Al hacer un análisis del mundo contemporáneo en el que vivimos, intento comprender el cómo y el porqué de lo que ha sucedido y de lo que está sucediendo en la actualidad. Ante ello logro descubrir algunos rasgos del comportamiento de la sociedad, entre los cuales destaco la mundanidad.
Considero que la vida de las sociedades es un proceso continuo, multivinculado e, incluso, adaptado a las realidades y exigencias de hoy. Todo ello sin perder los rasgos más íntimos del propio ser.
Lo mundano es relativo al mundo; todo lo que existe dentro y fuera del ser se puede catalogar como “mundo”. Esto se da en lo imaginario, o en lo real, y se manifiesta en un trato circundante y cotidiano, el cual se ocupa del modo de ser de las personas, según su andar.
Considero que la mundanidad es la estructura del mundo que el hombre ha diseñado para su desarrollo, aunque ésta no siempre cumple con el propósito del hombre: que el ser humano sea feliz. La mundanidad también es la cualidad que una persona le da a los placeres y a las convenciones de la vida social, por ello, creo que es importante analizar la vida personal para darnos cuenta de cómo se está viviendo.
Es necesario estar conscientes de que la mundanidad forma parte de una cultura de lo efímero, de lo pasajero, que no perdura, sino que, más bien, con el tiempo pasa a ser una cultura sobre las apariencias que se asume. Todas estas apariencias están maquilladas y buscan vivir el hoy sin importar el mañana, con valores superficiales. Así, las personas que se dejan llevar por la mundanidad en este mundo se encuentran lejos de alcanzar la felicidad.
En la actualidad muchas personas han adoptado un estilo de vida superficial; se manifiestan insatisfechas y se vuelven consumidores excesivos fuera de la realidad, porque se han dejado llevar por lo mundano.
Las personas mundanas pasan por encima de los derechos de los demás para lograr su cometido; dejan de preocuparse por los demás y cambian según las circunstancias, adaptando su proceder con lo que más les conviene, de acuerdo con sus deseos.
La mundanidad te aleja de la realidad; es cuando una persona se inclina ante los placeres y las frivolidades de la vida. La persona que es frívola no se compromete con la realidad y se limita a quedarse con lo banal. Le da mucha importancia a los aspectos exteriores, a cosas irrelevantes y sin importancia.
Se ha dejado de lado lo transcendente, lo espiritual, aquello que se encuentra más allá de la conciencia, por encima de los límites del hombre, “la transcendencia es un efecto, no es una causa en sí mismo, es el resultado de ser consciente”.
El hombre sabe que es un ser finito en lo biológico, sin embargo, se olvida de transcender en su vida personal y social, haciendo de lado su perfeccionamiento y olvidándose así de transcender en la conciencia, en su dignidad y en su libertad. ¡Hay que dar un paso más en la fe y en la esperanza con actitud y amor!
De esta manera, quiero actualizar mis deseos de transcendencia como sujeto contemporáneo de la sociedad y del mundo. Ustedes “no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”.
Por RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.