La Iglesia de JESUCRISTO existe para evangelizar. De muchas formas los documentos oficiales, encíclicas, exhortaciones apostólicas, instrucciones de distintos dicasterios vaticanos, doctrina pontificia dadas en las alocuciones de los miércoles, aportaciones dadas por la vía del motu propio, o los discursos dados por el Papa en diferentes foros, ofrecen todos ellos un legado doctrinal al que los católicos debemos prestar atención, pues el Papa está encargado de “confirmar en la Fe a los hermanos” (Cf. Lc 22,32). Por lo general los textos oficiales, en un lenguaje que es preciso traducir a la esfera pastoral, deben prestar tiempo y dedicación los sacerdotes y catequistas. El anuncio del que se trata es de máxima importancia, pues el cometido es alimentar la Fe. La evangelización comprende toda la acción de la Iglesia dispuesta para dar a los hombres de cada época el Mensaje de JESUCRISTO. El evangelio de hoy termina con una máxima que resume la misión de JESÚS: “el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Cf. Lc 19,10). JESÚS de Nazaret sabe quién es y para qué ha venido a este mundo. Algunos se entretienen dando una imagen dubitativa de JESÚS, que a tientas encuentra su camino y misión. Si eso fuera así nunca se habría llevado a cabo la obra de la Redención. JESÚS es el ENVIADO del PADRE y es consciente que se le ha encomendado a quién tiene que buscar y salvar. La misma claridad de orientación recibieron los discípulos de JESÚS: “id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizando en el nombre del PADRE, y del HIJO, y del ESPÍRITU SANTO; y enseñándoles a guardar todo lo que YO os he mandado” (Cf. Mt 28,19). Después de recibir el ESPÍRITU SANTO los Apóstoles se disponen a la evangelización como algo del todo natural. El impulso interior del ESPÍRITU SANTO en el corazón de los cristianos no ha cesado, y por tanto la evangelización sigue su curso en cada época.
El mismo CRISTO
El contenido de la evangelización no varía. El núcleo central del Mensaje es el propio JESUCRISTO y la predicación que ÉL mismo propagó. La Iglesia tiene que custodiar con esmero la imagen de JESUCRISTO y no puede aceptar bajo ningún concepto disminuir la menor prerrogativa que define al HIJO de DIOS, que se hizo hombre siendo DIOS, con el fin de traer la Salvación a todo el género humano. La carta a los Hebreos afirma: “JESUCRISTO es el mismo ayer, hoy y siempre” (Cf. Hb 13,8). El autor sagrado enmarca esta máxima doctrinal en medio de algunos consejos sobre la hospitalidad, la atención a los presos cristianos, la vida matrimonial, evitando la avaricia que todo lo corrompe; también pide atención para los que llevaron el Mensaje a la comunidad (Cf. Hb 13,1-7). También este texto refleja la aparición de la espiritualidad gnóstica que pugna por competir con el Cristianismo con una espiritualidad falsa, fingida y afectada, como dirá san Pablo (Cf. Col 2,23). El autor de la carta a los Hebreos señala: “no os dejéis seducir por doctrinas varias y extrañas, mejor os fortalecéis con la Gracia, que con alimentos que nada aprovecharon a los que siguieron ese camino” (Cf. Hb 13,9). Tenemos grades avances e innovaciones en el campo de la tecnología, pero las supersticiones del presente que se venden como espiritualidad avanzada son tan viejas como la humanidad misma. Con todo, la antigüedad no es el problema, sino la ruina espiritual que traen consigo, pues adentran al individuo por caminos que llevan a la total oscuridad. La gnosis de ayer y de hoy vive pendiente de las energías, ejercicios y alimentos para despertar una autoconciencia de iluminación personal con carácter cósmico o universal. El resultado de todo ello es soledad, vacío y total oscuridad, porque la dirección está diametralmente equivocada: el individuo es conducido a mirarse a sí mismo. La gran trampa sigue dando pingües resultados: “seréis como dioses” (Cf. Gen 3,5). Nuestro crecimiento espiritual tiene que ser dado por DIOS que esencialmente es personal y no una energía manejable según la oportunidad del individuo. DIOS quiere ver en cada uno de sus hijos la imagen de su HIJO JESUCRISTO, y ÉL no es una energía o un estado interior en el que se hayan podido suspender las sensaciones para entrar en un pretendido nirvana. Semejantes técnicas psicofísicas espiritualmente no valen para nada, pues no aportan acercamiento a JESUCRISTO ni crecimiento moral. De obtener algún éxito por esas vías de las energías, las relajaciones, los alimentos o extrañas invocaciones, el resultado vendrá a engordar el ego que se creerá iluminado y poseedor de una sabiduría especial y secreta. El autor de la carta a los Hebreos calificaba de “doctrinas extrañas” a las distintas gnosis que empezaban a difundirse. Para el autor sagrado era patente que JESUCRISTO es el único SALVADOR y mediador entre DIOS y los hombres. Un bautizado que vaya por la senda del Evangelio después de haber tenido un encuentro inicial con JESUCRISTO será consciente de la autenticidad de la vía emprendida. Tampoco se puede prescindir en el Mensaje de JESÚS del apartado de preceptos o palabras que atañen a la ética o el