Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
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1. Introducción.
2. Meditación I. La parábola del sembrador.
3. Meditación II. La parábola de la cizaña.
4. Charla.
5. Lectura espiritual.
6. Examen de conciencia.
1. Introducción al retiro mensual
“Jesús es el sembrador. Y, por medio de los cristianos, prosigue su siembra divina. Cristo aprieta el trigo en sus manos llagadas, lo empapa con su sangre, lo limpia, lo purifica y lo arroja en el surco, que es el mundo. Echa los granos uno a uno, para que cada cristiano, en su propio ambiente, dé testimonio de la fecundidad de la Muerte y de la Resurrección del Señor”.
“Si estamos en las manos de Cristo, debemos impregnarnos de su Sangre redentora, dejarnos lanzar a voleo, aceptar nuestra vida tal y como Dios la quiere. Y convencernos de que, para fructificar, la semilla ha de enterrarse y morir. Luego se levanta el tallo y surge la espiga. De la espiga, el pan, que será convertido por Dios en Cuerpo de Cristo. De esa forma nos volvemos a reunir en Jesús, que fue nuestro sembrador. Porque el pan es uno, y aunque seamos muchos, somos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan” (San Josemaría, Es Cristo que pasa n. 157).
2. Primera meditación
Opción 1: La parábola del sembrador (audio)
3. Segunda meditación. La parábola de la cizaña (audio)
4. Charla
Opción 1: Voz “Unidad de vida” del Diccionario de san Josemaría.
Opción 2: Voz “Plan de vida” del Diccionario de san Josemaría.
5. Lectura
Opción 1: “Un Dios que deja hacer: el mal y el dolor”, de Antonio Ducay.
Opción 2: “El Bien y el Mal: el sentido moral”, de Gregorio Guitián.
6. Examen
Acto de presencia de Dios
1. «Salió el sembrador a sembrar. Y al echar la semilla (…) parte cayó en tierra buena y comenzó a dar fruto» (Mt 13, 3-8). ¿Confío en la fuerza de la semilla que el Señor ha dejado en mi alma? ¿En qué puedo ser más paciente conmigo mismo y con los demás, sin desanimarme cuando los esfuerzos parece que no dan el fruto deseado?
2. «¿Deseo ser esa tierra buena que se deja transformar por la Palabra de Dios? Por todos los caminos honestos de la tierra quiere el Señor a sus hijos, echando la semilla de la comprensión, del perdón, de la convivencia, de la caridad, de la paz. Tú, ¿qué haces?» (Forja, n. 373).
3. A cada uno de nosotros Dios nos ha dado talentos o cualidades diferentes y espera que los hagamos fructificar. ¿Cómo agradezco al Señor lo que me ha regalado y cómo busco maneras creativas de poner mis cualidades a su servicio, para acercar almas a Dios?
4. Un hombre «sembró buena semilla en su campo. Pero (…) vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue» (Mt 13, 24-25). ¿Sé convivir con la imperfección propia, ajena y de las instituciones? ¿Le pido al Señor que eso no me desanime y que sepa tener una mirada comprensiva y sobrenatural?
5. Ante las dificultades, ¿procuro recordar con san Pablo que «todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios» (Rm 8, 28)? ¿En qué aspectos podría crecer mi seguridad en que Dios saca bienes incluso de las circunstancias más difíciles o negativas?
6. «Mis elegidos consumirán la obra de sus manos. No se fatigarán en vano (…) porque serán semilla bendita del Señor (…). Antes de que me llamen yo les responderé, aún estarán hablando, y ya los habré escuchado» (Is 65,23-24). Movido por la confianza en Dios, ¿trato de superar los obstáculos que me encuentro cuando intento acercar a alguien al Señor? ¿Rezo y busco formas de ayudar a esas personas?
Acto de contrición.
OPUS DEI.