El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, que declara ser católico pero es un firme activista pro-aborto, ya ha elegido quién aspirará a la vicepresidencia en su equipo: Kamala Harris, una activista pro-aborto de izquierda radical, de piel oscura, que puede arrancar algunos votos de derechas por haber sido fiscal del distrito en San Francisco y fiscal general en California.
Kamala Harris es hija de madre de la India y padre jamaicano. Sus padres se conocieron estudiando en la universidad en Berkeley. Se divorciaron cuando ella tenía 7 años. La palabra «Kamala» significa «loto» en sánscrito, y es uno de los nombres de la diosa hindú Lakshmi, patrona de la abundancia y la fertilidad, aunque la carrera de Kamala ha consistido en fomentar la infertilidad y el aborto y en perseguir a quien no compartiera estas prácticas.
Se declara baptista, pero los baptistas son provida
De niña una vecina la llevaba, con su hermana, a iglesias de feligresía negra y hoy ella declara ser baptista negra, aunque las inmensa mayoría de los cristianos baptistas negros son provida y profamilia y no comparten su ideario de extrema izquierda. En sus campañas como candidata política, ante públicos cristianos, le gusta hablar de la parábola del buen samaritano y proclamar que «todos somos hermanos y debemos ayudarnos». Se casó con un abogado judío en 2014, que ya tenía dos hijas. No tienen hijos propios y teniendo ella 55 años parece seguro que no los tendrán.
Carrera financiada por la patronal abortista
En 2014 empezó su campaña para ser senadora en California. Recibió el apoyo de al menos 15.000 dólares de entidades afiliadas a la patronal abortista Planned Parenthood (datos de ElectionTrack.com) y 254.000 dólares de grupos registrados como de «asuntos de la mujer» (muchos de ellos lobbies de la industria del aborto, aunque es difícil cuantificar cuántos). Desde su web ella animaba a combatir los intentos legales de reducir la cantidad de dinero público que iba a la patronal Planned Parenthood.
Activista contra la objeción de conciencia religiosa
En 2014, Harris actuó como fiscal general pidiendo al Tribunal Supremo que impidiera a la empresa familiar de bricolaje, HobbyLobby, negarse a pagar por razones religiosas los servicios médicos de anticoncepción o esterilización de sus empleados. Al final, HobbyLobby (una familia cristiana menonita) y todos los que defienden la objeción religiosa ganaron el caso: el Supremo dictaminó que no se puede forzar a pagar seguros de anticoncepción a quien se oponga por razones religiosas.
Después, desde 2017, como senadora en el congreso de EEUU, se esforzó en intentar recortar la Religious Freedom Restoration Act de 1993, una ley que protege la libertad religiosa de las personas frente a las imposiciones gubernamentales, pero no tuvo éxito.
Curiosamente, siendo fiscal no prestó apenas atención a los casos de abusos sexuales del clero y las asociaciones de víctimas se quejan de que ni siquiera difundió datos de abusos recopilados por su predecesor, Terence Halliman. Tampoco hizo declaraciones sobre estos asuntos, al contrario que su colega la fiscal general de Illinois, Lisa Madigan, que se hizo un nombre en este tema.
Vídeos denuncian la venta de partes de bebés… ¡y persigue al periodista!
Para los grupos provida, Harris fue especialmente perversa en el caso de los vídeos con cámara oculta que mostraban a jefes de Planned Parenthood negociando la venta de partes de bebés abortados. Como fiscal de California, en vez de ordenar a las autoridades investigar esta «cosecha» y venta de partes humanas, ordenó investigar al periodista católico David Daleiden y su asociación que sacaban a la luz el macabro negocio.
Uno de los vídeos con cámara oculta en que directivas abortistas hablan de cómo consiguen partes de bebés y los venden al mercado de la investigación médica
En vez de limitarse a pedir documentación a Daleiden, por ejemplo, envió 11 policías a sus oficinas y su casa a confiscar materiales, videos y archivos, afirmando que al haber usado nombres falsos para grabar cabía sospechar «voluntad delictiva». Los abogados respondieron que era una excusa desproporcionada: según eso, cada vez que un adolescente usa el nombre o tarjeta de sus padres o hermanos mayores sin permiso la Fiscal General podría enviar policías a las casas a registrar. (ReL explicó aquí el acoso de Kamala Harris contra David Daleiden).
Además, aunque era notorio que Harris era «la mujer de Planned Parenthood» en la fiscalía, ella no se recusó en el caso Daleiden e interfirió contra el activista provida tanto como pudo. Harris debía -y aún debe- mucho a la patronal del aborto, que la ha impulsado en su carrera.
Marjorie Dannenfelser, presidenta de la veterana asociación Susan B. Anthony List, que estudia y valora la actividad provida (o antivida) de los candidatos políticos, resume así su valoración de la candidata a vicepresidenta: «Kamala Harris es una extremista que apoya el aborto a petición, pagado por los contribuyentes e incluso el infanticidio» (se refiere a los casos de niños nacidos vivos en abortos chapuceros para los que ella no pide protección ni cuidados). «Su agenda es rechazada por una mayoría abrumadora de norteamericanos, incluyendo millones de independientes y de miembros del Partido Demócrata», añade.
Con información de Religión en Libertad/P.J.G