El evangelio que escucharemos este domingo (Lc 6, 39-45) contiene varias enseñanzas que Jesús dirige a sus discípulos. Jesús utiliza algunas imágenes como la figura del ciego o la ceguera, la relación maestro discípulo, la paja y la viga, el árbol y los frutos, el corazón y las palabras, que hacen más fácil la comprensión de lo que se desea transmitir.
Estas enseñanzas que vienen expresadas por medio de proverbios o dichos sapienciales puestos en boca de Jesús revelan algunas problemáticas que seguramente estaban sucediendo en las comunidades primitivas. El problema de los “guías ciegos”, los falsos maestros, las expresiones vacías y actitudes hipócritas no provenían tanto del exterior, sino de situaciones que empezaron a surgir dentro de las mismas comunidades cristianas.
La enseñanza general que nos ofrece este evangelio entonces, es que el discípulo de Cristo debe evitar la presunción, presentarse como un modelo para los demás o establecerse como un juez para los otros. El maestro de todos sigue siendo Jesús y su vida y sus enseñanzas serán siempre el referente principal de todos los que hemos empezado a seguirle.
Antes de ocuparse de los demás, el discípulo de Jesús debe observarse a sí mismo, hacer su propio examen de conciencia, reconocer sus propios límites y tratar de eliminar los propios defectos.
Si un creyente, tuviera la necesidad de hacer una corrección como el mismo Jesús también lo enseña en otra parte del evangelio, lo puede y lo debe hacer pero nunca con aires de superioridad o de grandeza, sino de una manera humilde, motivado por la verdad y la justicia y con mucha caridad.
Un discípulo de Cristo, movido por el Espíritu Santo, para agradar a Dios Padre, es aquel que busca ser siempre un árbol bueno que produce frutos buenos en su forma de pensar, de hablar y de actuar; es alguien que alimenta suficientemente su interior con la Palabra de Dios, mediante la Oración, los sacramentos y las obras de misericordia.
Cuando procuramos alimentar nuestro interior de cosas buenas, estas mismas saldrán al exterior incluso de forma natural. Así entenderemos mejor una de las expresiones de Jesús que escucharemos este domingo, “la boca habla de lo que está lleno el corazón”.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa