Hoy comienza en el Vaticano el juicio por la polémica inversión de la Secretaría de Estado de la Santa Sede en Londres. En el litigio están citados como acusados varias personas pero, entre ellas, hay uno que acaparará todas las miradas: el cardenal Angelo Becciu, «contra el que se está procediendo, tal y como establece la ley, por los delitos de malversación y abuso de oficio, también en complicidad, así como de soborno».
Es la primera vez que un cardenal se sienta en el banquillo juzgado por el propio Vaticano. En InfoVaticana, les ofrecimos el escrito de acusación, donde se ven los cargos y denuncias que el diminuto Estado lanza sobre los implicados. Nuestro Specola, experto conocedor de los secretos que pueblan los sacros palacios, ha dedicado hoy parte de su artículo a esta cuestión:
«Esta mañana empieza el llamado macrojuicio, Vatileaks 3, proceso Becciu; veremos con qué nombre se queda al final. Es un proceso de gran calado, no por la materia juzgada, ni tan siquiera por lo encumbrado de los procesados, ni por el escándalo infinito entre los fieles que ya identifican al Vaticano como la fuente de todos los males, tenemos un problema de fondo mucho mayor.
Lo que nos estamos jugando aquí es si el Vaticano es un sistema corrompido desde su raíz o estamos hablando de algunos corruptos que se aprovechan del sistema. Ante todo, hay que tener en cuenta que hablamos de un micro Estado en donde son muy pocas personas, los llamados superiores, que son los que manejan las cosas de comer. No es creíble que un movimiento de 200 millones no contara con la aprobación explicita del Papa Francisco, de Parolin, de Edgar y así hasta donde queramos. No es creíble vender un Estado ‘Santo’ , una sociedad perfecta, que da lecciones al mundo y pensar que todos, todos lo que encarnan ese Estado hacen cosas como las juzgadas.
Este proceso quiere demostrar que nadie es impune, pero el problema es el propio tribunal. Las personas que lo encarnan, están elegidas a dedo, con presunta independencia mas que imposible, y deben aplicar unos sistemas legales anacrónicos. Por eso, defendemos que en el momento que se colocan en paralelo con un sistema judicial actual, como el italiano, o el inglés en este caso, nada se sostiene. En los anteriores juicios se ha hecho de todo para mantener la apariencia de legalidad, una lectura somera de las sentencias nos hace llegar a la conclusión de que el Vaticano condena por delitos que en los países actuales no existen, o disculpa actividades perseguidas con dureza en su entorno. Hasta ahora, el delito era contar que hay delitos, algo que en el mundo civilizado es de obligación para todo el que ostenta un cargo público, hoy empezamos a juzgar un delito. Tiene que parecer que somos modernos, que hacemos cumplir las leyes. Seguiremos con interés este proceso y sus implicaciones; no es fácil vender esta burra averiada, pero estamos ante maestros ilusionistas dispuestos a todo y muy entrenados».
Infovaticana.