El fin de semana del 11 de noviembre, Spes Viva, organización encabezada por la activista Cristina Sada Salinas, organizó el segundo foro de derechos de la infancia ante la pederastia clerical. En la exposición “El silencio de las víctimas y la complicidad de la jerarquía”, Jesús Romero Colín, víctima de abusos a los doce años perpetrados por el padre Carlos López Valdés y quien murió víctima del covid-19 purgando una pena de 64 años de prisión, narró el duro camino que ha recorrido, en el que silencio e indolencia, son el perfecto binomio que impiden la justa reparación de daños.
Rompió el silencio a los 20 años. Su denuncia pública, apenas reciente, no ha cesado aun cuando López Valdés haya muerto. Ahora escala para que la institución responda. Romero Colín asegura que en todo ese proceso, gobierno e Iglesia se aliaron en complicidad: “Trabajaron durante diez años para callarme y mi caso quedara en el olvido” según expuso en la detallada relatoría de su caso en el segundo foro convocado por Spes Viva.
Convencido de la violación de sus derechos, la gravedad se asienta por la decisión de la Iglesia al encubrir al sacerdote y bloquear toda iniciativa de reparación de daños en el que pesa el silencio, las omisiones, indolencia e incapacidad.
La víctima de Carlos Lopez dirigió una carta al Papa Francisco en 2013 narrando lo que estimó como “la perversión del cardenal Norberto Rivera y el gobierno del Miguel Ángel Mancera” hoy senador de la República, Romero Colín asevera que se construyó un “muro infranqueable” que impidió el acceso a la justicia. Del Papa, sólo obtuvo disculpas de puño y letra, empatía que no escaló para hacer justicia y castigar a los encubridores. No obstante, reconoce, el entonces arzobispo de México le recibió personalmente y escuchó empeñando su compromiso para reparar los daños; sin embargo, solo operó el silencio.
Gracias al involucramientos de la Comisión de los Derechos Humanos de la Ciudad de México, activistas, periodistas y el documental Agnus Dei que narra a detalle el caso, Romero Colín insiste en que la muerte de su abusador no ha cerrado el asunto. Podría tocar a lo que mas duele a la arquidiócesis de Carlos Aguiar: el dinero.
Tras la pandemia de covid-19 que dilató las exigencias de Romero Colín a la arquidiócesis para intervenir en favor de otros casos de abuso clerical, reconoce que el actual responsable del tribunal eclesiástico y obispo auxiliar, Andrés Luis García Jasso, ha escuchado y mostrado empatía a la causa, favorable a los proyectos de reparación propuestos por Romero Colín, sin embargo, la estructura arquidiocesana y del Departamento de Protección a Menores han engañado y revictimizado a los sobrevivientes.
En abril de 2021, Andrés García Jasso recibió con cierta aceptación un proyecto de reparación y de disculpas públicas propuesto por el activista. Le pareció atractiva la propuesta, pero la incapacidad e incompetencia de los empleados del departamento descubrió que el sistema está hecho para eso, no funcionar: “En momentos, se mostraron ignorantes ante mi caso, me cuestionaban como si no me conocieran, creo que eso habla de la poca preparación de los miembros de ese departamento…”
¿Qué respondió la arquidiócesis?, se pregunta. ¿Qué mensaje nos quiere decir a través de este silencio? El silencio pesa y carcome, dice el activista quien, en un resumen acertado y crítico define la naturaleza del gobierno pastoral del arzobispo Carlos Aguiar:
“Al parecer, en la Iglesia del cardenal Carlos Aguiar no existe la palabra para los supervivientes, yo soy prueba de ello. Hay solo silencio, el mismo silencio que por años nos ha destruido la vida… por desgracia, los encargados de la institución no cesan en demostrar su indolencia”.
Y prosigue de forma contundente:
“Quisiera enviarle al cardenal un mensaje desde este foro. Si bien el cardenal Aguiar tiene la misma escuela que Norberto Rivera, la de Poncio Pilatos, exhorto a la sociedad, a los medios y, sobre todo, a las víctimas, que a lo largo de estos años de lucha me han contactado y las que se quieran sumar, a que se unan en contra de estos indolentes”.
Así, Romero Colín anuncia un paso sin precedentes. La denuncia colectiva contra la arquidiócesis de México, sus responsables y quien está a la cabeza, el arzobispo Aguiar: “La arquidiócesis tiene que responder como institución también… así como aquellos que han encubierto, en mi caso, hay más de diez sacerdotes, obispos, incluso el cardenal Norberto Rivera, que se enteraron que yo era violado por ese depredador y no hicieron nada, algunos siguen a cargo de parroquias, a excepción del sacerdote Francisco Javier que ahora está en el reclusorio por asesinar al que nombraron su amante, ese chico estaba de monaguillo desde que era menor de edad, ese chico fue su víctima…” recordando el penoso asunto que pesa en el arzobispado de Aguiar del padre Francisco Javier Bautista, acusado de asesinato en 2019 y sentenciado en 2021 a 27 años de prisión.
Cómplice por el silencio, Romero Colín asegura que la institución se resiste a cambiar de manera auténtica. La arquidiócesis de México queda totalmente expuesta al usar el silencio como arma contra las victimas y su terrible indolencia abonada por la incapacidad de sus obispos, jueces y empleados y sentencia sobre el actual arzobispo:
“Al cardenal Aguiar, el puesto le ha quedado grande, la vieja Iglesia no puede ser parte de estos tiempos”, afirma.
Por lo pronto, en el foro de Spes Viva, Romero Colín y su abogado tienen lista una dura denuncia civil que, de prosperar, será un serio golpe que pondrá al actual arzobispo al borde de una crisis sin precedentes para llegarle a donde más le duele. Desde luego, no se quedará con las manos cruzadas; sin embargo, emulando los ejemplos de las víctimas de Karadima en Chile, la denuncia estaría apuntalada en acciones como sancionar la ausencia de medidas preventivas, utilizar el aparato eclesiástico para perpetrar abusos, el uso doloso del encubrimiento y la conspiración institucional que, de prosperar, podrían costar más de 25 millones de pesos a la arquidiócesis de Carlos Aguiar.