La jornada del Papa Francisco ha sido tranquila, con la evolución clínica esperada. Los análisis de sangre son satisfactorios y sigue el tratamiento indicado.
Poco a poco reanudando el trabajo y sigue paseando por el pasillo del apartamento.
Por la tarde, celebró la santa misa en la capilla privada y cena de última hora con los que están asistiendo durante estos días.
El Santo Padre, señalando en primera persona la calidad humana del personal médico y sanitario que le atiende, dirigió un pensamiento especial a todos aquellos que con atención y compasión eligen el rostro del sufrimiento, involucrándose en una relación personal con los enfermos, sobre todo con los más frágiles y vulnerables.