interior tiene que darse un aspecto previo: saberse en DIOS. “En ÉL vivimos, nos movemos y existimos” (Cf. Hch 17,28). Puede ser de gran ayuda repasar lentamente oraciones vocales que favorezcan la Divina Presencia como el Salmo 138. Desde el Bautismo, los cristianos estamos asistidos por la presencia del ESPÍRITU SANTO, y este es un hecho capital que no podemos olvidar: “el ESPÍRITU SANTO clama en nosotros con gritos inefables, y nos ayuda a pronunciar con verdad ¡ABBA! –padre-“ (Cf. Rm 8,14-16) Por otra parte, la oración pública es necesaria como vehículo testimonial de la Presencia de DIOS en medio de su Pueblo y del mundo en general. La Liturgia une la expresión externa y la interioridad, haciendo posible una oración en la que participan los sentidos, la inteligencia y el corazón al unísono. La solemnidad de una gran liturgia puede constituir una experiencia religiosa y estética recordada con el paso de los años.
El ayuno
JESÚS estuvo sin comer en el desierto durante cuarenta días. El ayuno debemos entenderlo también en un sentido amplio, no sólo en lo que se refiere a la privación voluntaria de alimentos. El objetivo del ayuno es el de conseguir una mayor libertad interior para el encuentro con DIOS. Nos dice el apóstol san Pablo que “somos santuarios de DIOS” (Cf. 1Cor 3,16); por tanto, DIOS mora en nosotros porque ÉL está siempre en su santuario o lugar santo. El verdadero ayuno ayuda a percibir la precariedad que nos caracteriza; y cualquier gesto de presunción por nuestra parte es una insensatez. Cada persona tiene que establecer con ponderación su modo de ayunar, al mismo tiempo que se atiende a lo previsto por la Iglesia. Oficialmente, el ayuno que manda la Iglesia queda establecido en dos días: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo. Este mínimo establecido no impide un plan personal, que nos ayude a mejorar las disposiciones para el encuentro con DIOS y el servicio a los hermanos. Las pequeñas renuncias, que pasan desapercibidas a los que están alrededor operan grandes beneficios espirituales, pues siguen la línea de la actuación en lo secreto. No alcanza el favor de DIOS la apariencia externa demacrada para dar la impresión de un gran ejercicio ascético: “cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note no la gente, sino DIOS” (Cf. Mt 6,17-18). Los falsos ayunos se desenmascaran con facilidad, pues se establecen concediéndoles una efectividad espiritual por sí mismos, y tal cosa no es cristiana. En todo momento la validez o eficacia viene dada por la acción de la Gracia, por eso JESÚS declaró puros todos los alimentos (Cf. Mc 7,19); y no cifró nunca el crecimiento espiritual en los ejercicios ascéticos por sí mismos. El crecimiento cristiano pertenece al grado de unión con JESUCRISTO.
La dignidad del hombre
En tiempos como los presentes hay que volver a las raíces y resaltar lo elemental. El tiempo litúrgico de la Cuaresma es para el hombre, y de nuevo las lecturas nos aproximan a la verdad de lo que somos. Algo se afirmó en la celebración del Miércoles de Ceniza con la imposición de la misma a los participantes en la liturgia: “polvo eres y al polvo volverás”. Como bien sabemos, esta fórmula tiene otra alternativa, que en la actualidad es la que más se utiliza: “conviértete y cree en el Evangelio”. Pero la primera fórmula mantiene resonancias que vienen del libro del Génesis, del segundo relato de la creación del hombre. Esta es la primera afirmación, en absoluto desdeñable: el hombre es creación de DIOS. No merece la pena enfrascarse en la discusión entre creacionismo o evolucionismo, pues ambas posturas radicalizadas entran en graves deficiencias y contradicciones. DIOS está presente en la Creación desde el primer instante, y no puede ser de otra forma; y todo va saliendo de sus manos creadoras, sin que la Biblia tenga especial interés en convertirse en un tratado de antropología o de biología. La ciencia comprueba el resultado de los procesos e intenta dar una respuesta hipotética a los mismos, pero aquí es donde se muestran las grandes deficiencias. El barro de la tierra, del que habla la Biblia, con el que DIOS forma al hombre, adquiere significados diversos lejos de atribuir a DIOS estrictas funciones de alfarero. La metáfora es luminosa, pero la realidad permanece en el misterio mismo de las obras creadas por DIOS. No obstante, toda esta incertidumbre alrededor de la Obra Divina da lugar a la afirmación de la dignidad del hombre como alguien que pertenece directamente al Misterio de DIOS con un valor en sí mismo, y por encima de cualquier otra criatura existente en el mundo material. En los primeros versículos de la primera lectura de este domingo, se concluye que el hombre es un ser viviente gracias al hálito que DIOS le ha insuflado: “formó DIOS al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices un aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Cf. Gen 2,7). Este Aliento de Vida es también conocimiento e inteligencia, que hacen del hombre “imagen y semejanza de DIOS” (Cf. Gen 1,27) La inteligencia humana es radicalmente distinta de las habilidades que distintos animales puedan exhibir. El hombre tiene historia y hace memoria del pasado, de sus tradiciones, costumbres, normas sociales, leyes y pautas de comportamiento dentro del clan o la familia. Los animales en absoluto poseen la memoria histórica del pasado. El hombre tiene capacidad de pronosticar el futuro, pues tiene el conocimiento y la inteligencia suficientes para hacer prospectivas hacia el futuro, teniendo en cuenta los datos acumulados con anterioridad. Ningún otro animal es capaz de elaborar pronósticos. El hombre puede, porque está en su misma naturaleza, establecer códigos éticos o morales para regular la conducta individual, familiar o social. Ni de lejos cualquier otro animal es capaz de algo parecido, pues el animal se comporta de acuerdo con su estructura instintiva. El aprendizaje en el hombre tiene una versatilidad inimaginable para cualquier animal, independientemente que algunas habilidades del animal nos puedan sorprender, pero la excepcionalidad del animal suele depender de su umbral perceptivo. Este es el caso del perro adiestrado que percibe la existencia de droga en recipientes prácticamente herméticos, donde otros instrumentos para la detección son ineficaces. Resulta penoso, que en nuestros días tengamos la necesidad de poner en el debate lo que no hace mucho tiempo era evidente, pero los sicarios de la mentira quieren convencernos de la irrelevancia del ser humano salido de las manos de DIOS, pues pronto aparecerán individuos en úteros artificiales con lo que algunos creerán haber ganado la batalla a DIOS, pero los resultantes de esas elaboraciones carecerán del “hálito de Vida”, y no serán verdaderos hombres.
DIOS creó un jardín
El hombre pensado por DIOS y salido de sus manos era muy bueno y merecía un lugar acorde con su estado de perfección; entonces, DIOS piensa en crear un jardín para el hombre en Edén: “luego creó DIOS un jardín en Edén donde plantó al hombre que había formado” (Cf. Gen 2,8). Aunque el lugar era idílico no estaba terminado, y DIOS lo va llenando según el hombre se va encontrando dentro de aquel lugar ideal: “DIOS hizo brotar árboles deleitosos a la vista y buenos para comer” (Cf. Gen 2,9) El mundo inicial del jardín está para ser visto. El hombre puede experimentar sin perturbación alguna un gran placer visual a su alrededor en todo lo que contempla. El árbol se entiende que significa también el conjunto de cosas que están relacionadas en un orden práctico y estético. También existen los árboles que sirven de alimento, pues había quedado establecido: “todo fruto que da semilla os servirá de alimento” (Cf. Gen 1,29). En medio del jardín plantó DIOS dos árboles enigmáticos: “el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Cf. Gen 2,10). Sigue diciéndonos el Génesis: “dejó DIOS al hombre en el jardín del Edén para que lo labrase y cuidase. Y le puso DIOS este mandamiento al hombre: de cualquier árbol del jardín puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás; porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Cf. Gen 2,16-17).
La ayuda adecuada
Parecía que la obra estaba concluida con la aparición del hombre, pero “no es bueno que el hombre esté solo” (Cf. Gen 2,18). Lo bueno, por tanto, es que el hombre establezca y mantenga nuevas relaciones en el lugar previsto, el Paraíso del Edén. Para que el hombre no esté solo, DIOS piensa en hacerle “una ayuda adecuada” (Cf. Gen 2,18). Del suelo formó DIOS los animales del campo y las aves del cielo, y los presentó ante el hombre para ver cómo los llamaba” (Cf. Gen 2,19). No se habla aquí de los animales marinos, o de los animales salvajes; sino de aquellos que podían entrar en una relación directa con un hábitat ausente de violencia. El hombre puso nombre a los animales que DIOS había hecho surgir del suelo; por tanto, también habían sido creados pero en un rango distinto al que posee el hombre, que tiene la capacidad de ponerles nombre y especificarlos. Pero aún así, el hombre se sigue sintiendo solo: la ayuda adecuada todavía no ha llegado. Después de un sueño profundo, DIOS hace salir a Eva del costado de Adán, que encuentra en ella la ayuda adecuada. El estado de plenitud del hombre en el jardín del Edén se realiza cuando aparece la mujer, que no nace del suelo como los animales, o es modelada del barro, como el hombre, sino que es modelada de una costilla de Adán. Con razón exclama Adán: “esta sí que es carne de carne y hueso de mis huesos” (Cf. Gen 2,23). La humana soledad del hombre se resuelve cuando se entabla una relación de encuentro personal entre los semejantes, y de forma especial entre el hombre y la mujer.
La serpiente mentirosa
En este lenguaje enigmático que emplea el autor sagrado, se presenta ahora la serpiente que posee el veneno más letal: la mentira. La serpiente de este pasaje (Gen 3,1) es identificada como Satanás, el Ángel caído (Cf. Ap 12,9), y el “padre de la mentira, homicida desde el principio” (Cf. Jn 8,44). Satanás para extender su reguero de muerte tiene que mentir siempre. Los primeros versículos del capítulo tres del Génesis, que están en la primera lectura de este domingo, ofrecen la estructura básica de todo pecado inoculado en el corazón del hombre. Por otra parte, estos versículos dan cuenta de lo que llamamos el pecado original, que vamos trasmitiendo y heredando generación tras generación. Se puede discutir lo que nos parezca, pero el dato positivo es que nacemos con una inclinación al mal, que por razones obvias no nos da tiempo a haberla adquirido; lo mismo que también existe en la raíz de la psique humana las tendencias hacia el bien. Pero el hombre y la mujer no somos seres angelicales sin mácula de egoísmo, soberbia, violencia, y otros sesgos añadidos. Algo muy grave ha pasado en la naturaleza humana, para haber contraído desde el nacimiento un cúmulo de deficiencias éticas y espirituales, que a duras penas corregimos, en parte, al cabo de los años. Bienvenida la persona que con el paso del tiempo va limando las graves tendencias negativas que despuntan en las edades tempranas. Algo muy grave ha sucedió y continúa ocurriendo cuando toda la acción de la Gracia dispensada por DIOS nuestro SEÑOR no es capaz de contrarrestar en algunos momentos la falsedad generalizada, como comprobamos en nuestros días cuando las ideologías rampantes pugnan por disolver la naturaleza humana. Algo muy grave ha sucedió y se mantiene en el tiempo, pues la humanidad no fue capaz de reconocer al HIJO de DIOS, echando más escoria sobre nuestras cabezas. Aquellos que pedían la muerte de JESÚS le dijeron a Pilato: “que la sangre de ese caiga sobre nosotros y nuestro hijos” (Cf. Mt 27,25); y así ha sucedido. Esa automaldición que la humanidad prolonga puede revertirse por la conversión y el arrepentimiento, dando valor redentor al único que rompe las cadenas satánicas, haciendo válida su sangre redentora, JESUCRISTO.
El juego con el Malo
La consumación de la desobediencia original tiene el preámbulo del coqueteo con el Malo. La tentación inicial está cargada de frivolidad por parte de Eva. Satanás expone una mentira desde el principio e incita al diálogo amigable: “¿cómo es que DIOS os ha dicho, no comáis de ninguno de los árboles del jardín? Respondió la mujer: podemos comer de todos los árboles, pero del que está en el centro del jardín DIOS nos prohibió comer so pena de muerte” (v.2-3) La mujer debía saber, que la información que le estaba dando a la serpiente era conocida por ella, y por tanto resultaba algo superfluo mantener argumentos que no iban a entrar en un ámbito de verdadero diálogo. Satanás toma la entrada que le da la mujer para reforzar su argumento: “no moriréis; pues sabe DIOS que el día que comierais de ese árbol seréis como DIOS, conocedores del bien y del mal” (v. 5) Satanás elevó el reto al grado máximo: su verdad contra la Palabra de DIOS. Ahora le toca al hombre decidir sumido en el estado de sugestión que lo ha conducido hasta ese punto. Porque las palabras del Maligno no son mera información, sino canales abiertos de persuasión hacia el mal. Antes de cometer el acto de desobediencia se habían abierto puertas y ventanas a la influencia satánica. Así de insensatos nos volvemos los humanos en nuestra soberbia, cuando creemos que todo lo podemos y todo lo sabemos.
