El evangelio de este domingo (Lc 19, 1-10) nos habla del encuentro entre Jesús y Zaqueo. Zaqueo es un personaje que deseaba conocer a Jesús pero sus circunstancias parecían colocarlo a una cierta distancia del Señor: era un publicano, venía catalogado como un pecador y por su baja estatura la gente le impedía ver a Jesús.
La narración del evangelio destaca varios signos importantes que llevan a transformar su vida. Zaqueo no sólo ve a Jesús, él logra atraer la mirada del Señor y recibe palabras llenas de esperanza: “hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
A partir del encuentro con Jesús, Zaqueo vive su propia conversión. Se puso de pie, reparte a los pobres la mitad de sus bienes y se compromete a restituir cuatro veces más en caso de haber defraudado a alguien.
Jesús reconoce la autenticidad de todos estos signos que expresan la conversión de un pecador y constata que la salvación llegó a aquella casa. De esta manera, la figura de Zaqueo se convierte en un icono que ayuda a entender cómo debe ser el camino de fe de alguien que busca el encuentro con Dios.
PUNTO DE PARTIDA
Todo empieza con el interés o deseo por conocer a Dios. Este es el punto de partida que tiene todo converso. El interés por conocer a Dios brota del interior que hay en cada persona. En cada individuo existen anhelos profundos que sólo Dios satisface. Como decía San Agustín: “nos hiciste para ti que nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti”.
LOS OBSTÁCULOS
Otro aspecto importante de la historia de Zaqueo es el hecho de enfrentar y superar los obstáculos que aparecen en este proceso. Las circunstancias adversas que encontró Zaqueo no le impidieron satisfacer el deseo de conocer a Jesús. Al contrario se muestra la tenacidad de este personaje para alcanzar sus metas. Las adversidades que encontró no le robaron sus objetivos.
LA EXPERIENCIA DE LA MIRADA
Superadas las pruebas se destaca también la mirada de Jesús. La narración nos cuenta que Zaqueo atrajo la vista de Jesús. Es una mirada llena de misericordia y esperanza. “Zaqueo, hoy tengo que hospedarme en tu casa”. De esta manera, de ser un aparente desconocido, Zaqueo se convierte en el anfitrión de Jesús.
CONVERSIÓN
El momento culminante de esta historia bíblica cuando se habla de lo que produce el encuentro con Dios. Zaqueo se pone de pie, se convierte y expresa este compromiso con la solidaridad y la restitución la restitución de los bienes que había tomado. Dios nunca nos deja tal como nos encontró, siempre sucede algo nuevo. La gracia de Dios actúa dentro de nosotros y produce cosas buenas.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa