Gustavo Zanchetta es un viejo conocido de Francisco. Fue su confesor cuando estaba de obispo de Buenos Aires.
Fruto de esa buena relación que ambos mantenían, el Papa le nombró obispo de la diócesis de Orán, en la provincia norteña de Salta. Pero Zanchetta no duró mucho al frente de la diócesis de Orán. Pidió la renuncia, pretextando una grave enfermedad de la que nunca más se supo. Al poco tiempo fue cuando saltó a la prensa la acusación penal por acoso sexual a varios seminaristas y malversación de fondos otorgados a su diócesis en Argentina.
El obispo argentino Zanchetta, con el papa Francisco.
Fue el número dos de la Secretaría de Estado del Vaticano, Edgar Peña Parra, quien le pidió al arzobispo de Madrid, Carlos Osoro que acogiera a Zanchetta en su casa. Osoro aceptó y Zanchetta se vino a España y estuvo viviendo en el palacio episcopal siete meses hasta que desde Roma le consiguieron la ciudadanía vaticana y se fue a Roma para estar protegido de los escándalos que le salpicaba. Crearon para él un cómodo puesto de ‘asesor’ en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), puntal del entramado financiero vaticano.
Edgar Peña Parra fue el encargado de conectar a Zanchetta con el sacerdote español Javier Belda para que fuera su abogado. Belda viajó con Zanchetta a Argentina cuando el obispo tuvo que ir a declarar. Las autoridades argentinas no pudieron detenerle ya que en ese momento Zanchetta viajó en calidad de diplomático del Vaticano.
Zanchetta colocó a un amigo suyo en la archidiócesis de Madrid
Fuentes conocedoras del caso, han asegurado a Infovaticana que cuando Zanchetta llegó a España le hizo una petición a Osoro: traer a un amigo suyo de Argentina, Mauro Nicolás Herrero Gamboa. Osoro aceptó la petición y le dio casa y trabajo. El arzobispo de Madrid ordenó al gerente de la Fundación Santísima Virgen y San Celedonio que lo contratasen. En abril de 2017 se le contrató en dicha fundación para que trabajase directamente para el arzobispado mientras que su despacho lo tenía en Fusara. En octubre del 2019 se le despide de la fundación y le contratan directamente desde el arzobispado. Además, durante este periodo se le facilitó un préstamos para sus estudios.
El encargado de ejecutar esta operación fue el obispo auxiliar de Madrid, José Cobo por orden de Osoro. Finalmente, cuando aparecen las informaciones sobre posibles abusos por parte del obispo argentino, la archidiócesis decide prescindir de él. Infovaticana ha podido confirmar con la archidiócesis de Madrid que, efectivamente Mauro Nicolás Herrero Gamboa trabajó en el Arzobispado “atendiendo el día a día de hermandades y cofradías con un contrato temporal y que, una vez que este venció, no se renovó”.
Supervisando todos estos líos se encuentra el jesuita Germán Arana, hombre de máxima confianza de Francisco, con quien coincidió en Alcalá de Henares hace más de 50 años. Este sacerdote jesuita es al que acude directamente el Papa cuando tiene que tratar temas escabrosos que sacuden a algún sacerdote.
Infovaticana.