La muerte llegó
“Si coméis del árbol de la ciencia del bien y del mal, moriréis sin remedio” (v.17) Adán y Eva en un primer momento podrían haber pensado que la serpiente tenía razón: no habían muerto, estaban vivos, se les habían abierto los ojos y se veían desnudos. Esto último, ¿era un avance o una desgracia? Para disimular su desnudez se hicieron unos ceñidores con hojas de higuera (v.7). De la misma forma que habían adquirido el rango que tenían de forma gradual, así también la muerte que se había hecho presa en ellos los iría matando en breve tiempo. La muerte, después de la caída en el pecado se presentaba como una liberación, pues las desgracias dieron comienzo con un crecimiento exponencial hasta el diluvio. Algunas de las consecuencias del pecado inicial fueron: el miedo a DIOS y la desconfianza de su Palabra, la expulsión del jardín del Edén y la bonanza que disfrutaban en medio de sus tareas, la tierra fuera del jardín era agreste y se resistía a producir para el sustento del hombre, de ahí la sentencia: ganarás el pan con el sudor de tu frente. Las relaciones conyugales dejarán de ser idílicas y la maternidad será dolorosa en todas sus fases. Las relaciones fraternales inmediatas a la caída están marcadas por la rivalidad y el odio: muerte de Abel a manos de Caín (Cf. Gen 4,8). El telón de la Historia de la Salvación no se bajó en aquellos momentos, porque dadas las características del hombre, éste podía ser salvado mediante un acto extraordinario de la intervención divina; y así en toda esta larga cadena de desgracias aparece la gran promesa mesiánica: “DIOS maldice a la serpiente, y le dice, comerás polvo durante toda tu existencia, y la descendencia de la MUJER te pisará la cabeza, cuando tú intentes morder el calcañar” (Cf. Gen 3,14-15). En un punto de esta promesa estamos nosotros, porque la batalla espiritual contra Satanás todavía no ha terminado, aunque la victoria de JESUCRISTO ha establecido su sentencia.
El desierto y las tentaciones
Como bien sabemos, el episodio de JESÚS en el desierto lo establecen los evangelios al comienzo de la misión evangelizadora, pero la Cuaresma toma como pórtico de entrada los cuarenta días intensos de oración y ayuno, para disponernos a todos los seguidores con el ánimo de afrontar las grandes lecciones vitales para la Salvación. Dice el tercer cántico del Siervo de YAHVEH: “cada mañana el SEÑOR me despierta el oído, para que escuche como los iniciados y poder dar así una palabra de aliento a los abatidos” (Cf. Is 50,5). En el desierto se aprecia el silencio cuando se han identificado todos los sonidos existentes. JESÚS se convierte durante cuarenta días en discípulo del PADRE, y ÉL está dispuesto a que su oído sea despertado, pues habrá de ofrecer palabras de aliento a los corazones abatidos, hasta el momento en que llegue la persecución en toda su crueldad; y entonces ofrecerá la espalda a los latigazos y el rostro endurecido como el pedernal recibirá los golpes más despiadados (Cf. Is 50,6-9) como sigue anticipando el mencionado cántico. El desierto es el lugar para el encuentro con DIOS, el combate con el Maligno y el adiestramiento en el autodominio. San Marcos lo resume muy bien: “JESÚS fue arrebatado por el ESPÍRITU SANTO al desierto para ser tentado por el diablo y los Ángeles le servía” (Cf. Mc 1,13). JESÚS en el desierto es el Nuevo Moisés que ha de liberar al Pueblo, procurarle una identidad nueva y conducirlo a la Nueva Tierra, que está más allá de este mundo. El enemigo principal a batir es Satanás, y para JESÚS este extremo no representa la más mínima duda. ÉL es el HIJO del PADRE, que fue enviado a este mundo como único SALVADOR; pero también es hombre, y su condición humana tiene que adiestrarse para lucha literalmente a muerte, que está a punto de iniciarse. JESÚS muere en la Cruz, pero las intrigas para acabar con ÉL dan comienzo al inicio de su vida pública (Cf. Mc 3,6).