comportamiento. El discípulo de JESUCRISTO tiene un estilo de vida acorde con la Fe que dice profesar. Las Bienaventuranzas y el Sermón de la Montaña en su conjunto presuponen las palabras del Decálogo. Lo que en el Decálogo viene expresado en imperativo negativo, “no matarás”, en el Sermón de la Montaña se sobre entiende que la caridad tiene el primer lugar en las relaciones humanas: “quien llame a su hermano “imbécil” será reo ante el Sanedrín, y el que le llame “renegado” será reo de la gehenna de fuego” (Cf. Mt 5,22). Todavía el Sermón de la Montaña da un paso más en el comportamiento moral del cristiano. No sólo los actos o las palabras que pueden herir o matar, sino los pensamientos: “el mira a una mujer casada deseándola, es adulterar con ella en el corazón” (Cf. Mt 5,28). El pensamiento en el que se entrelazan los cálculos y los sentimientos se convierte en la primera instancia donde se genera la acción, y por eso mismo no está exenta de examen y sanción. El hombre es interioridad y ésta se expresa hacia fuera en las acciones concretas. Nuestro espíritu está llamado a interactuar de modo permanente con la presencia del ESPÍRITU SANTO para conseguir algo de este ideal evangélico. “el ESPÍRITU SANTO viene en ayuda de nuestro espíritu para confirmarnos como hijos de DIOS” (Cf. Rm 8,16). Nos mueve el DIOS personal desde el primer instante de la existencia hasta el término por este mundo que lo marca la muerte. No estamos al pairo de unas energías de las que no se sabe nada de su naturaleza, si pulalan caóticas por el Universo, o por el contrario dependen de entidades poco o nada recomendables. El hombre de cualquier época necesita oír que es hijo de DIOS; y por tanto es amado por ÉL con un Amor incondicional. El hombre de todos los tiempos necesita escuchar que este mundo es un campo de pruebas, en el que es preciso reconocer las huellas del DIOS que nos ha creado junto con todo el Universo, y nos quiere llevar a un destino eterno con ÉL. Los hombres en cualquier tiempo y lugar deben saber que DIOS ha mandado a su HIJO al mundo para disipar todas las dudas con respecto a su Amor y predilección.
Unos tiempos difíciles
En estos últimos tiempos parece que todo se acelera, como si alguien tuviera mucha prisa. Pero al mismo tiempo da la sensación de ir a ninguna parte. ¿Qué es lo que se quiere? ¿Por qué en muy pocas fechas parece ponerse todo en riesgo? Incluso dentro de la Iglesia emergen focos que vienen a dar la vuelta del revés a toda la moral católica como es el caso de gran parte del episcopado alemán, un sector del episcopado belga con algún precedente del episcopado canadiense. Es muy chocante que para la Pontificia Academia sobre la vida y la familia se nombren a personas favorables al aborto. En todo ello no estamos ante errores de cálculo, malentendidos o decisiones poco discernidas. En estos casos mencionados es evidente que las decisiones se están tomando con toda la intención y no caben interpretaciones ingenuas. En situaciones como esta es preciso comenzar a decir que el católico tiene que mantener como doctrina segura la ofrecida hasta el pontificado de Benedicto XVI, y el resto hasta este momento tendrá que ser objeto de revisión concienzuda. No valen los fragmentos de los documentos promulgados y decir que algunas partes son válidas. Los católicos mantenemos la Palabra de DIOS recogida en los setenta y tres libros canónicos, el legado de los Padres de la Iglesia con sus enseñanzas, el Magisterio definido de la Iglesia, y de forma especial el Catecismo de la Iglesia Católica (1992), como compendio de la doctrina católica. El Catecismo de la Iglesia Católica fue un encargo dado por el Concilio Vaticano II, y vio la luz casi treinta años después. En este texto se encuentran las bases morales y espirituales que los católicos debemos tener presentes. Otro encargo del Concilio Vaticano II fue la elaboración del nuevo Código de Derecho Canónico, que vio la luz en mil novecientos ochenta y tres. Este último documento no precisa ser conocido por la mayoría de los fieles, aunque tenga gran repercusión en la vida de las parroquias y de la organización de la Iglesia en general. Una de las vertientes con más repercusión es la referida a las nulidades matrimoniales, que a partir de la promulgación de este código quedaron más definidas con una repercusión pastoral inmediata. Pero en estos momentos estos grupos que se dicen en línea sinodal dentro de la Iglesia quieren abrir una nueva vía de criterio y fundamentación para la vida de la Iglesia. Se trata de adoptar el pensamiento y opinión de la mayoría social y de las legislaciones de los distintos países. Pocos disparates más sonoros que lo último señalado. Vivimos en una sociedad secularizada o secularista, ajena a cualquier planteamiento religioso; y, entonces, el fiel cristiano y la Iglesia tienen que mimetizarse con el ambiente y adoptar su escala de valores. ¿Tiene eso algo que ver con el sensus fidei del Pueblo de DIOS? En una sociedad marcadamente descristianizada no se puede buscar el “sentido de la Fe”, en todo caso encontraremos el “sentido del mundo”.
El aval moral
En las últimas décadas se ha creído que cualquier planteamiento contrario o discrepancia se resuelve con diálogo. No siempre es posible llegar a acuerdos, y hay que darse por contentos con el intento. El esquema de tesis-antítesis y síntesis no se da en la realidad en todos los casos ni mucho menos. La oposición dialéctica no llega con facilidad al acuerdo, y esto es lo más común. Son las posiciones de fuerza de los participantes, las que dan una solución real o aparente. El diálogo es un paripé cuando una de las partes toma la fuerza como argumento e impone sus criterios con argumentos capciosos o mentirosos. En no pocas ocasiones la Iglesia ha sido utilizada para avalar acciones sociales, que nada tenían que ver con el Evangelio. El respaldo de la Iglesia vasca, de forma tácita o expresa, a la causa ETARRA fue un factor de primer orden para su vigencia durante décadas y la aceptación por una parte de la población. Lo mismo ocurre con el separatismo catalán y el aval de gran parte de los clérigos incluida la abadía de Montserrat. El aval prestado por la Teología de la Liberación a los indigenismos de Hispanoamérica han conducido a la situación presente con un rebrote de los mismos a partir del “Foro de Sao Paulo” y de la “Mesa de Puebla”. Ahora la pregunta es: ¿Necesita el globalismo el apoyo del Vaticano?, o ¿considera el Vaticano que debe prestar alguna atención a la nueva religión ecologista de la Pachamama, al indigenismo que fractura las naciones de Hispanoamérica, la ideología de género, que en nada beneficia a lesbianas y homosexuales; a los que proyectan empobrecer a la sociedad occidental para igualar a todos en la miseria? ¿Tiene algo que dialogar el Vaticano con el mundialismo abortista que incluye en el seno de la Academia Pontificia para la Familia a distintos miembros pro aborto? Ante las fuerzas mundialistas que pretenden en convertirse en el hegemón del mundo sólo cabe la postura de Juan Bautista y declarar con toda la fuerza profética posible la deriva a donde están llevando en estos momentos a la sociedad mundial. No se puede avalar con el silencio las insinuaciones, las medias verdades o las generalidades sin contenido a unos próceres, que actuando supranacionalmente pretenden determinar el destino aciago de todos, o de una mayoría. En este sentido, vuelvo a recordar las penosas disculpas del obispo de Valladolid, portavoz de la Conferencia Episcopal, disculpando las palabras gravísimas de una ministra de igualdad, que afirmó sin despeinarse que los niños tenían derecho a mantener relaciones sexuales con adultos. Las disculpas y silencios de estas características nada tiene que ver con la Caridad cristiana, más bien llenan de intranquilidad a los fieles católicos.
DIOS es la fuente de la Sabiduría
El autor del libro de la Sabiduría habla del hombre, de la Creación o de la Historia del Pueblo elegido, porque bebe su ciencia de la contemplación de DIOS. La sabiduría griega nace de la admiración del hombre al contemplar lo creado. Al entrar en el Misterio de DIOS, el autor sagrado encuentra explicación para plantear el sentido de la vida que cuenta con el momento de la muerte como cierre del paso por este mundo. DIOS es poderoso y por esta condición procede con providencia y misericordia hacia los hombres. Nada de lo creado se confunde con el Creador, pero ÉL se encuentra íntimo a toda su obra y a cada una de sus criaturas. El hombre puede experimentar la soledad de sus semejantes, incluso rodeado de amigos y familiares; pero todavía es más grave la falta de percepción de DIOS, quedando sin asidero para la trascendencia que anida en cada ser humano. Equivocadamente la ausencia de DIOS es suplantada por la presencia de los ídolos que abren abismos y vacíos. No es bueno que el hombre esté solo (Cf. Gen 2,18); y de la misma forma que el hombre padece una soledad que debe resolver con la complementariedad de las relaciones interpersonales; también padece una soledad o capacidad interna para DIOS, que sólo ÉL puede resolver de forma adecuada. El último verso del “Nada te turbe” de santa Teresa: “quien a DIOS tiene nada le falta, sólo DIOS basta”, hay que entenderlo en la complementariedad del CREADOR y la Creación de la que el hombre forma parte. Lo necesario me es suficiente cuando DIOS está presente; y sin la Presencia de DIOS las cosas que me permiten vivir resultan insuficientes e insatisfactorias. Estamos hechos con una estancia en nuestra condición espiritual donde sólo entra DIOS, y cuando ÉL no está todo lo demás es vacío, vanidad de vanidades, todo cae en el absurdo y la incoherencia y aparece el cansancio anímico, la fatiga para la que el aire no llega, hasta instalar al hombre en un estado de ansiedad y melancolía. Sin DIOS se vive mal, o muy mal.
El Poder de DIOS
El autor sagrado del libro de la Sabiduría nos dice que DIOS es justo, compasivo y providente, porque todo lo puede: “el actuar con poder siempre está en tu mano, ¿quién se podrá oponer a la fuerza de tu brazo? (Cf. Sb 11,21). Con nuestra moderna mentalidad pagada de sí misma, pero de una extrema torpeza, por no utilizar otro calificativo, hemos desplazado a DIOS de la Creación totalmente; de tal manera que a la misma Creación se le otorga una autonomía divina, para la que no es necesario la presencia del CREADOR. Este disparate se propaga como conclusión científica de algunos pensamientos modernos que pretenden liberarse de un DIOS vigilante y omnipresente. Si a DIOS lo eliminamos de la ecuación de la vida y la existencia, entonces el hombre puede moverse con total autonomía y decidir lo que está bien y lo que está mal. El hombre abre los ojos al espacio inmenso y con la ayuda de los modernos telescopios es capaz de observar miles de millones de galaxias con miles de millones de estrellas cada una, moviéndose todo el conjunto a unas velocidades ciertamente de vértigo; y este sabio insignificante, menos que un microbio ante tanta inmensidad no puede concluir que es imposible que todo lo contemplado se haya dado la existencia a sí mismo. Este microbio cósmico tiene licencia para decir algo de lo que ve, y elaborar teorías estrambóticas como las de los multiversos y cosas parecidas, sin apoyo científico alguno. Es verdad que el salto de la ciencia empírica a la necesidad de la existencia de DIOS no es pronunciamiento propio de la ciencia experimental, pero cabe dejar clara y patente la racionalidad del CREADOR como conclusión y solución más razonable, habida cuenta de la estructura matemática de todo el Universo conocido. Las leyes están ajustadas y no cambian arbitrariamente en un continuo caos. Ese ajuste y precisión en el macrocosmos y en el microcosmos es un diseño que la materia no se ha dado a sí misma. Esta es la afirmación rotunda de la Biblia: DIOS en el principio creó los cielos y la tierra (Cf. Gen 1,1).
