Prefirió interrumpir su tratamiento médico, que la vida de su hijo que llevaba en el vientre: María Cristina Cella Mocellin. Una Santa para la mujer de hoy

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Quizá a algunos no les diga mucho lo que hoy escuetamente dio a conocer la Oficina de Comunicación de la Santa Sede: que el Papa había autorizado a la Congregación para las Causas de los Santos, a promulgar varios decretos, entre ellos el «de las virtudes heroicas de la Sierva de Dios María Cristina Cella Mocellin, Fiel Laica y Madre de Familia; nació el 18 de agosto de 1969 en Cinisello Balsamo (Italia) y murió en Bassano del Grappa (Italia) el 22 de octubre de 1995»

¿Quién fue ella?

En estos tiempos en que se impone la Cultura de la Muerte mediante la legalización global del aborto y la eutanasia, creemos en la Agencia Católica de Noticias que es importante repasar lo que en 2012 se narraba acerca de este autènticamente heróica mujer, así como su biografía. Dos cortas pero sustanciosas lecturas para compartir:

El himno a la vida de Maria Cristina Cella Mocellin.

En el Encuentro Internacional de las Familias de Milán la historia de la joven mujer que interrumpió su tratamiento para salvar al niño que estaba esperando, cuya causa de beatificación se está llevando a cabo.

Una madre que renuncia al tratamiento que podría poner en peligro la vida del niño que llevaba en su seno. Una madre de los años 90, que creció en una parroquia a pocos cientos de metros del gran prado del Parco Nord, donde el 2 y el 3 de junio Benedicto XVI mantendrá un encuentro con las familias del mundo. Una «laica y madre de familia» cuya causa de beatificación desde hace pocos días ha terminado fa fase diocesana y está a punto de ser examinada en Roma por la Congregación para las Causas de los Santos.

Durante el VII Encuentro Mundial, de las Familias en medio a la muchedumbre también estarán los amigos y amigas de Maria Cristina Cella Mocellin . Los que crecieron con ella en Cinisello Balsamo en una parroquia dedicada precisamente a la Sagrada Familia: una iglesia que se encuentra poco lejos de la autopista que pasa al lado del aeropuerto de Bresso, el lugar donde se celebrarán la Vigilia de los Testimonios y la Misa de Benedicto XVI. Una parroquia que custodia como una perla preciosa la historia de una joven mujer que –dentro de pocos años- podría subir a los honores de los alteres como Gianna Beretta Molla, la madre de Mesero proclamada santa por Juan Pablo II.

En la Sagrada Familia, Maria Cristina –de la quinta de 1969- había asistido al oratorio, había crecido al lado de las Monjas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, e incluso había colaborado como catequista y animadora. Hasta que –un año, durante las vacaciones en la casa familiar en Veneto –conoció a Carlo Mocellin y descubrió un amor que le llevó a recorrer el camino del matrimonio que concluyó el 2 de febrero de 1991 cuando se casó y se trasladó a Carpané, en la provincia de Vicenza. Allí enseguida nacieron primero Francesco y luego Lucia; pero en 1994, durante el tercer embarazo, el de Ricardo, se manifestó de nuevo un tumor que ya la había atacado a la temprana edad de 18 años. Y entonces ella tomó una decisión difícil: dio prioridad a la vida del pequeño. El significado de ese gesto lo cuenta ella misma en una carta que, el 24 de septiembre de 1995, desde el hospital de Marostica, ya intuyendo lo que estaba a punto de suceder (moría un mes más tarde), escribió precisamente a ese hijo de pocos meses, hoy adolescente. Un texto que vale más de mil palabras.

«Querido Riccardo –le cuenta Maria Cristina-, tú tienes que saber que no estás aquí por casualidad. El Señor ha querido que tú nacieras a pesar de todos los problemas que había… cuando supimos que existías, te amamos y quisimos con todas nuestras fuerzas. Recuerdo el día que el doctor me dijo que diagnosticaban de nuevo un tumor en la ingle. Mi reacción fue repetir una vez tras otra: «¡Estoy embarazada! ¡Estoy embarazada! ¡Pero doctor, yo estoy embarazada!. Para hacer frente al miedo de ese momento nos fue infundida una fuerza de voluntad desmedida para tenerte. Me opuse con todas mis fuerzas a renunciar a ti, el médico entendió todo y no añadió nada más».
«Ahora Riccardo, eres un regalo para nosotros -sigue la carta-. Esa tarde, en el automóvil volviendo del hospital, cuando te moviste por primera vez parecía que me estabas diciendo: «¡Gracias mamá por quererme!». ¿Y cómo podríamos no quererte? Tu eres precioso, y cuando te miro y te veo tan hermoso, despierto, simpático… pienso que no hay sufrimiento en el mundo que no valga la pena por un hijo. El Señor ha querido de nuevo colmarnos de alegría –son las últimas palabras que ha dejado escritas a Riccardo -: tenemos tres niños estupendos que con su gracia podrán crecer como Él quiere. Puedo solo dar gracias a Dios porque ha querido hacernos este gran regalo que son nuestros hijos. Solo Él sabe como nos gustaría tener otros, pero ahora es verdaderamente imposible».

María Cristiana murió a los 26 años en el hospital de Bassano del Grappa el 22 de octubre de 1995. Su causa de beatificación ha sido instruida por la diócesis de Padua en cuyo territorio se encuentran las parroquias de Carpané y Valstagna donde ha vivido y vive todavía la familia Mocellin. Pero el vínculo con Cinisello Balsamo sigue siendo fuerte: los que la conocieron fundado la Asociación Amigos de Cristina (www.amicidicristina.it) que difunde su memoria. Entre otras iniciativas ha promovido la publicación del libro «Cara Cristina… la vita di Maria Cristina Cella Mocellin», escrito por Alberto Zaniboni y publicado en el 2009 por Edizioni San Paolo. También estaba presente un numeroso grupo de amigos de la parroquia de la Sagrada Familia el 18 de mayo en la iglesia de Valstagna, en el rito solemne durante el cual el arzobispo Antonio Mattiazzo cerró oficialmente la fase diocesana del proceso de beatificación, enviando a Roma toda la documentación. Además, estaban presentes –junto a los feligreses del pueblo- también algunos voluntarios y huéspedes de la Casa de acogida Maria Cristina Cella que el Centro de Ayuda a la Vida de Padua ha abierto a Saccolongo. Un modo para hacer que el gesto de acogida de la madre Cella Mocellin se renueve también con un gesto hacia numerosas madres con niños que están viviendo otras dificultades.

La asociación Amigos de Cristina estará presente en el VII Encuentro Mundial de las Familias con un stand y una exposición en la Feria de la Familia, el espacio expositivo abierto en Fieramilanocity en concomitancia con el Congreso Teológico Pastoral que desde el martes 29 precederá al encuentro con el Papa. Distribuirán gratuitamente a todos un folleto en italiano y en ingles para contar quien era su amiga. Y porque su historia también tiene mucho que transmitir a numerosas familias de hoy.

Biografía Maria Cristina Cella Mocellin

Maria Cristina Cella nace en Monza el 18 de agosto de 1969 hijo de Caterina Smaniotto y Giuseppe Cella. La suya es una familia trabajadora sencilla y honesta basada en sólidos principios cristianos. Desde muy temprana edad Cristina comienza a asistir al grupo juvenil de la parroquia familiar (Oratorio) en la Parroquia Sagrada Familia en Cinisello. Asiste a clases de catecismo impartidas por las Hermanas de la Caridad de Santa Giovanna Antida bajo la dirección de la Hermana Annarosa Pozzoli, quien brinda su primera formación básica a los sacramentos de la Iglesia Católica.

Desde el principio, Cristina absorbe todas las enseñanzas con gran atención y devoción. En su adolescencia comienza a supervisar a los niños más pequeños del oratorio parroquial mientras continúa mejorando su propia formación cristiana. Cristina comenzó a llevar un diario espiritual desde sus primeros años de preadolescencia que continuó durante toda su vida. Utilizó un pequeño cuaderno que recoge todas las meditaciones y conversaciones con ese Dios que la fascina y con el que está en constante comunicación.

Durante los años de la escuela secundaria, la vocación religiosa parecía ser el objetivo futuro elegido por María Cristina. Se sintió atraída por el ejemplo dado por las Hermanas que trabajaban en la Parroquia y expresó su deseo de convertirse en Hermana de la Caridad en el futuro. Sin embargo, un encuentro casual con Carlo Mocellin de Valstagna en la provincia de Vicenza al final de unas vacaciones de verano con sus abuelos maternos trastorna sus planes y la cambia de opinión hacia el futuro. Tras un largo y serio debate interior, Cristina decide aceptar su compromiso y, en consecuencia, el matrimonio como una forma rica y plena de llevarla al encuentro con ese Dios que tanto desea en su corazón.

A la edad de 18 años y solo un año después de comprometerse con Carlo, Cristina vive por primera vez un gran e inesperado sufrimiento. Un tumor en su muslo izquierdo aparece a su regreso de unas vacaciones en Canadá y la obliga a una prueba particularmente dura entre varios hospitales. Tres ciclos de quimioterapia la alejan de sus estudios y de su vida normal durante muchos meses. Esta experiencia de gran sufrimiento, consolida su amor por Carlo, quien ha pasado su tiempo entre los hospitales de Veneto y Lombardía. estar cerca de ella todo el tiempo. Es durante esta experiencia que su amor asume un aspecto eterno: los dos juran amarse para siempre y comienzan sus planes para el futuro. Cristina se recupera por completo y logra completar su bachillerato con notas altas. Su vida se acelera de repente. El fuerte deseo de casarse con Carlo lleva a su matrimonio el 2 de febrero de 1991 cuando Cristina y Carlo celebran su unión ante Dios.

Cristina comienza su vida casada en Carpanè ( provincia de Venecia ), la ciudad natal de Carlo y continúa sus estudios universitarios (está en su tercer año de Lenguas Extranjeras en la Universidad Católica de Milán). Su primer hijo, Francesco, nace diez meses después y después de solo dos años y medio nace Lucía.

Son años de serenidad y alegría para la joven familia que experimenta un amor fuerte y extraordinariamente rico. En el otoño de 1993 y solo unos meses después del nacimiento de Lucía, Cristina queda embarazada de Riccardo. Lamentablemente el inicio del embarazo también coincide con la aparición de otro tumor en la misma pierna tratada cinco años antes.

Tras superar el impacto inicial, Cristina y Carl inician un intenso período de oración tanto personal como en pareja. La pareja expresa su decisión al oncólogo de salvaguardar a toda costa la vida del bebé que lleva Cristina. En este punto, Cristina se somete a una operación localizada para extirpar el tumor pero no inicia quimioterapia para no poner en peligro la vida del feto. Riccardo nace en julio de 1994, un bebé completamente sano y alegre.

La batalla de Cristina ahora comienza con su propia enfermedad física. Lamentablemente, las terapias no tienen el mismo éxito que las de cinco años antes. Algunas metástasis han llegado a los pulmones de Cristina y este es el comienzo de un sufrimiento físico particularmente intenso. Sin embargo, también es el comienzo del abandono total a la voluntad de Dios y de poner todo en manos del Padre a quien ella siempre amó y trató de seguir durante toda su vida.

El 22 de octubre de 1995 Cristina pasa al Cielo dejando un profundo mensaje de amor y fe en Dios que será recogido por muchas personas que la conocieron y asistieron en este pasaje. Saint Paul Editors publicó el Diario espiritual de Cristina en 2005 titulado “Una vida donada” realizado por el padre Patrizio Garascia.

Monseñor Antonio Mattiazzo, obispo de Padua , quedó tan profundamente conmovido por este testimonio de fe auténtica que el 8 de noviembre de 2008 abrió el caso de beatificación de esta joven. El trámite diocesano concluyó con una gran celebración en la iglesia parroquial de Valstagna ( Vicenza ) el 18 de mayo de 2012 y pasó a la Curia romana para su procesamiento.

 

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