En diversas naciones el aborto y la ideología de género avanzan galopantes. El 8 de marzo, en el marco del día internacional de la mujer, el Poder Legislativo de Sinaloa, hizo lo que se venía denunciando como un amago a la vida: despenalizar el aborto incluso hasta la treceava semana de gestación. Con eso, las mujeres tienen la posibilidad de acudir a los servicios de salud estatales para abortos no punibles en donde esas instituciones están “obligadas a garantizar la oportuna prestación de los servicios y la permanente disponibilidad de personal médico y de enfermería suficiente de carácter no objetor para asegurar que se preste la atención médica en la mejor de las condiciones posibles”.
Incluso la reforma va más allá introduciendo una peculiar figura, la de persona gestante, que diluye a la mujer para considerar a quienes “teniendo una identidad de género diversa a la de mujer, su cuerpo posee la capacidad de gestar”.
Después de la semana 13 de gestión, la mujer a la que le sea practicado un aborto se considera un delito el cual tendrá como amonestaciones que comprenden de uno a tres meses de medidas integrales, “mismas que corresponderá decretar a la autoridad judicial y podrán ser en materias de salud, educación o de cualquier índole, tendentes a la protección y orientación social de la persona sancionada”. Con eso, Sinaloa se convierte en la séptima entidad que despenaliza el aborto. Ciudad de México, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Baja California y Colima, lo toleran hasta la doceava semana.
Mientras el aborto avanza en México, un país adopta una vía que grupos radicales feministas y de defensores del aborto libre han considerado de radical. El 9 de marzo, Alejandro Giammattei, quien asumió la presidencia de Guatemala en enero de 2020 con un Te Deum en la catedral metropolitana, firmó el decreto del Poder Legislativo por el que se blinda a la familia y la vida decretando esa fecha como el “Día por la Vida y la Familia».
Giammattei asegura que el gobierno realiza acciones a favor de la “protección de la vida desde su concepción, así como de la familia” a través de la Política Pública de Protección a la Vida y la Institucionalidad de la Familia, aunque se ha señalado al gobierno guatemalteco por “disfrazar” las muertes por abortos consecuencia de las prácticas clandestinas que imperan en ese país que católicos y evangélicos de diversas ramas se disputan en el terreno religioso.
No obstante, Guatemala quiere ponerse a la vanguardia en un tema que, en Latinoamérica, es detonado hasta sus mismos cimientos. Tras esta declaratoria, el nuncio apostólico de la Santa Sede en ese país, el filipino Francisco Montecillo Padilla, elogió a Guatemala por ir “contracorriente”, mientras que el arzobispo de Santiago de Guatemala, el jesuita Gonzalo de Villa, enfatizó que la defensa de la vida implica la dignidad en proteger y promover la vida para todos los seres humanos.
Guatemala dio así un ejemplo que es además un desafío. Efectivamente, las declaratorias y decretos no pueden quedarse en las simples fiestas. Con el 47 por ciento de la población en pobreza, el vecino país centroamericano ahora tiene los ojos del mundo encima para que esta declaratoria no sólo sea un acto más de elocuencias que de hechos. Blindar la vida es un hecho excepcional que implica el desarrollo de posibilidades para que las mujeres tengan todas las medidas y condiciones que les protejan. Que la familia sea, igualmente, un polo de desarrollo, de educación y seguridad con condiciones para el trabajo digno sacándoles de la pobreza, así como la protección de los ancianos con pensiones justas y un sistema seguro de salud para una vejez digna.
Al dar un ejemplo de lo que un gobierno debe garantizar, la responsabilidad es mayor. Por cuatro años será la “Capital Iberoamericana Provida”. Es cierto que “Amor y fe en Dios” son dos columnas esenciales que los políticos guatemaltecos no ocultan, pero como bien dijo la presidenta del Congreso de la República, Shirley Rivera, eso mismo debe aterrizar en hechos que impliquen un mayor desarrollo para Guatemala para demostrar al mundo que la vida desde la concepción y la defensa de la familia son garantías para un futuro mejor.
