* Humildad de Jesús: en Belén, en Nazaret, en el Calvario… -Pero más humillación y más anonadamiento en la Hostia Santísima: más que en el establo, y que en Nazaret y que en la Cruz. Por eso, ¡qué obligado estoy a amar la Misa! («Nuestra» Misa, Jesús…) (Camino, 533)
Hijos, pasmaos agradecidos ante este misterio, y aprended: todo el poder, toda la majestad, toda la hermosura, toda la armonía infinita de Dios, sus grandes e inconmensurables riquezas, ¡todo un Dios!, quedó escondido en la Humanidad de Cristo para servirnos. El Omnipotente se presenta decidido a oscurecer por un tiempo su gloria, para facilitar el encuentro redentor con sus criaturas.
A Dios, escribe el Evangelista San Juan, nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito, existente en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer (Ioh I, 18), compareciendo ante la mirada atónita de los hombres: primero, como un recién nacido, en Belén; después, como un niño igual a los otros; más adelante, en el Templo, como un adolescente juicioso y despierto; y, al fin, con aquella figura amable y atractiva del Maestro, que removía los corazones de las muchedumbres que le acompañaban entusiasmadas (Amigos de Dios, 111).
Por SAN JOSEMARÍA.