DIOS es más grande
DIOS es siempre más grande y cualquier comparación resulta muy escasa. Así comienza la primera lectura de este domingo: “el mundo entero ante ti es como el grano de arena en la balanza; como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra” (Cf. Sb 11,22) El Universo aparece ante los ojos del observador como algo inmenso e inabarcable ante el que no se encuentran medidas apropiadas; pero también mantiene este mismo Universo la dificultad de precisar sus dimensiones microcósmicas. Entre lo macrocósmico y lo ínfimo el hombre se mueve en una franja de gran incertidumbre y a tientas balbucea postulados, y con cierta arrogancia, en ocasiones, lanza hipótesis que no puede comprobar empíricamente con el fin de desplazar a DIOS de la escena del mundo creado. Para el sabio de la Biblia la postura del científico es irrelevante, pues su experiencia religiosa se eleva muy por encima de las conclusiones de una falsa ciencia, que no puede demostrar empíricamente lo que afirma. El sabio de la Biblia se mueve en el campo de la experiencia de Fe, que también es indemostrable empíricamente, pero tiene en su haber la certeza de la Revelación, y ante ella el sabio de la Biblia se muestra como testigo y guía para todos aquellos que desean alcanzar el conocimiento de las cosas dado por DIOS. La razón natural acepta de buen grado la Revelación, considera con buen juicio el origen creado de lo existente y eleva dicho conocimiento al rango religioso, pues encuentra que todo está sostenido por el Poder de DIOS. La inmensidad macrocósmica es un grano de arena en la balanza con respecto a DIOS mismo; y la condición de este Universo es tan fugaz como la diminuta gota de rocío que dura pocos instantes después caer en la tierra que la absorbe. DIOS es infinitamente más grande que la inmensidad cósmica observable.
DIOS compasivo y misericordioso
“Te compadeces de todos, porque todo lo puedes y disimulas los pecados de los hombres para que se arrepientan” (v.23). Los procesos macrocósmicos observables deberían ofrecer argumentos suficientemente elocuentes del infinito poder de DIOS. El Poder divino manifiesto en el Universo se vuelve sutil y discreto en grado sumo cuando de acercarse al hombre se trata. La escena del primer pecado del hombre relatada por el Génesis refleja lo dicho en este versículo. DIOS parece no haberse enterado que el hombre y la mujer habían comido del árbol prohibido, y como todos los días viene al atardecer para su encuentro amistoso con Adán y Eva, pero no los encuentra y los llama: “Adán, ¿dónde estas?”. Adán se había escondido como un párvulo avergonzado. Adán no se enfrenta a DIOS de forma soberbia después del pecado como Satanás; y DIOS muestra una gran compasión con el hombre que creó y que confiesa: “oí tus pasos por el jardín, tuve miedo porque estaba desnudo y me escondí” (Cf. Gen 3,9-10) DIOS rescribe los comienzos de la humanidad después del primer pecado, pues esa raíz morbosa y concupiscente sigue presente en la humanidad y en un principio DIOS no contaba con dicho condicionante. La demostración del Poder compasivo y misericordioso de DIOS está en la forma dialogante con el hombre con la que DIOS mismo va conduciendo la Historia de la Salvación. DIOS modifica sus planes de acuerdo con la conducta del hombre, aunque por todos los medios DIOS conduce a la humanidad a su destino eterno.
El AMOR es la razón última de todo lo que existe
La presencia del Mal es desconcertante, pero el autor sagrado del libro de la Sabiduría es rotundo: “Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues si algo odiases no lo habrías hecho” (v.24). El AMOR hace irrevocables las actuaciones de DIOS, que en caso de ser corregidas van orientadas siempre a la mayor perfección de lo que se encontraba en el estadio anterior. Lo más preciado para DIOS en el Universo material es el hombre –mujer y varón-; aunque las ideologías líquidas o gaseosas lo cuestionen. De acuerdo con el Nuevo Testamento, DIOS quiere llevar al hombre a la conciencia personal de hijo de DIOS, pero debe perfeccionarse en santidad. Pareciera que este objetivo a DIOS se le está yendo de las manos: ¿carecerá DIOS de recursos para dar la vuelta ciento ochenta grados a la dirección marcada por la apostasía de este momento? La corrección llegará, o se está produciendo en estos momentos, pero de no ser suficiente este correctivo se acentuarán los motivos para volver la mirada hacia DIOS que tiene todo el derecho a ser reconocido, valorado y amado por todos los hombres. La muerte de JESÚS en la Cruz justifica la aplicación de todos los recursos necesarios para llevar a los hombres a la santidad de los hijos de DIOS: “ÉL ha comprado con su sangre para DIOS hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Cf. Ap 5,9). Todo lo que DIOS ha creado lo hizo por AMOR y en función del HOMBRE, JESUCRISTO.