Insistencia
El evangelio de san Mateo es posterior al redactado por san Marcos e insiste en el mismo asunto: “JESÚS fue llevado por el ESPÍRITU SANTO al desierto para ser tentado por el diablo” (Cf. Mt 4,1). Parece que es prioritario destacar la fortaleza espiritual de JESÚS y el objetivo central de su misión. “Por envidia de Satanás entró la muerte en el mundo” (Cf. Sb 2,24). Para desterrar la muerte espiritual que es el pecado hay que erradicar a Satanás y los exorcismos forman parte de este objetivo, pero la victoria en la batalla espiritual se consigue cuando se produce la conversión del corazón. El Evangelio es el anuncio del Amor infinito de DIOS al hombre, que espera su retorno. Después de cuarenta días con sus noches sin alimento, JESÚS sintió hambre” (v.2). El tentador se acercará a JESÚS como un día lo hizo con Eva en el paraíso, utilizando la mentira, las medias verdades y la insinuación. Al final de las tres tentaciones, queda claro que JESÚS elige la vía del Siervo de YAHVEH para llevar adelante su misión. Tres tentaciones diferentes con un hilo conductor: conseguir que JESÚS haga un mal uso del poder. Sólo DIOS tiene todo el Poder y el HIJO somete toda su misión bajo la autoridad del PADRE.
Primera tentación
“Le dice el tentador: si eres el HIJO de DIOS, haz que estas piedras se conviertan en panes. JESÚS respondió: no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de DIOS” (v.3-4) El poder para realizar signos, prodigios y milagros, JESÚS nunca lo utilizará en provecho personal. Cada uno de los signos realizados tiene un carácter mesiánico dan testimonio de ÉL como ENVIADO del PADRE (Cf. Jn 5,36-37) En ocasiones es muy estrecha la línea que separa el provecho personal y el bien de los demás; y JESÚS tuvo muy claro que en ningún momento podía traspasarla. JESÚS cura a Malco la oreja que el impulsivo Pedro le corta de un tajo (Cf. Jn 18,10; Lc 22,51), pero no utiliza su poder para neutralizar a los que viene a prenderle en Getsemaní. JESÚS multiplicará panes y peces para realizar un signo que ponga de relieve su condición de Nuevo Moisés y proponer así la doctrina central sobre la EUCARISTÍA (Cf. Jn 6) Pero no le es dado la utilización de su Poder para realizar un espectáculo circense como le pedirá Herodes unas horas antes de su muerte en la Cruz (Cf. Lc 23,8).
Segunda tentación
“El diablo, entonces, lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone sobre el alero del Templo, y le dice: si eres el HIJO de DIOS, tírate abajo, porque está escrito, a sus Ángeles te encomendará y en sus manos te llevará, para que no tropiece tu pie en piedra alguna. JESÚS le dijo: también está escrito, no tentarás al SEÑOR tu DIOS” (v.5-7) JESÚS en la primera tentación contesta de forma tajante con la Palabra de la Biblia: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de DIOS” (Cf. Dt 8,3). En esta segunda tentación el Diablo también utiliza el texto de la Escritura para adecuarlo a sus propósitos, y le propone a JESÚS un fragmento del Salmo 91. Con el tentador la respuesta tiene que ser imperativa en el sentido contrario y provista del Poder de DIOS. JESÚS responde de forma terminante: “no tentarás al SEÑOR, tu DIOS” (v.7). JESÚS no quiere el poder religioso como lo entendían los saduceos y los fariseos. Había que dar al Judaísmo todo el sentido espiritual basado en la Escritura. Había que esclarecer el contenido de lo que se había revelado en la Ley, los Profetas y los Salmos. No era la vía del poder religioso la adecuada para manifestar a Israel el rostro del VERBO que se había encarnado en JESÚS de Nazaret. Las señales dadas con los prodigios y milagros tenían su importancia, pero lo central de la misión era el anuncio del Evangelio a los pobres (Cf. Lc 4,18;7,22). JESÚS quería llegar con el anuncio del Reino de DIOS a los excluidos del Templo y las sinagogas por su torpeza, incapacidad, enfermedad e incluso pecado. La clase religiosa de su tiempo no quiso entender el comportamiento de JESÚS. El poder religioso del Templo tenía una buena relación con el Imperio y un líder carismático situado en la cúspide del poder religioso podía liderar políticamente a las masas por un tiempo. Pero JESÚS no quería ese camino que Satanás le proponía.
Tercera tentación
“Todavía el tentador lleva a JESÚS a un monte alto y le muestra todos los reinos del mundo, diciéndole: todo esto te daré, si postrado ante mí me adoras. JESÚS le contestó: apártate de MÍ, Satanás, escrito está, al SEÑOR adorarás y a ÉL sólo darás culto” (v.9-10). Son muy variadas las áreas en las que las personas realizamos algún tipo de poder; pero sin duda alguna, la satisfacción por el poder adquiere su grado más alto cuando se ejerce el poder político. La adrenalina segregada en sangre por la actividad política no tiene punto de comparación con la persona que de forma discreta ejerce el poder en su empresa particular, o en la sombra del sector financiero. Estos últimos disponen de poder y tienen su cuota de satisfacción, y se pueden sentir triunfadores, pero nunca como el político que fue elegido, aplaudido y en el poder ejerce una autoridad casi indiscutible. Satanás ofrece a JESÚS una plataforma pública de hegemonía mundial: todos los reinos del mundo están bajo su influencia. En realidad Satanás miente y pretende pactar de forma fraudulenta con JESÚS. Satanás tiene un cierto dominio, pero no es el poseedor de todo ni mucho menos. Satanás va convenciendo a los que le venden su alma, si postrado ante mí me adoras, y les da algunas parcelas, con las que los que están en su bando se contentan. De cualquier forma la tentación del poder político es muy fuerte para cualquier persona normal, pero JESÚS tenía muy claro por dónde debía discurrir su actuación. El Reino de DIOS no se puede confundir o asimilar a un reinado mundano. El Reino de DIOS se orienta a la transformación de los corazones, desprendiéndolos de las ataduras de este mundo para elevarlos al Reino de los Cielos definitivo: “trabajad por las riquezas del Cielo donde no existe óxido que las corroa, ni polilla que las afecte” (Cf. Mt 6,20).
Los Ángeles sirven a JESÚS
“Se acercaron los Ángeles y le servían” (v.11) Es san Lucas quien indica que terminadas estas tentaciones en el desierto, el diablo se retira hasta una nueva ocasión (Cf. Lc 4,13). De distintas formas Satanás trató de obstaculizar la misión de JESÚS, por lo que el episodio de las tentaciones no debemos verlo como un hecho singular al inicio de la misión. Pero también hemos de tener presente la actuación de los Ángeles, que fueron fieles a DIOS desde el principio y colaboran estrechamente en la obra de la Redención. Este versículo final de las tentaciones en el desierto ofrece una clave para la tarea evangelizadora que no se debe pasar por alto. JESÚS contó con la colaboración activa y permanente de los Ángeles, que se muestran de forma equilibrada en los evangelios y en todo el Nuevo Testamento. En los tiempos actuales no estamos en condiciones de prescindir de todas las ayudas del Cielo para hacer presente el Reino de DIOS en este mundo. No podemos aceptar cualquier fábula sobre los Ángeles, y tenemos que mirar lo que nos dice la tradición de la Iglesia.
San Pablo, carta a los Romanos 5,12-19
La justificación por la Fe, que expone san Pablo de forma especial en las cartas a los Romanos y a los Gálatas, no es excluyente. Las obras tienen su papel dentro de la actividad humana necesaria para el desarrollo personal. La Fe impulsada por la Caridad se expresa sin otro remedio en un comportamiento específico, que distingue dentro de la sobriedad y discreción, el estilo de vida cristiano. El cristiano tiene que vivir en el mundo pero no puede verse atado por los condicionamientos mundanos, pues si así sucediese dejaría de ser una sencilla referencia del Reinado de DIOS. Por otra parte, el creyente sabe que ninguna de las obras realizadas tiene capacidad o poder salvador, pues sólo JESUCRISTO es el SALVADOR. Realizando todo con desasimiento, el cristiano vive con alegría y Esperanza, encaminándose hacia las realidades eternas objeto de las promesas. Nuestro destino no es un territorio en este mundo, como lo fue en su momento para el Pueblo elegido; por el contrario, nuestra recompensa por los trabajos de esta vida pertenecen a otro mundo que trasciende el presente: “me voy a prepararos sitio, cuando os prepare sitio volveré y os llevaré CONMIGO, para que donde YO estoy estéis también vosotros” (Cf. Jn 14,1-3). Los versículos del capítulo cinco, pertenecientes a la segunda lectura de hoy, inciden en los argumentos centrales de esta carta: la justificación, el pecado generalizado, la sobreabundancia de la Gracia, y la singularidad del SALVADOR. El pecado originado en Adán se resuelve en JESUCRISTO. La muerte y el pecado formarán desde el comienzo un misterioso binomio: el pecado es en sí mismo es la muerte que afectó a todo hombre con unas consecuencias desastrosas; pero el Nuevo Adán tomará la muerte para destruir por dentro al gran pecado; y esa acción espiritual sigue su proceso. Ningún poder puede evitar que la sangre de JESUCRISTO haga valer sus derechos, que exceden infinitamente las reclamaciones del pecado y de la muerte -del Malo-.
