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La Iglesia católica debe responder con más fuerza a la búsqueda de Dios por parte de las personas, dice el cardenal Robert Sarah en una entrevista con el diario francés Le Figaro
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«Lo que de verdad importa es nuestra vida eterna, nuestra vida en amistad con Dios.
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« Iglesia existe para ser santos.
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«El resto es secundario», recuerda.
La «paradoja de nuestro tiempo» es que crece el número de los que buscan a Dios, pero el debate público y el escenario político lo excluyen cada vez más. «Entonces ha llegado el momento de que la Iglesia vuelva a lo que se espera de ella: hablar de Dios, del alma, del más allá, de la muerte y, sobre todo, de la vida eterna», dijo el Cardenal Sarah, al diario francés Le Figaró en una entrevista el 1 de julio.
Quienes niegan la vida espiritual rechazan también lo que dignifica a hombres y mujeres, dijo el cardenal que recientemente ha publicado «Catecismo de la vida espiritual». «¿Qué tiene de bueno nuestra vida sin una vida interior? ¿Qué queda, qué escapa a las leyes del mercado y de la materia?». preguntó retóricamente el interlocutor del diario parisino.
Criticó el hecho de que «pasamos demasiado tiempo hablando de las estructuras de la Iglesia. ¡No le interesa a nadie!». A su juicio, «lo que de verdad importa es nuestra vida eterna, nuestra vida en amistad con Dios. La Iglesia existe para ser santos. El resto es secundario».
El Cardenal Sarah dijo que la gente acude a un sacerdote para buscar a Dios y «no para salvar el planeta». También se refirió a las palabras de Francisco de que la Iglesia no es una ONG. «Al día siguiente de su elección, el Santo Padre dijo que si la Iglesia deja de buscar a Dios a través de la oración, corre el riesgo de traición». Dios se encuentra principalmente en los sacramentos como el bautismo o la confesión – recordó el Cardenal.
El Prefecto Emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publica un Catecismo de la Vida Espiritual . Una reflexión que aleja al lector de las reiteradas controversias que actualmente atraviesan la vida de la Iglesia.
Este hombre toca una música pequeña, esencial: música del alma. Sin efecto, tampoco mudo, solo silencio entre las notas. Este amante de Dios habla con elocuencia del misterio cristiano porque lo vive intensamente. La tinta de sus palabras se nutre de una vida interior sostenida.
Este autor no hace ruido, pero hablamos mucho de él. Sus libros «venden» como dicen. De hecho, se «leen» entre sí. Son nutritivos. Son un fenómeno en sí mismos. Desde 2015, Fayard los publica casi anualmente. Sus títulos sobrios son siempre un programa. Dios o nada fue el primero. La Fuerza del Silencio siguió. Su último es un Catecismo de la Vida Espiritual.
LeFigaro/Infocatólica