DIOS no se desentiende de su Creación
“¿Cómo habría permanecido algo si no hubieses querido?, ¿cómo se habría conservado lo que no hubieses llamado?” (v.25). La presencia del Mal en el mundo desconcierta a muchos hasta el punto de concluir que aceptando la existencia de DIOS como causa necesaria para el origen de todo, sin embargo dada la malignidad tan extendida no es posible que DIOS siga presente siendo el Bien, la verdad y la Belleza por excelencia. El Nuevo Testamento da razón cumplida a la objeción anterior y de nuevo el autor sagrado del libro de la Sabiduría formula algo para lo que no admite réplica: ¿es posible mantener y conservar algo que no está bajo la acción de la Palabra? La existencia personal una vez dada es inextinguible. Tal existencia podrá ir al ámbito de la autocondenación pero resultará inextinguible para sí misma. Una existencia personal nunca se podrá disolver como un azucarillo en el agua y desaparecer como opinan las filosofías orientales. Una vez salidos de las manos de DIOS no se produce la reducción a la nada. El horizonte último es beatitud o condenación, que viene dada por la autonegación de la beatitud.
Existimos para una Vida en DIOS
Para la beatitud somos salvados por JESUCRISTO; la condenación es el resultado de la autodeterminación en contra de la Vida Eterna que DIOS ofrece: “con todas las criaturas eres indulgente porque son tuyas, SEÑOR que amas la Vida” (v.26). La indulgencia es una forma o manifestación sobreabundante del AMOR de DIOS. La indulgencia la reciben los hijos de DIOS, que se acogen a su Divina Misericordia. En función de las disposiciones filiales hacia DIOS se benefician todos los elementos de la Creación. Así lo expresa san Pablo: “la Creación entera está a la espera de la manifestación de los hijos de DIOS” (Cf. Rm 8,19).
DIOS sostiene desde dentro su obra
Distintas filosofías y religiones derivan hacia un panteísmo: todo es DIOS. Para el panteísmo la materia, los seres vivos y el hombre, representan distintas manifestaciones visibles de una energía primordial a la que todo volverá incluidos los seres humanos. La realidad existente en su conjunto se mueve para el panteísmo en un eterno retorno que pasa por la aparición de formas materiales y su disolución en unos lapsos de tiempo enormes. No es así como lo plantea la Biblia desde el primer momento, y el libro de la Sabiduría continúa diciendo: “tu ESPÍRITU incorruptible está en todas las cosas” (Cf. Sb 12,1). La inmanencia de DIOS en la Biblia testimonia la Presencia de DIOS que no se desentiende de lo creado por ÉL, pero tampoco se confunde con criatura alguna. DIOS es totalmente distinto de los seres que salen de sus manos. DIOS es quien pesa las montañas en la balanza y mide a cuartillos el agua del mar (Cf. Is 40,12) DIOS es inabarcable y se encuentra al mismo tiempo en el horizonte lejano, el cielo más alto o en las profundidades del mar (Cf. Slm 138,8). DIOS en su Sabiduría llega a todos los espíritus inteligentes y es más sutil que cualquiera de ellos (Cf. Sb 7,23).
DIOS se puede hacer voz en la conciencia del hombre
De muchas formas DIOS se manifestó a los hombres a través de la Creación y por medio de los profetas, como recuerda la carta a los Hebreos (Cf. Hb 1,1). Aquellas manifestaciones tuvieron un carácter externo y también tuvieron su dimensión interior; y en los tiempos cristianos las manifestaciones de DIOS llevan el sello de JESUCRISTO. Pero todavía una consideración dada por el libro de la Sabiduría en este domingo es de aplicación inmediata: “gradualmente castigas a los que caen, los amonestas recordándoles en qué pecan, para que apartándose del mal crean en ti, SEÑOR” (v.2). La gradualidad en la corrección es una propiedad de la acción de DIOS en relación con nosotros. Se multiplican los ejemplos dados en la Biblia de la paciencia de DIOS cuyos tiempos sólo ÉL conoce para administrar la corrección adecuada en cada situación. El autor sagrado del libro de la Sabiduría ejemplifica esta gradualidad de la corrección o el castigo, trayendo a la memoria el modo de proceder de DIOS con las plagas a los egipcios: “con estos te mostraste indulgente y les mandaste avispas como precursoras de tu ejército, que les fuesen poco a poco destruyendo. No porque no pudieses en batalla campal entregar a los impíos en manos de los justos, o aniquilarlos con feroces fieras, o con una palabra inexorable” (v 8-9).
Entrada en Jericó
El capítulo dieciocho de san Lucas concluye con la escena del ciego en el camino pidiendo limosna, a la entrada de la ciudad. La versión de san Marcos dispone la curación del ciego Bartimeo cuando JESÚS deja Jericó y se encamina hacia Jerusalén(Cf. Mc 10,46). En este caso el ciego, que seguimos llamando Bartimeo, reclama a JESÚS antes de entrar en Jericó y es curado inmediatamente, Bartimeo comienza a proclamar con grandes ponderaciones la maravilla que el SEÑOR había obrado en él. Devolver la vista a un ciego no tiene precio y en aquellos tiempos de forma especial. Bartimeo se convierte en el gran anunciador de la presencia del MESÍAS en medio de la ciudad. Las autoridades religiosas retaron a JESÚS en más de una ocasión para que realizase un signo mesiánico, y así poder creer en ÉL. JESÚS nunca aceptó retos sobre su condición de HIJO de DIOS o de MESÍAS. En realidad todos los milagros, aunque algunos de forma especial, tuvieron el sello del MESÍAS enviado por DIOS y esperado por el Pueblo. Entre los signos más elocuentes está la curación de la ceguera de nacimiento o causada por un accidente. Tengamos presente que el noventa por ciento de los contenidos cerebrales los hemos adquirido por el canal visual o sentido de la vista. El mundo de los hombres es posible construirlo porque los hombres estamos dotados de visión. La sociedad y la cultura se construyen porque el hombre tiene visión física, de lo contrario ni la cultura ni la sociedad serían posibles tal y como las conocemos. Los ciegos que podamos movernos por esta sociedad, lo hacemos porque participamos de la visión de otros que nos ofrecen las referencias. Con la curación de Bartimeo, san Lucas dispone una entrada profética de JESÚS en Jericó, pues aquel que hace unos momentos era ciego de nacimiento, conocido por todos, está proclamando a grandes voces la Gloria de DIOS por su curación. Algo pasaba en la ciudad y Zaqueo siempre estaba enterado de todo.