El pecado en el mundo
“Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte; y así la muerte alcanzó a todos los hombres por cuanto todos pecaron” (v.12). La humanidad desde Adán vive bajo el imperio del pecado y de la muerte, actuando de espejo de ese mal espiritual y moral la propia Ley. Sólo con JESUCRISTO llegará el imperio de la Gracia: “he venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia” (Cf. Jn 10,10). Los hombres rompemos la espiral del pecado y de la muerte gracias a la reconciliación con DIOS (v.11) dada por su HIJO en nuestro favor.
Pecado imputable
“Hasta la Ley había pecado en el mundo, pero el pecado no es imputable cuando no hay Ley” (v.13) Abre en este punto san Pablo un asunto que origina amplios debates: la conciencia como instancia moral. Al comienzo de esta misma carta advierte el Apóstol que la razón del hombre tenía suficiente capacidad para atribuir la Creación al CREADOR, sin necesidad de desviarse hacia la idolatría (Cf. Rm 1,19-24) Sin embargo en este capítulo parece considerar la importancia del mal estado intelectual y moral del hombre, que no es capaz de examinarse a sí mismo. San Pablo admite que fue necesaria la promulgación de la Ley para que apareciese con claridad en las conciencias la condición de pecado. San Pablo distingue muy bien entre la imputabilidad del pecado y las consecuencias del mismo cuando este se hace patente, y nos dice: “con todo reinó la muerte desde Adán hasta Moisés incluso entre aquellos que no pecaron con una trasgresión semejante a la de Adán” (v.14). Las condiciones establecidas para reconocer el pecado nos pueden ayudar: materia suficiente del mismo, plena advertencia de lo que se va a realizar y voluntad libre para hacer lo que conscientemente está para ejecutarse. Contrariar con toda conciencia la Divina Voluntad como sucedió en el origen es materia de máxima gravedad.
Balance espiritual
“Con el Don no sucede como con el delito. Si por el delito de uno solo murieron todos, cuanto más la Gracia de DIOS y el Don otorgado por la Gracia de un solo hombre, JESUCRISTO, se han desbordado sobre todos” (v.15). Se han dado pecados en el mundo, pues los hombres actuaron en el pasado contra lo dispuesto por DIOS, pero todas las actuaciones humanas son limitadas y todas ellas juntas no alcanzan el valor que el bien perteneciente a JESÚS que es el HIJO de DIOS, y por tanto es poseedor de los infinitos méritos destinados a todos sus hijos. JESUCRISTO no parcela y la divide según el número de sus redimidos, sino que toda la Redención es dada a cada uno de sus hijos en particular. JESUCRISTO muere por todos los hombres de todos los tiempos y lugares. Nadie puede quedar excluido de la Redención universal, tan sólo aquel que voluntariamente la rechace: “si por el delito de uno reinó la muerte, con cuanta más razón los que reciben en abundancia la Gracia y el Don de la Justicia, reinarán en la Vida por uno solo: por JESUCRISTO” (v.17). El viejo Adán y su desobediencia nos acarreó pecado y muerte; el Nuevo Adán, JESUCRISTO, que fue obediente hasta la muerte en la Cruz, es el que nos constituye como justos ante DIOS. Con la aplicación de la Ley se multiplicó el pecado: “la Ley intervino para que abundará el delito; pero donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia” (v.20). San Pablo cierra con esta sentencia la preponderancia del Don de DIOS muy por encima de la inmensa cantidad de delitos y pecados.