Todavía no sabemos, con rigor y fundamento, preferencias son las razones últimas por las que Mons.Lucas Van Looy, obispo belga, declaró que no quería la morada que el Papa Francisco anunció hace unos días para él y otros 20 clérigos en el consistorio del 27 de agosto. Resulta que el gran rechazo del prelado Belgian se basa en que él mismo, y otros en las altas jerarquías católicas, creen que en la lucha contra la pederastia del clero fue débil y ambiguo, en definitiva, encubrió los crímenes y pecados de los miembros de sobre el clero.
No sabemos cómo terminará el asunto y qué dirá el Papa si se enfrenta al escándalo. Por ahora sabemos -y no es poca cosa- que un presbítero belga que a instancias del Papa Francisco debería haber recibido la beretta del cardenal, se retractó personalmente (autoinformado) revelando pasajes de su vida sacerdotal y episcopal que debería haber conocido el Pontífice. Obviamente, el hecho de que Francisco no supiera nada de todo esto explica por qué había incluido en la lista de 21 nuevos cardenales.
Todo esto suscita a la conciencia de los católicos, pero también a la opinión pública en general, no pocos interrogantes sobre estas creaciones de cardenales y son, en buena medida, tan graves como las relativas a los nombramientos de obispos.
El gesto de Lucas Van Looy, de gran trascendencia, rompe la cadena de silencios que se remonta a la pedofilia desde hace muchos años incluso entre los miembros del Colegio Cardenalicio. Basta recordar los nombres de cardenales como Angelo Sodano, Darío Castrillón Hoyos, Oscar Rodríguez Maradiaga, etc., etc.
Luis Badilla
Ciudad del Vaticano.
Jueves 16 de junio de 2022.