La última obra de fray Gabriel Chávez de la Mora

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

Se extingue la luz de uno de los pioneros del arte sacro y arquitectura posconciliares, fray Gabriel Chávez de la Mora, quien murió este domingo 18 de diciembre a los 93 años.

Reconocido, laureado y homenajeado, sus obras arquitectónicas y de arte no son desconocidas por muchos reconociendo el genio del monje benedictino nacido en Guadalajara el 26 de noviembre de 1929, hijo Victoria de la Mora Navarrete y el doctor e historiador Arturo Chávez Hayhoe.

Gabriel creció en el ambiente de los hermanos maristas. Durante sus estudios tuvo la oportunidad de ser dibujante y diseñador de maquetas en el taller de los arquitectos Martínez Negrete-De la Peña. En 1948 ingresó a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara como miembro de la primera generación y fue contemporáneo de maestros como primera generación Ignacio Díaz Morales, al canónigo José Ruiz Medrano, al doctor Mathias Goeritz y al arquitecto Eric Coufal formando la generación “Ignacio Díaz Morales”.

Su vocación religiosa surgió en el momento de los estudios de arquitectura. Según el sitio de la enciclopedia de personajes históricos de la Universidad de Guadalajara, Chávez de la Mora lo contó en una entrevista al arquitecto Fernando González Cortázar de la siguiente manera:

Tal vez por familia había el aprecio por la vida religiosa, por algún tío, alguna tía religiosos […] Yo conocí a los benedictinos de Cuernavaca terminando tercero de arquitectura, y tuve un deseo vocacional fuerte, emotivo, de ingreso allí, pero como no me gusta dejar a medias las cosas, quise terminar la carrera […] Por eso […] te decía que le llegué a agradecer a Nacho Díaz Morales. Como que en la Escuela [de Arquitectura] se vivía en ambiente de, ¿qué diría?, la estética, lo bueno y lo verdadero, ¿verdad? Bondad y belleza son términos filosóficos intercambiables, así, lo considero yo. Trabajábamos la estética y se flotaba en un ambiente de estética, evangélicos, ecuménicos, de hombre bueno […]”

El 5 de mayo de 1955 ingresó al monasterio de los benedictinos de Nuestra Señora de la Resurrección en Cuernavaca, Morelos; el 15 de agosto de 1959 hizo la profesión solemne de votos y el 1° de mayo de 1965 fue ordenado por la imposición de manos de Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca.

Reconocido con numerosos premios por sus distintas obras y aportaciones a nivel nacional e internacional, pero sin duda, de las obras cumbre de su carrera fue haber intervenido en la nueva Basílica de Guadalupe con diseños litúrgicos conforme a las exigencias emanadas del Concilio Vaticano II, además de integrar la comisión encargada de la conservación y protección de la imagen de la Virgen de Guadalupe y experto en el ritual romano para la dedicación ocurrida el 12 de octubre de 1976.

Chávez de la Mora tiene cerca de dos centenares de obras, incluso la tipografía Fray Gabriel, reconocida en los caracteres o letras de Basílica de Guadalupe, adorna diseños y templos. De sus últimos galardones fue el Premio Nacional de Arquitectura entregado por el presidente López Obrador. El 9 de diciembre de 2021 pidió a AMLO no recortar los presupuestos, “al contrario, que los robustezca, los presupuestos destinados a las entidades que velan por la protección, restauro, reconstrucción o mantenimiento de tantos edificios del amplio patrimonio cultural de nuestra historia, edificios que han sufrido afectaciones por el tiempo, los años, el clima, la naturaleza y hasta por los sismos.”

Su vida se apagó este cuarto domingo de adviento; no obstante, aun creando e innovando. Una de sus últimas obras y restauraciones está en Ciudad de México. Quizá trabajo póstumo. Se trata del templo de la parroquia de san Isidro Labrador en la colonia Reforma Social, la cual está en Año Jubilar por los 400 años de canonización de su santo patrono.

En entrevista, el párroco Hugo Valdemar Romero, canónigo del cabildo metropolitano, comparte algunos detalles de su relación personal con el desaparecido arquitecto y fraile además del trabajo que emprendió en el templo el cual, en mayo próximo, vivirá el cierre del jubileo con la consagración del altar y la bendición de la nueva imagen del santo concebida también por el talento de Chávez de la Mora.

Padre Hugo, ¿Cómo fue que fray Gabriel proyectó esa renovación del templo del cual usted es párroco?

-Conocí a Fray Gabriel Chávez de la Mora cundo fui director del semanario Desde la fe y le hicimos varios reportajes, de ahí nació una buena amistad con él. Posteriormente le pedí que hiciera la renovación de la capilla de Casa Miranda para la oficina de comunicación social de la arquidiócesis de México, la cual es una verdadera joya arquitectónica. Hace un año que me nombraron párroco de San Isidro Labrador me encontré con un templo muy descuidado y, al no saber qué hacer para renovarlo, me vino a la mente fray Gabriel. Lo visité en la abadía e inmediatamente aceptó realizar el proyecto que en realidad es una renovación total del templo. Me preguntó si me urgía, le dije que no y a los 15 días me estaba enviando los primeros planos, pese a tener una veintena de proyectos a su cargo. Era increíble su creatividad y capacidad de trabajo.

Chávez de la Mora. A san Isidro Labrador.

¿Logró concluirla?

-No, porque si bien los planos me los entrego en febrero, el trabajo se inició en agosto; sin embargo, el presbiterio quedó prácticamente terminado, incluso el diseño de la escultura en madera de San Isidro que, Dios mediante, se bendecirá en mayo próximo cuando se haga la consagración del altar y se clausure el año santo de San Isidro.

¿Qué sentimiento guarda usted por la muerte del arquitecto?

-Por una parte, una gran tristeza, fray Gabriel fue un gran sacerdote y amigo, un gran ser humano, exquisito en el trato y profundamente espiritual, pero por otro lado muy confiando en que Dios lo premiará con el gozo eterno por su vida entregada totalmente a Cristo y su Iglesia.

En honor a la Guadalupana.
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