Si, como sugirió Francisco en su rueda de prensa en vuelo, Benedicto XVI coincidía con la opinión del Papa reinante sobre la conveniencia y licitud de las uniones civiles de parejas homosexuales, está claro que tuvo una ‘conversión’ que no compartió con nadie más.
“En aquellas situaciones en que las uniones homosexuales hayan sido reconocidas legalmente o se les haya otorgado el estatus legal y los derechos propios del matrimonio, es un deber la oposición clara y enfática”, puede leerse en un ‘responsum’ de Doctrina de la Fe de 2003 firmado por el entonces prefecto, Joseph Ratzinger, titulado ‘Consideraciones acerca de las propuestas para el reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales’.
“Uno debe abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal en la promulgación o aplicación de leyes tan gravemente injustas y, en la medida de lo posible, de cooperación material en el nivel de su aplicación. En este ámbito, toda persona puede ejercer el derecho a la objeción de conciencia”.
No deja de ser desconcertante que quien presuntamente coincidía con Francisco en la licitud de esta institución pública, tratara expresamente de las mismas con una respuesta tan claramente contraria a ellas, en una respuesta que lleva la aprobación y firma del Papa San Juan Pablo II.
De hecho, la conclusión de la respuesta dada entonces por Ratzinger y firmada por San Juan Pablo II contrasta poderosamente con lo que, supuestamente, acabó siendo su opinión no declarada al final de su vida:
“La Iglesia enseña que el respeto a las personas homosexuales no puede conducir en modo alguno a la aprobación de la conducta homosexual ni al reconocimiento legal de las uniones homosexuales.
El bien común exige que las leyes reconozcan, promuevan y protejan el matrimonio como base de la familia, unidad primaria de la sociedad.
El reconocimiento legal de las uniones homosexuales o su equiparación con el matrimonio supondría no sólo la aprobación de conductas desviadas, con la consecuencia de convertirlas en modelo en la sociedad actual, sino que oscurecería valores básicos que pertenecen a la herencia común De la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender estos valores, por el bien de los hombres y mujeres y por el bien de la sociedad misma”.
LUNES 6 DE FEBRERO DE 2023.
INFOVATICANA.