Son muy claras las palabras del Presidente de los E.U. contra la sentencia de la Corte Suprema de su país que quitó el valor constitucional al llamado «derecho al aborto» y remitió la responsabilidad a los Estados individuales de la Unión, como se puede ver a continuación.
Además, la administración Biden está firmemente comprometida con la defensa del uso de la píldora abortiva y su difusión como respuesta a los estados (más o menos ya una docena) que detendrán la máquina abortiva.
Joe Biden dice ser católico. Joe Biden va a misa. Joe Biden es una figura pública; su comportamiento en contraste directo con la enseñanza de la Iglesia da escándalo, y puede contribuir a desviar a otras personas del camino correcto.
Joe Biden vive en Washington. Su obispo es Wilton Daniel Gregory.
Surgen dos preguntas. ¿El obispo Gregory trató de hablar con Biden para convencerlo de lo erróneo, desde un punto de vista católico, de su comportamiento?
Si así lo hizo, y no tuvo éxito en la empresa, ¿por qué Mons. Gregory, como su hermano Cordileone, no le pide a Joe Biden que se abstenga de pedir que se le comunique, y no instruye a los sacerdotes de la diócesis para que actúen en consecuencia?
Parece verdaderamente asombroso -y tal vez explica por qué la Iglesia pierde credibilidad en todos los niveles– el hecho de que el papel político pueda servir para pasar la violación de principios fundamentales, reafirmados varias veces, incluso por el Pontífice reinante. Voces flatulentas que no siguen una conducta consecuente. Ambrosio no dudó en el caso del emperador Teodosio en Tesalónica. Sin embargo, cuánto menos, en términos de números y consecuencias, ese episodio fue comparado con lo que Juan Pablo II llamó «el nuevo Holocausto». Con todos los horrores (desmembramientos, venta de órganos, etc.) goteando con él. Base diaria. Cada hora, cada minuto.
Y no se puede dejar de señalar que la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, a quien el arzobispo de San Francisco Salvatore Cordileone le ha prohibido la comunión por su apoyo activo al aborto, según algunos testigos, en una visita al Vaticano recibió el anfitrión durante la misa de la mañana en la fiesta de San Pedro y San Pablo. El Papa celebró y como de costumbre entregó el palio a algunos metropolitanos. Pelosi estaba en el área VIP y, como los demás, comulgó. Cordileone había dicho que Pelosi debería dejar de apoyar activamente el aborto o de hablar públicamente de sí misma como católica. Tampoco Nancy, que se desató en las críticas al Supremo. Y luego, con poco buen gusto, vino a comulgar justo en San Pedro. 
Por Marco Tosatti.
CIUDAD DEL VATICANO.
