Impresentable: la solicitud de indulto de obispos catalanes en favor de los secesionistas.

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Dice el comunicado de los obispos catalanes sobre el indulto a los traidores sediciosos catalanes:

 

«Como hemos afirmado en numerosas ocasiones, nos mostramos convencidos de la fuerza que tienen el diálogo y las medidas de gracia en todas las situaciones de conflicto. Creemos que el logro de un recto orden social que permita el desarrollo armónico de toda la sociedad necesita algo más que la aplicación de la ley.

Es por este motivo que hay que proponer el diálogo siempre como vía efectiva que da respuesta a la esperanza de resolver las divisiones. Si el diálogo es serio, capaz y abierto, y si se admite que dialogar siempre significa renunciar a las propias exigencias para encontrarse en el camino con las renuncias del otro, habrá avances. Además, avanzar teniendo sentimientos de misericordia y perdón sinceros, respetando la justicia, ayudará a que los acuerdos que todos esperamos se logren pronto.

Hay que imaginar una solución satisfactoria que se aleje de actitudes inamovibles que no ayudan a construir armónicamente la sociedad. Será entonces cuando se irán venciendo las dificultades y la capacidad de diálogo empezará a aportar posibles soluciones».

Este comunicado que acaban de emitir los obispos catalanes a favor de los indultos a los políticos independentistas presos no hay por dónde cogerlo. Calificativos como “lamentable”, “indignante” o “patético” se me quedan cortos para referirme a tal declaración.

 

“Nos mostramos convencidos de la fuerza que tienen el diálogo y las medidas de gracia en todas las situaciones de conflicto. Creemos que el logro de un recto orden social que permita el desarrollo armónico de toda la sociedad necesita algo más que la aplicación de la ley».

El diálogo y las medidas de gracia tienen sentido si hay arrepentimiento, reconocimiento público del daño cometido y propósito de enmienda. Pero los políticos secesionistas están muy lejos de arrepentirse de nada y lo que declaran públicamente, sin rubor alguno, es que lo volverán a hacer y que no pararán hasta alcanzar su objetivo, que no es otro que la convocatoria ilegal de un referéndum de autodeterminación y la declaración posterior de independencia de una supuesta república catalana.

Dicen los señores obispos que “el desarrollo armónico de toda sociedad necesita algo más que la aplicación de la ley”. Voy a dar por supuesto, por caridad, que los obispos catalanes no saben nada de política ni de derecho. Porque si supieran algo, la barbaridad que han escrito sería difícilmente excusable.

Miren ustedes: el “Estado de Derecho” se basa en el cumplimiento de la ley y en la igualdad de todos los ciudadanos ante esa ley. Si unos tenemos que cumplir la ley y otros tienen derecho de pernada para saltársela, no estaríamos en un “Estado de Derecho”, sino en un régimen totalitario donde lo que primaría sería la arbitrariedad y el capricho de quienes detentaran [1] el poder.

La democracia se caracteriza por el imperio de la ley. Y si no gusta una ley, hay que procurar cambiarla obteniendo una mayoría suficiente para poder hacerlo. La Constitución del 78 se basó en unos acuerdos tomados por consenso. Esa constitución fue votada por la inmensa mayoría de las fuerzas políticas de la época: desde la derecha hasta el Partido Comunista, pasando por los propios nacionalistas. Y para cambiar esa Constitución se requiere una mayoría similar a la que se concitó en el 78. La mayoría tiene que ser tan cualificada, que cambiar el texto constitucional en las actuales circunstancias resulta inimaginable.

¿Quieren los secesionistas cambiar el orden constitucional por la fuerza? Que lo intenten. Los españoles somos pacíficos pero nada hay más peligroso que el español furioso. Que se lo pregunten a los invasores que han tratado de sojuzgarnos a lo largo de la historia.

La Constitución en vigor ha impedido en los últimos cuarenta y pico años que nos dedicáramos a matarnos con fruición, como es costumbre en la Historia de España cada cierto tiempo.

La ley hay que cumplirla. Y quien no cumple la ley se sitúa fuera de la legalidad, valga la redundancia y, por lo tanto, se convierte en un delincuente. Y a los delincuentes hay que aplicarles el código penal y meterlos en la cárcel. Y eso es lo que ha pasado en Cataluña con el intento fallido de declarar la independencia por parte de esa banda de traidores que se llaman a sí mismos “nacionalistas”.

¿Se quieren situar los señores obispos catalanes a favor de esos traidores? Allá ustedes pero no esperen que les aplaudamos ni yo ni muchos millones de españoles. España no paga a traidores. Porque no quisiera yo pensar que los señores obispos catalanes son ellos mismos traidores a España…

El desarrollo armónico de toda sociedad necesita algo más que la aplicación de la ley. ¿Qué es ese “algo más”? Más allá de la aplicación de las leyes solo está otra ley: la ley de la jungla; es decir, la imposición de la voluntad del más fuerte. Más allá de la ley solo está la guerra, la ruptura de la convivencia pacífica y la imposición de la ley por la fuerza a quien no la quiere cumplir: o la fuerza de la ley o la ley de la fuerza.

Hay que imaginar una solución satisfactoria que se aleje de actitudes inamovibles que no ayudan a construir armónicamente la sociedad.” Miren ustedes, señores obispos, con todo respeto: hay una realidad inamovible e innegociable, que es la unidad indisoluble de España. Con España y su integridad territorial no se negocia. Y con quienes pretenden destruir nuestra patria no hay nada de que hablar: se les combate con la ley en la mano. Dicen los obispos catalanes que “dialogar siempre significa renunciar a las propias exigencias”. Pues los españoles de bien no vamos a renunciar a nuestra exigencia de que España siga siendo España. No vamos a renunciar a la integridad territorial de la patria. No vamos a renunciar a nuestra historia ni vamos a despreciar la sangre que tantos españoles vertieron por España, permitiendo que los traidores se salgan con la suya.

¿Quieren convertir Cataluña y España en otra Yugoslavia? ¿Creen de verdad que pueden saltarse la ley a la torera y convocar un referéndum ilegal y declarar la independencia sin que haya un solo tiro? ¿Creen que vamos a dejar que nos roben la casa, nos la destrocen, acaben con España y que abracemos y besemos a los delincuentes? ¿De verdad lo creen? ¿Tan pastueños se creen que somos los españoles para dejarnos pisotear y que se destruya la integridad territorial de España sin que nuestras Fuerzas Armadas y los españoles de bien movamos un dedo para defender la patria amenazada? ¿Creen que nos vamos a rendir frente a unos traidores cobardes? Cataluña no va a ser independiente nunca. Y si algún día llegara a serlo, viviría desde ese mismo instante una guerra permanente y sin cuartel. Dios no lo permita.

Cuando no se cumple la ley, solo queda la fuerza. ¿Quieren los secesionistas hacer un acto de fuerza contra el resto de España? Irán a la cárcel. ¿Quieren “superar el marco constitucional” para alcanzar sus objetivos? Se quedarán sin autonomía. ¿Quieren actos de fuerza? Tendrán actos de fuerza. Sobre la integridad de España no se negocia ni se dialoga. No renunciamos ni renunciaremos a nuestra exigencia de mantener la unidad de España. Las constituciones pasan pero España permanece. Van a necesitar mucha resiliencia…

 


[1] detentar

Del lat. detentāre ’retener’.

1. tr. Retener y ejercer ilegítimamente algún poder o cargo público.

 

PEDRO LUIS LLERA.

InfoCatólica.

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