- De la lectura del volumen Ética teológica de la vida , los rumores se confirman : los teólogos elegidos por la Pontificia Academia para la Vida justifican el uso de la anticoncepción en nombre del discernimiento e igualan el uso de los métodos naturales y cualquier otra técnica anticonceptiva.
- Es la negación de la Humanae Vitae y del magisterio de Juan Pablo II así como el fin de la teología moral católica con la imposibilidad de establecer absolutos morales.
Así que no solo rumores. La apertura a la anticoncepción y a la fecundación artificial homóloga, de la que dimos noticia hace unos días (aquí ) es una realidad, escrita en blanco y negro, en el texto base que sirvió de marco al seminario de estudio celebrado en Roma del 30 de octubre al 1 de noviembre del año pasado, promovida por la Pontificia Academia para la Vida. El texto ha sido publicado ahora, junto con las intervenciones de los distintos ponentes, en el volumen Ética teológica de la vida. Escritura, tradición, desafíos prácticos , publicado por la Editorial Vaticana.
El texto base es el resultado del trabajo de un equipo de teólogos , entre los cuales Mons. Pierangelo Sequeri, quien fue decano del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II desde agosto de 2016 hasta agosto de 2021 y el P. Maurizio Chiodi, Ordinario de Bioética del mismo instituto. La escuela jesuita fue decididamente influyente, con el padre Carlo Casalone, sj, profesor invitado de Teología Moral en la Gregoriana; Roberto Dell’Oro, Director del Instituto de Bioética y profesor de la Universidad Loyola Marymount de Los Ángeles; Don Alain Thomasset, Decano de la Facultad de Teología y Profesor de Teología Moral en el Centre Sèvres – Facultés jésuites de Paris.
Que la PAV eligiera al padre Maurizio Chiodi no sólo como ponente, sino también como extensor del texto base, ya dejaba claro de qué lado se apoyaría el barco.
Además de sus conocidas aperturas al mundo LGBT, Chiodi en 2018 (ver aquí ) ya había mostrado con creces hacia dónde conduciría el replanteamiento del “sentido de la norma moral de Humane vitae” , basado en el conocido capítulo VIII. de Amoris Laetitia: «Hay circunstancias […] -explicó-, que exigen “anticoncepción” precisamente por responsabilidad».
Entre los «elegidos» para la redacción del texto de base encontramos también al P. Pier Davide Guenzi, Ordinario de Teología Moral del Matrimonio y de la Familia de Juan Pablo II, también paladín del derrocamiento de la teología moral en nombre de la intención de la tema. Cuestionado, sobra decirlo, por Luciano Moia para Avvenire , en 2019, sobre la legalidad de los actos homosexuales (ver aquí), respondió: «La posición defendida por la tradición es resaltar la posibilidad de acciones que, en sí mismas, representan una desviación de la regla moral de los actos sexuales. Sin embargo, el nivel descriptivo de las acciones debe distinguirse del interpretativo, para lo cual es fundamental la relación entre la intención del sujeto y el significado de sus acciones”. Lo prohibido en el nivel descriptivo es readmitido en el interpretativo.
Entonces esta multitud de tantos teólogos dio a luz un texto que contiene, entre otros, dos párrafos que marcan el fin de la teología moral católica. En el n. 172 (p. 304 del volumen), en relación a la anticoncepción, leemos: “La responsabilidad en la generación exige un discernimiento práctico que no puede coincidir con la aplicación automática y la observancia material de una norma, como se manifiesta en la práctica misma de los métodos naturales «. El texto se refiere, no en vano, a la única conexión «magisterial» posible, a saber, la problemática § 304 de AL, que en nombre de la imposibilidad real de la norma general de prever todos los casos posibles, había terminado por desacoplar el discernimiento de la norma y vaciando de su valor absoluto los preceptos morales negativos, creando así una nueva moral «del caso concreto».
Así prosigue el texto de base : «Existen de hecho condiciones y circunstancias prácticas que harían irresponsable la elección de engendrar, como reconoce el mismo magisterio eclesiástico, precisamente al admitir los “métodos naturales”. Por tanto, como ocurre en estos métodos, que ya se valen de técnicas y conocimientos científicos específicos, hay situaciones en las que dos cónyuges, que han decidido o decidirán aceptar hijos, pueden hacer un sabio discernimiento en el caso concreto, que sin contradecir su apertura a la vida, en ese momento, no la prevé. La sabia elección se llevará a cabo evaluando adecuadamente todas las técnicas posibles en referencia a su situación específica y excluyendo obviamente las abortivas”.
La anticoncepción se equipara cándidamente, por parte de dichos teólogos, con el uso de los períodos infértiles de la mujer , en nombre de una intención común no anticonceptiva por parte de la pareja. El texto base opera así un quiasmo singular, pero no nuevo: así como no se puede recurrir a los métodos naturales para evitar en todos los sentidos la procreación (intención anticonceptiva), así se puede recurrir a la anticoncepción no abortiva, siempre que no se quiera absolutamente evitar la procreación. Sólo queda la intención del sujeto y la apreciación de las circunstancias, mientras que la intencionalidad del acto es radicalmente menor.
En efecto, el acto conyugal tiene una capacidad intrínseca de procreación, aunque no todo acto, según el plan de Dios para la creación, es fecundo; los significados unitivo y procreativo están indisolublemente ligados. Ahora bien, la continencia periódica realiza plenamente esta verdad, acudiendo, mediante un autodominio, a aquellos períodos que no por propia decisión, sino por Dios, ha puesto como estériles; en la anticoncepción, en cambio, «los cónyuges […] separan estos dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, actúan como «árbitros» de la plan divino y “manipulan” y degradan la sexualidad humana, y con ella su propia persona y su cónyuge, alterando su valor como donación “total” ( Familiaris Consortio , § 32).
Por eso la misma Exhortación Apostólica de san Juan Pablo ll recordaba que entre los métodos naturales y la anticoncepción, la diferencia es «mucho más amplia y profunda de lo que suele pensarse y que en última instancia implica dos conceptos de persona y de sexualidad humana irreductibles el uno al otro«. sin embargo, ahora vemos que Paglia y sus teólogos deben haberlo olvidado, ya que sólo lo convierten en un problema de intenciones subjetivas y de recurso a técnicas, que anulan la diferencia entre ellos.
La enseñanza de Juan Pablo II profundizó lo que Pablo VI había enseñado claramente en la Humanae Vitae,16:
«La Iglesia es consecuente consigo misma cuando considera lícito el recurso a los períodos de infertilidad, condenando como siempre ilegal el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aun inspirados en razones que puedan parecer honestas y graves» (HV 16), subrayando también que «entre los dos casos hay una diferencia esencial«.
Por lo tanto, la posición del texto básico que ahora expone la Pontifica Academia para la Vida no es un desarrollo, sino una clara contradicción con la enseñanza de la Iglesia.
El «siempre ilícito» de HV (Humanae Vitae) se pulveriza en nombre de esas razones «honestas y serias» que Pablo VI excluyó siendo capaces de cambiar la especie moral de la anticoncepción y por lo tanto la legitimidad moral de su uso.
Por LUISELLA SCROSATI.
CIUDAD DEL VATICANO.
LUNES 11 DE JULIO DE 2022.
LANUOVABQ.