Monaguillo con 5 años; a los 10, escribió una carta secreta al obispado para ser cura; hoy es obispo.

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Javier Vilanova Pellisa, de 47 años, apenas lleva medio año como obispo. Es casi el más joven de España, le gana por meses Jesús Vidal, obispo auxiliar en Madrid. Vilanova ha hablado en la interesante revista Fons Vitae, de los Hijos de NªSª del Sagrado Corazón, sobre su vocación sacerdotal, su devoción al padre Pío y su experiencia como misionero de la Misericordia, como párroco de pueblecitos y con la gente que lucha contra la droga en la Comunidad del Cenáculo.

Monaguillo a los 5 años con la Virgen de la Misericordia

Vilanova recuerda en primer lugar su pueblo natal, La Fatarella, «en la provincia de Tarragona, es muy humilde, árido, sus gentes vivían de la confianza en la providencia y del trabajo bien hecho». En su infancia tenía unos 1.500 vecinos, hoy no llegan a mil.

José María Alsina con el obispo Javier Vilanova

José María Alsina entrevista al obispo Javier Vilanova para la revista Fons Vitae

«De muy pequeño iba con mi madre a la iglesia. Allí estaba la capilla de la Misericordia. En esta capilla, a los cinco años, un sábado por la mañana el sacerdote me invitó a ayudarle. Desde aquel momento nunca dejé de ir a la Misa a diario, a ayudar de monaguillo, porque sentía que era feliz, sobre todo estando cerca del Señor. Me hace pensar aquella invitación del sacerdote; era la Virgen de la Misericordia que me decía ‘ven al altar, me tienes que cuidar a mi Hijo'», recuerda el obispo.

Carta secreta al obispo con 10 años… y el obispo vino

«En el año de 1983 los Reyes me trajeron una máquina de escribir, yo tenía 10 años. Escribí una carta al obispo de Tortosa, don Ricard Maria Carles, diciéndole que quería ser sacerdote. No se lo comuniqué a nadie. El obispo me escribió y me animó en este deseo. Mi sorpresa fue que un día hizo una visita al pueblo y vino a mi casa. Yo veía desde aquel momento en el obispo la presencia del Señor», añade.

La vida da sus vueltas: el obispo Carles llegaría a ser arzobispo cardenal de Barcelona (y el primer cardenal bloguero de España, en ReL) y aquel niño es hoy obispo auxiliar de esta gran diócesis. «En la primera Misa que celebré [como sacerdote] en mi pueblo de La Fatarella, sus secretarios me dieron unas pertenencias suyas y me puse el solideo de D. Ricardo. Me hizo mucha ilusión».

Párroco de pueblecitos de Tortosa

Entre otros servicios, cuenta que en su diócesis de Tortosa, «como párroco estuve en siete parroquias muy pequeñas, no llegaban a dos mil habitantes. Fue muy hermoso».

«En Todolella, un pueblo de unos doscientos habitantes tenía unas sesiones de formación a las que iban cuatro personas, una casi se ahogaba, el matrimonio tenía más de 80 años y una mujer de 60 años. Había poca gente, pero no me importaba porque yo veía ahí la oportunidad de vivir el ministerio sirviéndoles. Yo era feliz. Hacía de todo; celebraciones, confesiones, retiros… colegio, juventud, a nivel comarcal colonias… Desde mi experiencia he visto que hay “más” actividad en parroquias pequeñas que grandes. La experiencia en estos pueblos pequeños me ha ayudado mucho, porque allí encontré al Señor», detalla.

Ordenación del obispo Javier Vilanova, con amigos, familiares y mascarillas

Ordenación episcopal de Javier Vilanova, con amigos, familiares y mascarillas, en la Sagrada Familia de Barcelona el 20 de diciembre de 2020

Misionero de la Misericordia

En 2016 el Papa Francisco lanzó el Año de la Misericordia, y algunos sacerdotes de cada diócesis eran designados como «misioneros de la Misericordia«. Podían, por ejemplo, perdonar a quien se confesara de pecados muy graves cuya absolución la Iglesia suele reservar sólo al obispo o al penitenciario diocesano.

