El evangelio de este domingo (Mt, 16, 13-20) presenta la SOLEMNE CONFESIÓN DE PEDRO y por otra parte la encomienda del MINISTERIO PETRINO. Se trata de un pasaje muy importante para la fe católica. Simón, en nombre de los doce, proclama a Jesús como Mesías e Hijo de Dios; es decir revela su identidad. Jesús por su parte, con las imágenes de la roca y las llaves concede poderes particulares al apóstol Pedro. Lo coloca como el fundamento de la Iglesia.
Lo primero que Jesús reconoce es que la confesión del apóstol no proviene simplemente de una reflexión o razonamiento humanos sino de una revelación divina. El conocimiento pleno de la identidad de Jesús no se puede hacer solo con la razón natural, se necesita el auxilio de la gracia y esto sólo lo puede ofrecer Dios, este conocimiento es el que ofrece la fe. Por ello, Simón recibe una bienaventuranza de parte del Señor: “Dichoso tú Simón porque esto… te lo ha revelado mi Padre que está en los cielos” cfr. Mt 16, 17. El mismo Jesús dice unos capítulos antes, en 11, 27 “nadie conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo”. Por lo tanto, si sólo el Padre conoce a su Hijo, sólo él pudo haberle revelado la identidad de Jesús. Jesús reconoce la huella del Padre en esta respuesta; Simón tiene una fe “confiable” sobre la que se puede construir la Iglesia.
Una vez proclamada la verdadera identidad de Jesús, se revela también cual es la identidad de Simón: Y ahora Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia. La imagen de la “roca” es a menudo utilizada en la Biblia para designar a Dios como “el único cimiento de la vida humana” Cfr. Is 17, 10; 44,8. Simón Pedro, en cuanto trasmisor de la revelación divina y testigo de la verdadera identidad de Jesús, se convierte ahora en la roca, sobre la cual Jesús construirá la comunidad de los fieles. Para comprender mejor esta imagen vale la pena tener presente la parábola del hombre prudente que edificó su casa sobre roca Mt 7, 24. Por lo que respecta al término “Iglesia”, es importante recordar que esta palabra es el equivalente del término hebreo (qahal) que designa la asamblea de los fieles (Gal 1, 13). El hecho de que sea Jesús quien edificará la Iglesia, hace referencia al origen divino de esta comunidad; la Iglesia la fundó Jesús sobre el apóstol Pedro. La Iglesia no fue fundada por alguna persona cualquiera o por algún iluminado, sino por el mismo Hijo de Dios. Porque es de origen divino, Jesús agrega que “las puertas del hades no prevalecerán contra ella”. Gracias a la Palabra de su fundador, la iglesia resistirá las fuerzas del mal y de la muerte. Es más, con la ayuda de Cristo, la Iglesia no solo vence la muerte, sino que también rescata del imperio de la muerte a toda persona para hacerla entrar en el reino de los cielos, que es un reino de vida.
Entre las responsabilidades que Jesús entrega a Simón Pedro está la de la consigna de las llaves del reino de los cielos y con ellas, el poder de atar y desatar. Este poder tal como aparece en las fuentes rabínicas se refiere a la autoridad para decidir sobre la acciones que están permitidas o prohibidas y al poder de admitir en la comunidad o excluir de ella. Se trata por tanto de la competencia para establecer con autoridad, lo que es normativo y lo que no lo es. De esta manera Simón Pedro recibe la misión de imponer obligaciones y liberar de ellas.
En este pasaje (Mt, 16, 13-20) Simón Pedro confiesa el mesianismo y la filiación divina de Jesús; Jesús por su parte lo establece como la Roca sobre la cual edificará la iglesia. Por todo esto se puede señalar brevemente cuanto importante sea el Ministerio Petrino por la autenticidad de su fe. Está Claro que Jesús quiere edificar su Iglesia en una fe confiable. Por eso la fe católica reconoce que el sucesor de Pedro en Roma comparte este ministerio.
Pedro es en la Iglesia y para la Iglesia garantía de unidad y estabilidad a través del servicio de la autoridad, entendida como servicio. Pedro es a través del ministerio pastoral guía y fundamento de toda la Iglesia. A Pedro le toca confirmar a sus hermanos en la fe. El Ministerio Petrino es una muestra de la providencia divina y de la misericordia de Dios. El humilde y evangélico ejercicio de la autoridad del Papa permite a la iglesia conservar la unidad deseada por Cristo en el respeto de la pluralidad de los dones que suscita el Espíritu Santo.
Como Pedro, también nosotros los bautizados, si cultivamos una fe verdadera, nos convertimos en piedras vivas para construir el reino de Dios. En esta construcción Cristo es la piedra fundamental de todo el edificio; cada creyente responde con su fe a Dios para que él construya su Iglesia en todo el mundo.
Por: Pbro. José Manuel Suazo Reyes