Prudencia, mucha prudencia, dijeron todos, no fuera ser que ofendamos a alguien…
La ciudad de Algeciras se levantó esa mañana impactada por la noche vivida, noche que jamás olvidarán y puede marcar historia, no solo en esa población de la comarca del Campo de Gibraltar en Cádiz, sino en España entera, por ser el primer atentado yihadista a un objetivo religiosos en suelo español.
El golpe del yihadismo cada vez está más cerca, más descontrolado y con más odio al cristianismo. Y nuestra reacción en acTÚa FAMILIA no se hizo esperar: “condenamos enérgicamente la violencia del yihadismo islámico que se ha cobrado hoy la vida de un mártir, Diego Valencia, querido sacristán de la parroquia de Nuestra Señora de La Palma en Algeciras”, dije inmediatamente.
Pero que no nos quieran engañar, es un asesinato yihadista y un martirio cristiano. Nada ‘incidente’ o ‘acontecimiento violento’… Eso es manipular. Un hombre con un machete, tirando los objetos religiosos, insultando a los fieles católicos que estaban en misa, gritando “alá es grande” en árabe, solo cabe denominarlo terrorismo yihadista islámico, que es un auténtico cáncer. El pueblo está consternado, pero no va a caer en los engaños de la izquierda política y mediática, y de otros sectores de poder: “prudencia”, es un “incidente”, un “ataque”, un “acontecimiento violento”…
Prudencia, mucha prudencia, dijo el presidente Pedro Sánchez, no fuera ser que ofendamos a alguien…
Si. Nos piden prudencia, y es verdad que hay que dejar actuar a policía y jueces, pero no nos equivoquemos, pues prudencia es lo que se decían las gallinas cuando el zorro entró en el gallinero, pues quizás viene a dialogar… Sea lobo solitario o sea zorro, es una alimaña yihadista, y tenemos que actuar en consecuencia.
El yihadismo es un cáncer para Occidente, que se ceba en los más “débiles”: los que van a misa. Parte del equipo de acTÚa FAMILIA es de Algeciras y la comarca, tienen familia allí y van frecuentemente a misa, están vinculados a esa entrañable ciudad, conocen al sacristán mártir y al párroco.
Prudencia, mucha prudencia, dijeron los obispos, no fuera ser que ofendamos a alguien…
Esa bonita e histórica ciudad donde yo también viví durante un año, donde tantas veces fui a esa parroquia de La Palma, la “catedral del Campo de Gibraltar”, como la llaman cariñosamente, donde está la patrona, y en cuya plaza, ahora teñida de sangre, tantas veces paseé con mi primer hijo, aún pequeño y donde hace unas semanas estuve allí mismo, reunido con unos voluntarios.
Algeciras es una ciudad acogedora y cosmopolita, con mucha población musulmana pacífica. Eso hay que reconocerlo. Pero que ahora, debido a la suicida política migratoria del gobierno, puede ser un foco de radicalización. Todo hace indicar que el marroquí tardaba en expatriarse porque los acuerdos con la nación musulmana no están vigentes en esa materia. Un desastre.
Prudencia, mucha prudencia, dijo el Presidente de la junta Juanma Moreno, no fuera ser que ofendamos a alguien…
¿Y ahora qué? ¿A quién echamos la culpa? A las fuerzas de seguridad seguro que no. Hacen lo que pueden. Y lo hacen bien. Todo nuestro apoyo.
Porque no es sólo Algeciras. Los españoles llevamos sufridos varios atentados yihadistas: no podemos olvidar los atentados de Atocha, el once de marzo de 2004 con cerca de doscientos asesinados. Los atentados de las Ramblas, en Barcelona, 17 de agosto de 2017. Y ahora el asesinato del sacristán de la Iglesia de la Palma, en Algeciras, Diego Valencia, atentado en el que además resultó herido el sacerdote salesiano Antonio Rodríguez.
Se pide a la población un ejercicio de contención para no enturbiar los ánimos… pero se debería permitir cierta indignación ¿Un loco, un descontrolado, un lobo solitario? Eso son palabras huecas, engañosas y adormecedoras. El “lobo solitario” que mata en nombre de Alá proclamando “muerte a los cristianos”, lo hace porque tiene respaldo del grupo religioso al que pertenece, de la sociedad de origen y se siente con un gran respaldo moral que lo legitima para una aberración de esta índole.
Prudencia, mucha prudencia, dijeron los medios de comunicación, no fuera ser que ofendamos a alguien…
El ciudadano de a pie no se puede ver desasistido por sus autoridades políticas, que mandan consignas de apaciguamiento a las fuerzas policiales. La convivencia tiene que ser posible, y para ello han de reconocerse los límites sociales que tiene España para acoger la inmigración islámica. Los españoles queremos vivir en España, porque es nuestra nación, y lo ha sido desde hace milenios: Hispania para los romanos e Iberia para los griegos. Los españoles somos acogedores, pero no queremos que nos maten.
Algeciras sigue de duelo. Todo nuestro cariño para sus vecinos, y nuestra oración para Diego Valencia, para su familia, y para toda la comunidad cristiana campo-gibraltareña, especialmente recuerdo a los sacerdotes valientes, pues parece que ahora celebrar misa es exponerse al martirio.
Los españoles de bien también seguimos en duelo con preocupación e indignación. El sacristán es un mártir. Fue un asesinato Yihadista. Por cristianofobia. Y mientras esto no lo reconozca el gobierno explícitamente, no estaremos seguros en esta nación cristiana que es nuestra.
Prudencia, mucha prudencia, dijeron todos, no fuera ser que ofendamos a alguien… Y mientras tanto, ¿quién será el próximo?