«Celebramos una semana de la Misericordia en Vic: yendo a colegios, realizando retiros de sacerdotes y predicaciones en la catedral. A nivel particular pude ayudar como Misionero de la Misericordia a personas a tener un abrazo fuerte con el Señor con la confesión. Además, me propuse ir a la prisión para llevar la Misericordia del Señor. Durante tres años fui a la prisión. Poder llevar la Misericordia me ha marcado. Ha sido una constante en mi vida. Todo comenzó en aquella pequeña capilla de mi pueblo. El sacramento de la Misericordia como sacerdote me encanta y toda mi vida ha estado marcada por este signo de la Misericordia», explica.

Vilanova -tercero por la izquierda- acompañando al obispo de Vic, Casanova, en la tumba del Padre Pío en Italia

Devoción al Padre Pío

En el escudo episcopal del nuevo obispo se ven seis puntos amarillos. Ha explicado que representan las llagas del Padre Pío , San Pío de Pietrelcina.

«Conocí al Padre Pío cuando estaba de párroco», explica. «El cura de Morella me enseñó una foto y vi la tumba en la TV Padre Pio. Me llamó la atención que mucha gente joven pasaba por aquella tumba. Su vida me atrajo y pensé que me iba a cambiar. Conocí los grupos de oración del Padre Pío. Desde entonces cada año he ido al santuario de San Giovanni Rotondo. Me apasiona que es un hombre de Dios entregado al Señor. Su deseo es ayudar al Señor salvando las almas». Añade lo que ha aprendido de él: «estar cerca de la gente para llevarlos a Dios».

Con los jóvenes del Cenáculo que luchan contra las adicciones

También ha colaborado con la Comunidad del Cenáculo, fundada por la Madre Elvira Petrozzi y presente en varios países, que ayuda a personas a dejar las adicciones mediante la oración, la amistad y el trabajo físico. Precisamente este verano se cumplen 10 años desde que la comunidad abrió su primer hogar en España, en Fogars de Monclús (diócesis de Tarrasa).

«El Cenáculo lo conocí por Internet», explica. «En Medjugorje vi una foto de las distintas casas del Cenáculo en el mundo. Tuve deseos de acercarme a alguna casa. Conocí la de Sant Celoni (Barcelona) y especialmente me impliqué en la de Tarragona. Allí veía como el Señor realizaba el milagro de la vida. He podido ser testigo de cómo el Señor ha resucitado la vida de muchos jóvenes, como decía la Madre Elvira. Mi ministerio con ellos consistía en acompañar a los jóvenes llevándoles la providencia espiritual. En mis visitas he podido gozar de la Resurrección que el Señor realiza en estos jóvenes que se ponen en manos de Dios».

Vilanova con jóvenes de la Comunidad del Cenáculo en Tarragona

Vilanova con hombres y jóvenes de la Comunidad del Cenáculo en Tarragona

«Aquellos jóvenes viven de la adoración, de los sacramentos, cambian viviendo de lleno la intimidad del Señor y a través del trabajo comunitario y el esfuerzo personal», constata.

¿Dónde hay vocaciones sacerdotales?

Como director espiritual y luego como rector del Seminario Interdiocesano de Cataluña, confirma que «la base de toda posible vocación es una experiencia fuerte de Dios. Por eso, la pastoral juvenil y vocacional deben tener como prioridad que los jóvenes se encuentren con el Señor. A los jóvenes que viven esta experiencia hay que hacerles una propuesta valiente y decidida: invitarles a dar la vida por Cristo como Él ha hecho por nosotros».

Cree que lo principal en el sacerdote es la oración. «La oración es la que da sentido a nuestra soledad, para poder estar con el Señor. Y, en segundo lugar, hombres para los hombres: llamados a vaciarnos para darnos a la gente que necesita de Dios».

Su lema episcopal también menciona la Misericordia de Dios, que es para siempre: «In aeternum Misericordia eius».

«Todo empezó en la capilla de la Misericordia. Siempre me ha acompañado el gozo de sentirme amado. Me apasiona en el ministerio cuando las personas pueden experimentar la Misericordia», insiste el obispo Vilanova.

 

ReL / Revista Fons Vitae.

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