Jericó, ciudad romana
Hacía doce siglos las murallas de Jericó se habían caído por la presencia del Arca de la Alianza llevada por un pueblo venido de Egipto y liberado por YAHVEH; ahora gruesas murallas espirituales iban a caer por la entrada en la ciudad del que dispone para los hombres de toda la Gloria y Poder de DIOS: JESUCRISTO. Nos dice el texto: “ entrado JESÚS en Jericó atravesaba la ciudad” (Cf. Lc 19,1). Jericó era en aquel entonces una ciudad romanizada con amplias calles, algunos parques y árboles propios de la región. JESÚS atraviesa la ciudad como si las calles de la misma, los rincones y las personas le fueran familiares. Vamos a comprobar que JESÚS parece que tiene el encargo de ver a una persona en concreto y se dirigirá a él por su nombre. A esas alturas, los discípulos están acostumbrados a este tipo de episodios y se dejan llevar sin intervenir en momento alguno.
Curiosidad de Zaqueo
“Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y rico” (v.2). La semana pasada el evangelio disponía a un publicano que subía al templo para orar y vimos algunos rasgos característicos de la función que realizaban y el desprecio que se granjeaban por su actividad cobrando los impuestos. Zaqueo era jefe de publicanos y rico, por lo que no debía gozar de muchas simpatías entre los vecinos, Jericó era de las ciudades más prósperas y no resulta extraño que el jefe de los publicanos ostentase una posición alta en lo económico, aunque él era de baja estatura.
Zaqueo quiere informarse
“Trataba, Zaqueo, de ver a JESÚS, pero no podía a causa de la gente, pues era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicomoro, ya que iba a pasar por allí” (v.3-4). Algo estaba sucediendo que escapaba del control de Zaqueo, pues hasta entonces todo lo que ocurría en la ciudad lo tenía bajo control: un ciego curado al que en alguna ocasión le había dado calderilla, a grandes voces estaba creando un estado de ánimo en la gente del todo desconocido. Aquello había que verlo de cerca y Zaqueo corre para subirse a un sicomoro típico por aquella zona. El sicomoro es más pequeño que la higuera pero a Zaqueo, incluso en su baja estatura, le servía para ver a JESÚS entre la gente que lo rodeaba. Tal cosa, Zaqueo, no la había presenciado hasta entonces; además él sólo entendía de cobros, préstamos e inversiones. Aquel hombrecillo de estatura física era un hombre de carácter recio capaz de mantener embridados a individuos sin escrúpulos que estaban a su cargo. Zaqueo bajo de estatura, pero temible en muchos sentidos, tenía también su corazoncito al que nadie había llegado y sólo JESÚS conocía. Zaqueo significa “el que arrebata por la fuerza”. Aquel hombre bajo y probablemente con distintos complejos cruzados en su interior se desquitaba de sus resentimientos haciéndose exitoso y fuerte acumulando riqueza material. Para subirse a un sicomoro tampoco tenía que dar una gran zancada, y las ramas superiores le valían de tribuna para ver y ser visto, pues por allí pasaría JESÚS.
JESÚS llama a Zaqueo
“Cuando JESÚS llegó a aquel sitio le dijo: Zaqueo baja pronto, porque conviene que hoy YO me quede en tu casa” (v.5). Zaqueo había realizado la carrera más importante de su vida cuando corrió para subirse al pequeño árbol del camino que le hacía posible ver a JESÚS. Zaqueo tiene cualidades que también son empleadas para el bien, que en este caso se resumen en “correr, subir a una higuera y ver a JESÚS”, que está pasando. Tres acciones sucesivas que para cualquier seguidor del MAESTRO son necesarias. JESÚS está pasando por Jericó y para Zaqueo de un modo similar al paso de JESÚS por la orilla del Mar de Galilea cuando despertó la atención de los cuatro discípulos iniciales: Pedro y Andrés; Santiago y Juan (Cf. Mc 1,16-20). JESÚS le dice a Zaqueo: baja pronto, porque conviene que hoy YO me quede en tu casa. El sentido espiritual de estas palabras es directo: los discípulos no aparecen en momento alguno. Es urgente que JESÚS entre en la casa, en el aposento de Zaqueo, como lo es que el SEÑOR entre en el habitáculo interior de cada hombre. La mirada de JESÚS y Zaqueo se cruzaron por unos instantes y el recaudador nunca había encontrado una mirada como aquella. Por otra parte, la voz y las palabras de JESÚS no admitían réplica; aunque Zaqueo no recibía órdenes de nadie, pues no las admitía: él era el jefe de los individuos más correosos de la ciudad y no les permitía el más mínimo desvarío, ya que los contactos en Roma eran suyos.
