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Hemos llegado al cuarto domingo de Adviento, estamos ya a unos días de celebrar la solemnidad del nacimiento del hijo de Dios. El evangelio de este domingo (Lc 1, 39-48) destaca la figura de María Santísima, precisamente como modelo del adviento, es decir de la espera del Señor. En efecto, ella es quien nos ha dado al mesías, ella lo ha esperado con un ferviente deseo y se ha preparado del mejor modo posible para recibir a Jesús, por eso la Iglesia, hoy nos la presenta como la gran figura y la corona del Adviento.
Nosotros nos preparamos también al nacimiento de Jesús y esperamos su venida. Ciertamente no lo hacemos a la manera ni con la mentalidad del Antiguo Testamento. Porque el mesías ya ha venido, su nacimiento ya ha tenido lugar y es eso lo que celebramos en la navidad; por lo mismo no podemos comportarnos como si él no estuviera presente en nuestra vida y en nuestra historia.
El salvador ya vino, pero las promesas de salvación no se han alcanzado satisfactoriamente por falta de la colaboración humana; el reino de justicia y de paz inaugurado por Jesús sigue estando incompleto, el ideal de la paz es todavía una meta que no hemos alcanzado baste ver los comportamientos humanos y las formas como se vive en la actualidad.
El mensaje de Cristo no ha penetrado completamente en los corazones humanos, por eso hablamos de una especie de navidad espiritual, hace falta que el mensaje de Dios se haga realidad en cada persona, que Jesús “nazca” en nuestras vidas. Es esta venida la que debemos preparar y celebrar en la navidad. En este sentido, María Santísima nos sirve de Modelo a imitar, he aquí algunas disposiciones que debemos cultivar:
María la mujer creyente. “Dichosa tu que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor” (Lc 1, 45) dice su pariente Isabel. María ha creído, es decir ha confiado en Dios, se ha dejado guiar por sus palabras. Ella ha conocido la oscuridad de la fe y lo que cuesta creer, no obstante, no ha vacilado en su fe. Más bien se ha mantenido y ha salido purificada y reforzada. Esta es la primera disposición de una persona que desea prepararle el camino a Dios, la Fe. Dios es siempre fiel, no nos engaña ni nos desilusiona. Ciertamente la fe nos puede llevar muchas veces por caminos misteriosos y hasta incomprensibles, sin embargo la fe es la senda que nos conduce a nuestro verdadero bien y a la salvación.
María siempre disponible. María Santísima no sólo cree en Dios, también ha mostrado una gran disponibilidad en colaborar en el plan de Dios y hacer la voluntad de Dios. “Heme aquí, yo soy la sierva del Señor” (Lc 1, 38). El término sierva es una palabra que sintetiza toda la vida de María; ella se ha puesto al servicio de los planes de Dios, del mismo modo que su hijo Jesús que fue obediente en todo, incluso en una muerte de cruz. La obediencia a la voluntad de Dios es necesaria para preparar el camino del Señor, para celebrar su nacimiento dentro de nosotros. Se trata de la disposición para seguir los caminos de Dios, aun cuando a veces nos parezcan arduos y difíciles.
EL AMOR DE María. Por último, la fe de María, además de mostrar completa disponibilidad a la voluntad de Dios se proyecta concretamente en el amor al prójimo, en la solidaridad con el necesitado y el servicio a los hermanos. Es este el sentido de la visita de María a su pariente Isabel, a la que se dirige para ponerse a su servicio en los últimos tres meses de su embarazo. Esta es la tercera disposición que nos ayuda a preparar el camino del Señor.
En la medida que abramos nuestro corazón y nuestra mente a los demás, en esa misma medida Dios se adueñará de nuestra alma y pondrá su tienda entre nosotros. La fe cristiana se hace más transparente y atractiva, cuando se expresa en obras de caridad hacia los necesitados. El mundo tiene mucha necesidad de caridad y de misericordia. Cuando el mundo observa que los creyentes somos capaces de amar, redescubrirá el valor de la fe y sentirá la necesidad de regresar a Cristo. Amar quiere decir, compartir alegrías y dolores, cansancios y esperanzas, victorias y derrotas, bienes materiales y bienes espirituales.
Que María santísima, la creyente fiel, modelo de disponibilidad y de servicio a los demás, nos ayude a todos a participar en las celebraciones de la navidad.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa