El papa Francisco puso en alerta a los católicos de Hispanoamérica, al advertir que hay quienes pretenden politizar, ideologizar a la Virgen de Guadalupe.
Concreta y claramente advrtió:
“Me preocupan las propuestas de tinte ideológico-cultural de diverso signo que quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su Madre, que quieren desmestizar, maquillar a la Madre. Por favor, no permitamos que el mensaje se destile en pautas mundanas e ideológicas. El mensaje es simple, es tierno. “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Y a la Madre no se la ideologiza.
Es importante reiterar lo expuesto por el Papa, un día después de que lo externó en la Basílica Vaticana, para mantener en estado de alerta a los fieles, de los que a través de la llamada «corriente indigenista» dentro de la Iglesia, buscan dar a la imagen de la Virgen una connotación revolucionaria, de confrontación, sectaria y hasta racista. En efgecto, es una corriente que intenta a todas luces privilegiar lo indígena, en detrimento del mestizaje, tratando de colocar a éste como malo, como negativo, como opresor, como «no mexicano», incluso.
La crónica oficial del Vaticano sobre la miesa celebrada por el Papa el 12 de diciembre, merece ser releída. En efecto, «en la homilía el Santo Padre recuerda que “nuestro Dios conduce la historia de la humanidad en todo momento”, que nada queda fuera de su poder, que es ternura y amor providente. Él “se hace presente a través de un gesto, de un acontecimiento o de una persona”; y “no deja de asomarse a nuestro mundo, necesitado, herido, ansioso, para asistirlo con su compasión y su misericordia”.
La suprema expresión del método divino
En su homilía Francisco remite a la carta a los Gálatas, que “ofrece una indicación precisa» que ayuda a «contemplar con gratitud” el plan de Dios para redimirnos y hacernos sus hijos adoptivos: “cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer”. Y afirma:
Es así, la venida del Hijo en carne humana es la suprema expresión de su método divino en favor de la salvación. Dios, que tanto amó al mundo, nos envió a su Hijo, «nacido de una mujer», para que «todo el que crea en él no muera, sino tenga Vida eterna» (Jn 3,16).
Nada de lo nuestro le es extraño a Dios
Es así que “en Jesús, nacido de María, – continúa el Papa – el Eterno entra en la precariedad de nuestro tiempo, se hace para siempre, de forma irreversible ‘Dios-con-nosotros’ y camina a nuestro lado como hermano y compañero”:
Nada de lo nuestro le es extraño porque es “uno de nosotros”, cercano, amigo, igual a nosotros en todo, menos en el pecado.
María en las benditas tierras de América
El Pontífice se remonta a casi cinco siglos hacia atrás, cuando en un momento “complicado y difícil para los habitantes del nuevo mundo” el Señor quiso “transformar la conmoción que suscitó el encuentro entre dos mundos diversos, en recuperación de sentido y de dignidad, en apertura al Evangelio”. Transformarla en “encuentro”, enviando «a María, su Madre»:
Así llegó a las benditas tierras de América nuestra Señora de Guadalupe, presentándose como la “Madre del verdaderísimo Dios por quien se cree”, y vino para consolar, para atender las necesidades de los más pequeños, sin excluir a nadie, para arroparlos como madre solícita con su presencia, su amor y su consuelo. Es nuestra Madre mestiza.
La Madre mestiza quiere quedarse con nosotros
Tampoco en este período amargo, “repleto de fragores de guerra, crecientes injusticias, carestías, pobreza, sufrimiento y hambre” estamos solos, hace presente Francisco. La fe, el amor y la condescendencia divinas “nos enseñan y nos dicen que también este es un tiempo propicio de salvación, en el que el Señor, a través de la Virgen Madre y mestiza, sigue dándonos a su Hijo, que nos llama a ser hermanos, a dejar de lado el egoísmo, la indiferencia y el antagonismo, invitándonos a hacernos cargo ‘sin demora’ los unos de los otros”, y a ir al encuentro de los hermanos y hermanas olvidados y descartados por nuestras sociedades “consumistas y apáticas”.
Hoy, como ayer, Santa María de Guadalupe quiere encontrarse con nosotros, como un día con Juan Diego en el cerrito del Tepeyac. Quiere quedarse con nosotros. Nos suplica que le permitamos ser nuestra madre, que abramos nuestra vida a su Hijo Jesús y acojamos su mensaje para aprender a amar como Él.
La Madre del amor por Quien se vive
Ella – continúa el Santo Padre – vino para acompañar al pueblo americano en este camino tan duro de pobreza, explotación, colonialismos socio-económicos y culturales:
Ella está en medio de las caravanas que, buscando libertades, bienestar, caminan hacia el norte. Ella está en medio de ese pueblo americano amenazado en su identidad por un paganismo salvaje y explotador, herido por la predicación activa de un ateísmo práctico y pragmático. Y Ella está allí. “Soy tu Madre”, nos dice. La Madre del amor por Quien se vive.
A la Madre no se la ideologiza
En los inicios, en el continente americano, de la Novena Intercontinental Guadalupana, camino que prepara a la celebración del V Centenario del Acontecimiento Guadalupano en 2031, el Papa exhorta a todos los miembros de la Iglesia que peregrina en América a participar “con verdadero espíritu guadalupano”. Y añade:
“Me preocupan las propuestas de tinte ideológico-cultural de diverso signo que quieren apropiarse del encuentro de un pueblo con su Madre, que quieren desmestizar, maquillar a la Madre. Por favor, no permitamos que el mensaje se destile en pautas mundanas e ideológicas. El mensaje es simple, es tierno. “¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Y a la Madre no se la ideologiza.
La paz del Señor habite en nuestros corazones
El Papa concluye su homilía con un ruego:
Que Jesucristo, el deseado de todas las naciones, por intercesión de Nuestra Madre de Guadalupe, nos conceda días de alegría y serenidad, para que la paz del Señor habite en nuestros corazones y en el de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.