La alegría de Zaqueo
Aquel hombre huraño y temido “bajó del sicomoro y recibió en su casa a JESÚS con alegría” (v.6). El jefe de publicanos se había contagiado también de la alegría desbordante de la multitud enfervorizada por la curación del ciego de nacimiento, Bartimeo. Las curaciones físicas no dejan indiferente a nadie y cuando son verdaderas irradian la presencia del ESPÍRITU SANTO que llena de júbilo la ciudad como relata el libro de los Hechos de los Apóstoles (Cf. Hch 8,8).
Extrañeza y murmuraciones
“Todos al verlo murmuraban diciendo: ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador” (v.7). No era fácil entender la misión de JESÚS, el objetivo fundamental del encargo dado por el PADRE: sanar al enfermo y salvar al que se encontraba perdido. Los vecinos de Jericó tenían muy presentes los abusos a los que los publicanos dependientes de Zaqueo los tenían sometidos. Las consecuencias del impago de los impuestos eran brutales, por lo que la extorsión era sencilla. El recaudador contaba con el apoyo de la autoridad civil, y su vida no corría mayor peligro. Como siempre la conversión de las almas es un misterio que sólo DIOS conoce y Zaqueo era también hijo de Abraham y perteneciente al Pueblo elegido. Los vecinos de Jericó saldrían muy beneficiados de aquella conversión desde el punto de vista económico y todas sus reticencias quedarían resueltas.
Compromiso de Zaqueo
“Zaqueo puesto en pie dijo al SEÑOR: daré, SEÑOR, la mitad de mis bienes a los pobres, y si en algo defraudé a alguien le devolveré el cuádruplo” (v.8) El cambio profundo y radical de Zaqueo carece de los signos externos recogidos en otros episodios. El proceso interior generado por la presencia de JESÚS lo lleva a tomar decisiones drásticas sin más glosa. Zaqueo sigue permaneciendo rico, pero se compromete a repartir la mitad de su fortuna, con lo cual beneficiará a los pobres y a los que haya extorsionado los recompensará cuatro veces más. En este caso cabe el refrán: “obras son amores y no buenas razones”. Hubo un rico que acudió a JESÚS para negociar la vida eterna y JESÚS le vino a decir algo parecido de lo que de forma espontánea hizo Zaqueo, y aquel hombre se marchó triste porque era muy rico (Cf. Mc 10,22), y le dolía en gran manera desprenderse de su riqueza. En el caso del veterano Zaqueo venció el Amor de DIOS que él buscaba con diligencia y en el fondo quería verlo frente a frente. Allí estaba, en su casa, y no lo rechazaba. Zaqueo estaba demostrando que era una persona que miraba de frente y arriesgaba, y cada acto suyo era un reto que debía afrontar. Adquieren pleno sentido también las palabras de JESÚS: “conviene, Zaqueo, que hoy YO sea tu huésped”. La verdadera casa de Zaqueo a la que JESÚS deseaba llegar era el corazón de aquel publicano: “estoy a la puerta y llamo, si alguien me abre entraré y cenaremos juntos” (Cf. Ap 3,20). Ahora se entiende un poco mejor que en este episodio de san Lucas no aparezcan los discípulos. Es JESÚS el que cambia los corazones de los hombres y a Zaqueo el SEÑOR podía dirigirle las palabras del Salmo: “hijo mío eres tú, YO te he engendrado hoy” (Cf. Slm 2,7). Zaqueo el indeseable publicano nació de nuevo siendo viejo, porque abrió contento la puerta de su casa al REDENTOR.
La Salvación es un regalo
Cuando Zaqueo se levantó ese día, probablemente temprano para disponer los encargos en sus negocios, no podía sospechar ni de lejos el acontecimiento que se produciría en esa jornada. La Salvación había llegado a la casa de Zaqueo: “JESÚS le dijo, hoy ha llegado la Salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham” (v.9). Era un modo de reconocer que Zaqueo también importaba para DIOS, y por tanto pertenecía a su Pueblo. JESÚS, como en otras ocasiones, estaba rehabilitando socialmente a la persona recién convertida, que por el ejercicio de recaudador de impuestos era radicalmente excluido de los ambientes religiosos. De la misma forma que en este pasaje no se habla de los discípulos de JESÚS, tampoco se menciona a la familia de Zaqueo, pero es probable que estuviera casado y fuese el padre de algunos hijos que también participaron de aquel acontecimiento.
Misión del Hijo del hombre
“El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (v.10). En todo este episodio san Lucas no recoge discurso o parábola alguna de JESÚS a la gente que lo seguía, y parece bastar las breves indicaciones que marcan el ritmo del relato. Aquí en Jericó, JESÚS cumple con su discurso programático expuesto en la sinagoga de su pueblo hacia unos tres años: “el ESPÍRITU del SEÑOR está sobre MÍ, porque ÉL me ha ungido, y me ha enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres, a dar la vista a los ciegos…” (Cf. Lc 4,18-19). El ciego curado a la entrada de la ciudad era signo y Palabra para los que escuchaban sus alabanzas por haber recobrado la vista. La visión física y espiritual habían llegado al ciego del camino. Zaqueo se hizo pobre y recibió la Buena Noticia de JESÚS. Sin discursos explícitos Zaqueo experimentó en su casa una presencia que le estaba cambiando la vida y cedió a esta renovación total de su ser: comenzaba una nueva etapa en su vida porque había sido perdonado y salvado por JESÚS.
