Auméntanos la Fe

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

El Evangelio de este domingo nos presenta la súplica que los apóstoles hicieron a Jesús: AUMENTANOS LA FE. Jesús responde con una imagen, la de la semilla de mostaza que destaca los efectos que la fe puede operar en la vida de una persona cuando es auténtica, genuina y profunda. Quien tiene fe puede llevar a cabo cosas extraordinarias, que superan la imaginación y que ante los ojos humanos pudieran parecer imposibles.

Cuando san Lucas escribe su Evangelio y los Hechos de los Apóstoles las primeras comunidades cristianas ya habían experimentado los prodigios que la fe en Cristo llevaba a cabo. La vida y las obras de los santos en cada época, así como el testimonio de muchos creyentes lo confirman. Cuando la persona actúa con fe se producen cosas extraordinarias y prodigiosas.

Por la forma como Jesús concluye en este evangelio, hablando de la relación entre el patrón y su siervo, Jesús previene a sus apóstoles de 2 peligros. El de la vanagloria y el de la presunción. Por eso agrega: Cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer. Esto significa que la fe debe estar activa, en acción constante y debe ser desinteresada.

La fe es por una parte un don gratuito de Dios, un don sobrenatural que Dios ofrece a la persona para que perciba sus obras y reconozca su mano creadora; por otra parte es también una tarea que se confía al ser humano. Por medio de la fe la persona abre su corazón, su inteligencia y su vida a la omnipotencia de Dios.

La fe dispone a la persona para aceptar la voluntad de Dios en su vida; conduce a la persona a buscar y a encontrar en Dios su punto de apoyo.

La fe está llamada a crecer y a desarrollarse; es un don divino que necesita de la mano del hombre para que se fortalezca y sea operativa. En este sentido, no se desarrolla espontáneamente, se necesita cultivar y alimentarse. Una fe que no se cultiva ni se fortalece puede perder su sabor y su fuerza. De ahí que aunque la fe es un regalo divino, se necesita de nuestra responsabilidad para que madure y oriente la vida de la persona.

Las dos cosas son importantes, que Dios nos auxilie con su gracia para que el don que él nos ofreció se fortalezca y se mantenga y por otra nuestra responsabilidad de hacer fuerte nuestra fe, a través de la oración, la escucha de la Palabra de Dios, la recepción de los sacramentos y la práctica de la caridad.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.