Las lecturas de este domingo hacen referencia al papel primordial de Dios sobre sus criaturas, a la imagen del Cordero que ha vencido a la muerte y que es el único digno de recibir el honor y la gloria de Dios, además de recordar las apariciones de Jesús resucitado a sus apóstoles.
1.«Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres»
Vivimos una época en la cual hemos sacralizado al hombre, sus pensamientos y sus acciones, de tal manera que, con palabras o actos tan insignificantes que decimos o hacemos, pareciera que ofendemos y rompemos su dignidad. ¿Qué estamos viviendo? Una verdadera crisis antropológica. En nuestro país, no podemos emitir una opinión contra la forma de gobernar del presidente actual, sin que salgan miles de personas en su defensa y él mismo asume que es un complot contra él. Totalmente falso. Ni él posee toda la verdad (como tampoco ninguna otra persona) ni todo lo que él hace es bueno. Por tanto, no es ni debe ser idolatrado como un salvador o redentor (mesías), porque no lo es. Al contrario, es simplemente un hombre, con virtudes y muchos defectos. ¿Por qué tenemos que obedecerlo a él antes que a Dios? Es un pecado grave tal actitud. En el honor, primero está Dios, a quien le debemos la vida y después está el hombre, con quien compartimos esta vida. ¿A quién obedeces primero: a Dios o a los hombres?
2.«Al que está sentado en el trono y al Cordero: alabanza, honor, gloria y poder»
El libro del Apocalipsis nos muestra los tres actores de la revelación de Dios: el trono, el libro y el cordero. En este pasaje, se habla sólo del Cordero, el que por voluntad propia es inmolado para borrar nuestros pecados. Él fue degollado y con su sangre compró para Dios a los hombres de toda raza, lengua, pueblo o nación (cf. Ap. 5,9). Por estas razones, el Cordero es digno de la alabanza que le otorgan la multitud de los ángeles, el honor que recibe al ser coronado Rey, la gloria que recupera por ser el Hijo Unigénito del Padre y el poder, para vencer definitivamente al diablo y a la muerte (1ª Cor 15,25-26; Jn 14,30). Cuando el Cordero recibió el libro, «los cuatro vivientes y los 24 ancianos se postraron ante él…» Ap 5,8. Ellos hicieron este gesto como reconocimiento de que es el único Señor que es digno de gobernar los cielos y la tierra (cf. Fil 2,10). Además, los ángeles le dijeron al visionario que no llorara, pues el retoño de David ya había vencido y él era quien iba a abrir los siete sellos del libro (cf. Ap 5,5). ¿Qué honor y gloria le rindes al Cordero de Dios resucitado?
3.«Pedro ¿me amas? Apacienta a mis ovejas»
Jesucristo confía en Pedro, y sabe que hará la obra de Dios, incluso ha orado para que el diablo no lo venza (cf. Lc 22,31-32), pero necesita escuchar la confirmación de su fe y le lanza tres veces la pregunta sobre el amor y la fidelidad a su persona y al proyecto del Reino (cf. Jn 21, 15-19). Recordemos que Pedro, anteriormente, lo había negado tres veces, por ello, ahora tiene que confesar la adhesión a la persona de Cristo, tres veces. La pregunta no solo requiere una respuesta verbal sino de actitudes, de hechos y compromisos con el proyecto de salvación y la conducción de la Iglesia. Pedro contesta tres veces que sí. Con ello, Jesús confirma su papel en la comunidad naciente. El amor a Cristo se manifiesta en su compromiso de dar la vida por Él, además de su testimonio de fe antes los judíos y su enseñanza a las comunidades nacientes. Dios te lanza hoy la misma pregunta ¿me amas? Y nuestra respuesta tendría que ser: «Si Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» ¿Cómo demuestras tu amor a Dios, a la familia y a ti mismo? ¿Cómo manifiesta Dios su amor hacia sus hijos?
P. Crispín Hdez. Mateos.