La Universidad Católica de Valencia (UCV) ha investido como doctor honoris causa al cardenal Robert Sarah. En su discurso de investidura, que tuvo lugar ayer por la tarde, Sarah señaló que “hoy se exige a la Iglesia desvincular la caridad de la fe, lo que se pide a la Iglesia es que se centre exclusivamente en las obras de caridad, y si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”.
“El mundo no pone objeciones a las obras concretas de misericordia, sin embargo, sí muestra hostilidad hacia la verdad de la fe, especialmente en el marco de la ‘dictadura del relativismo’ que tantas veces ha denunciado el Papa Benedicto XVI. Se exige a la Iglesia para ser aceptada que renuncie: puedes creer en Dios, pero cuando hagas caridad, adáptate a los criterios del mundo, a las ideologías del momento, a los intereses de los que gobiernan. Por supuesto, eso impediría una de las mayores obras de caridad que pueden hacerse, que es la predicación del Evangelio. Para el cristiano, la caridad implica precisamente ese reconocimiento, así lo ha enseñado el Papa Francisco diciendo que, para los cristianos, ‘implica reconocer al mismo Cristo en cada hermano abandonado o excluido’”.
El cardenal Sarah afirmó que “no renunciar a defender la necesidad de una fe que actúa por la caridad es precisamente lo que evita esas dos falsificaciones de la santidad de las que hablaba el Papa Francisco en la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate. En nombre de uno de sus efectos, la paz. De la misma manera, se recurre a esa paz para justificar la inacción de los pastores hacia aquellos que ponen en peligro la misma unidad de la Iglesia al adulterar su enseñanza mientras enarbolan la bandera del amor. Si la paz es un efecto de la caridad, ¿puede darse una auténtica paz allá donde se niega la Verdad?”.
Por otra parte, se refirió a países en los que se está pidiendo que sea penado incluso con cárcel a personas que ofrezcan ayuda material o espiritual a las madres que acuden a establecimientos en los que se realizan abortos. “Por supuesto, la dignidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural no es patrimonio exclusivo de la fe cristiana, pero sí es una parte irrenunciable de la misma. Nadie se opondría a que a una mujer embarazada se le ofrezca ayuda material, pero si esa ayuda hace explícito el convencimiento de la dignidad inviolable de la vida que alberga en su seno, entonces ese acto de caridad se ve rechazado y perseguido por el mundo. Y no faltan, incluso entre los que se dicen cristianos, quienes exigen que se renuncie a este tipo de acciones”.
En su discurso, el nuevo doctor honoris causa tuvo palabras de agradecimiento hacia el rector de la UCV, José Manuel Pagán y hacia el gran canciller, el cardenal Antonio Cañizares, “al que sucedí como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y además nos une a ambos, sobre todo, el amor a Jesucristo y a su Santa Iglesia”.
El Nuncio apostólico en España, Bernardito Aúza, presidió la clausura del acto, donde afirmó que se trata de un “merecido reconocimiento. Todo doctorando defiende su tesis y pienso que la de su eminencia puede contenerse en las palabras de la plegaria eucarística segunda, cuando el sacerdote, dirigiéndose al Eterno Padre, dice: ‘te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia’. Gratitud y dignidad ante la Divina Presencia han sido dotes del cardenal Sarah. Muchas gracias, pues, a las autoridades académicas, que han sabido valorar la labor pastoral, el mensaje y la enseñanza del cardenal Sarah”.
La laudatio fue pronunciada por el gran canciller, el cardenal Cañizares, que agradeció a la UCV “haber contado entre sus doctores con el cardenal Sarah, precisamente en mi diócesis y la Universidad Católica San Vicente Mártir, que recibe a un humilde y sabio pastor que también sabe de la amargura de la persecución y del gozo del testimonio libre de la fe de la Iglesia en Jesús, su piedra angular, presidida por Pedro y sus sucesores, cuya palabra no está encadenada”.
El prelado valenciano afirmó que, si tuviera que elegir una palabra que lo definiera, sería silencio: “en palabras de Benedicto XVI, buen conocedor suyo, es un maestro espiritual que habla apoyándose en una honda intimidad con el Señor en el silencio”.
Finalmente, dijo que “debemos estar agradecidos al papa Francisco por haberle situado a la cabeza de la Congregación responsable de la liturgia de la Iglesia” y ha destacado su “extraordinaria lucidez al elaborar un diagnóstico real del mundo moderno y de la Iglesia que, lejos de ser pesimista, lleva a un nuevo ardor apostólico, no se entretiene en ofrecer soluciones humanas”.
Por su parte, el rector de la UCV, José Manuel Pagán, destacó que “en el cardenal Sarah se hace visible que la verdad te hace libre”. Así, quiso poner en valor “una verdad que no es un producto del imperio de la mayoría, que olvida nuestra reciente historia, mayoría puede ser manipulada y engañada y con el respaldo de la mayoría se pueden cometer las mayores atrocidades. Cuando la eutanasia avanza en España y Europa reconoce el derecho a matar, este acto quiere ser una llamada a que no nos preocupe ir contracorriente, que no nos pese ser minoría, como los primeros cristianos”.
Pagán enfatizó que “debemos redoblar como Universidad nuestro compromiso con una alternativa a la cultura dominante y hacer presente a Dios en medio de esta generación. A nuestros alumnos, más allá de capacitarlos profesionalmente debemos ofrecerles un diálogo entre fe y razón para transformar el mundo desde dentro. No nos repleguemos frente a la realidad que nos circunda, salgamos como nos invita a hacer el papa Francisco al encuentro del otro. Rememos mar adentro, sin miedo, como nos enseña nuestro doctor honoris causa Cardenal Robert Sarah”.
Finalmente, la directora general de Universidades, Pilar Ezpeleta, mostró el respeto y reconocimiento del Gobierno valenciano al cardenal Sarah y planteó en su intervención «qué universidad tenemos y qué universidad queremos». Para responder a esta cuestión, se situó en la perspectiva del cardenal Newman, quien entiende esta institución como “el lugar donde todos los saberes tiene su lugar”.
Según el santo intelectual, “el fin de la universidad es generar buenos ciudadanos y ciudadanas para la sociedad. No es una cuna de poetas ni de genios, ni enfocada únicamente a la formación. Es una gracia dirigida a un bien superior”, expresó Ezpeleta, quien también se ha referido a los cambios vividos en estos últimos trágicos meses. En este sentido, “la diferencia la marcarán quienes actúen desde la resiliencia y la valentía”.
El acto de investidura doctor honoris causa contó con la presencia de Salvador Aguilera, de los obispos de Segorbe-Castellón, Casimiro López, de Albacete, Ángel Fernández Collado; y de los obispos eméritos José Luis del Palacio y Esteban Escudero, así como de los miembros del patronato Adolfo Suárez Illana, Loreto Ballester y José Luis Sánchez, entre otras autoridades eclesiásticas y civiles.
UCV/Infovaticana.