San Pablo, segunda carta a los Tesalonicenses 1,11-2,2
Las comunidades de Tesalónica y Filipos, fundadas por san Pablo, se ponen siempre de ejemplo de vida cristiana, pues el testimonio del Apóstol siempre fue muy favorable hacia ellas. Las cartas a los Tesalonicenses son consideradas entre los primeros escritos del Nuevo Testamento, y por tanto presentan un pensamiento del Apóstol sobre la Segunda Venida del SEÑOR, que modificará a lo largo de los años. Muchas cosas están relacionadas con la Segunda Venida del SEÑOR, que ha utilizado a lo largo de los siglos “la pedagogía de la espera”. San Pablo elogia la Fe, la Caridad y el espíritu de renuncia y sacrificio de las comunidades de Tesalónica, y afirma tenerlas muy presentes, mostrándolas como ejemplo a otra comunidades. Esta segunda carta es un escrito de ánimo y reconocimiento de una vida cristiana ejemplificadora. El Apóstol se mantiene informado de la marcha de los tesalonicenses y les da un aviso a los que equivocadamente, y de forma infantil, dejaron de lado sus obligaciones porque el SEÑOR está a punto de llegar: “algunos están muy ocupados en no hacer nada…, pues el que no trabaje que no coma” (Cf. 2Tes 3,10). Esta breve reprimenda quedó como refrán para la posteridad.
La Bienaventuranza
Las dos cartas a los de Tesalónica resaltan lo concerniente a los últimos tiempos o las realidades últimas. La bienaventuranza Eterna, o el Descanso Eterno, da por bien empleados todos los trabajos de esta vida. En esta carta, san Pablo afirma y matiza sus propias palabras sobre la Parusía, porque es cosa que desde los comienzos no parece tan fácil de esclarecer. El SEÑOR va a venir, la Segunda Venida se producirá, y los deseos de los cristianos de la primera generación a los que pertenece el Apóstol, se confunden con la realidad de los hechos, que en definitiva pertenecen al exclusivo Designio de DIOS. Dice san Pablo: “”el justo DIOS paga con el Descanso a vosotros los atribulados, cuando JESÚS se revele desde el Cielo con sus poderosos Ángeles” (v.7). Esa manifestación apoteósica y benéfica para los elegidos, será por otra parte calamitosa para los descreídos: “en medio de una llama de fuego y tome venganza de los que no obedecen al Evangelio” (v.8-9). Lo manifestado en estos versículos se matiza en los versículos iniciales del segundo capítulo, porque el Apóstol quiere disipar cualquier inquietud perturbadora.
La Fe de los últimos tiempos
Bien sabemos que estamos desde hace siglos en los Últimos Tiempos, pero en determinadas franjas de la historia se producen crisis o convulsiones sociales de especial intensidad, que ponen a prueba la Fe de los creyentes. Para estos momentos se recomienda intensificar la oración y afianzar los principios fundamentales de la Fe. En esta línea van las palabras de san Pablo: “rogamos en todo tiempo por vosotros, que nuestro DIOS os haga dignos de vuestra vocación y os lleve a término con su Poder vuestro deseo de hacer el bien y la actividad de la Fe” (v.11). La oración de intercesión del Apóstol por los de Tesalónica va encaminada principalmente a que su Fe se mantenga viva. JESUCRISTO vive en medio de los creyentes y a cada uno le pide su corazón: el afecto y la confianza. Esta confianza mantiene la Fe viva y en condiciones para cualquier obra buena. Mañana JESUCRISTO puede manifestarse y ha de encontrar a los creyentes con una confianza activa y viva, en medio de sus ocupaciones diarias. La comunidad de creyentes se vuelve testigo en su conjunto de la Fe en el SEÑOR JESUCRISTO, y con esto ÉL es glorificado (v.12). Una comunidad cristiana que espera la manifestación del SEÑOR se vuelve especialmente viva, y en ella abundarán los dones carismáticos, porque se verá asistida por la unción del ESPÍRITU SANTO.
El Apóstol matiza sus palabras
“Por lo que respecta a la Venida de nuestro SEÑOR JESUCRISTO, y a nuestra reunión con ÉL, os rogamos hermanos que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del ESPÍRITU, por alguna palabra o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del SEÑOR.” (v.1-2). A lo largo de los veinte siglos de Cristianismo ha sido necesario retomar estas palabras de san Pablo, pues de forma periódica se apreció inminente la Segunda Venida del SEÑOR como punto final de la historia de la humanidad. San Pablo ofrece un dato inequívoco para el final, y lo cifra en la apostasía; pero incluso este proceso se vivó parcialmente en el pasado y de forma severa. Un modo de apostasía fue el arrianismo, que arruinó la Fe de una fracción importante de cristianos. Las distintas invasiones islámicas fueron vividas como episodios apocalípticos, pues muchos se veían abocados al martirio o a renegar de su Fe. La descristianización oficial de la Revolución Francesa pretendió hacer tabla rasa del orden católico en Francia donde muchos templos fueron profanados para instalar en ellos el culto a la diosa razón, sin hablar del genocidio llevado a cabo en la región de la Vendée donde se quemaban vivas a las mujeres cristianas embarazadas, siguiendo la locura con otras mujeres no cristianas a las que se sometía a ese mismo tipo de tortura por el placer de verlas padecer esa muerte. La apostasía ciertamente abre las puertas del infierno, pero tampoco tiene la última palabra, pues hasta ahora la Fe siempre de un resto fiel ha hecho posible el renacimiento de la Iglesia de JESUCRISTO.