Un sacerdote siro-católico de Damasco recuerda a «un hombre de Dios en los tiempos difíciles de la guerra». El prelado luchó contra la huida de los cristianos y se mantuvo firme ante el avance de los yihadistas. El compromiso con la educación, que consideraba esencial para el futuro de la comunidad. Un periodista y activista cristiano secuestrado en la región.
“Un hombre de Dios en los tiempos difíciles de la guerra, un obispo que permaneció con su pueblo incluso cuando el Daesh [acrónimo árabe del Estado Islámico] entró en la ciudad. Nos dio un gran testimonio a los cristianos, incluso a los sacerdotes, recordándonos que no huyéramos, que nos quedáramos con nuestro pueblo”. El padre Amer Kassar, sacerdote sirio católico de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Damasco, recuerda para AsiaNews a Mons. Jacques Behnan Hindo, emérito de la archieparquía sirio católica de Hassakè-Nisibi (noreste de Siria), fallecido ayer en Francia tras una larga enfermedad. “Cuando Mons. Hindo viajaba al exterior -recuerda el sacerdote- y se reunía con políticos y miembros de los gobiernos, siempre alzaba la voz pidiendo justicia para el pueblo sirio y su país, martirizado por la guerra. En este sentid también tuvo un papel protagónico”.
Monseñor Hindo nació el 8 de agosto de 1941 y fue ordenado sacerdote el 4 de mayo de 1969. Su nombramiento como arzobispo de Hassaké-Sisibi se remonta al 29 de enero de 1996 y la ordenación episcopal fue el 18 de junio del año siguiente. Habiendo alcanzado el límite de edad, renunció por razones de salud el 22 de junio de 2019, aunque nunca dejó de hacer oír su voz en defensa de los cristianos y la población siria. Falleció ayer, debido a su misma enfermedad, en París, Francia, donde se encontraba para recibir tratamiento médico.
Como obispo, luchó contra los abusos de las autoridades kurdas y la clausura de algunas escuelas cristianas en la región autónoma del noreste, que Damasco no reconoce como entidad territorial. La suspensión de las actividades impuesta por las autoridades locales afectaba a algunos institutos de las ciudades de Qamishli, Darbasiyah y Malikiyah porque supuestamente no habían cumplido con el plan de estudios escolar impuesto por los dirigentes regionales (kurdos). En esa oportunidad Mons. Hindo no escatimó críticas, acusando a la administración local de impedir la enseñanza «en el idioma de la Iglesia, el siríaco antiguo» y debido a las fuertes diferencias «sobre la enseñanza de la historia», que las autoridades querían orientar según criterios favorables para ellas.
En 2015, cuando arreciaba el período más oscuro del conflicto, el prelado atacó lo que calificaba como una «política ambigua» de Estados Unidos, que favorecía el ascenso y dominio del Estado Islámico en la región que abarcaba parte de Siria e Irak. Él personalmente, amenazado por el ISIS y con los milicianos a solo tres kilómetros de la ciudad, denunció que los cazas estadounidenses no bombardeaban a los yihadistas sino que atacaban vehículos y unidades del ejército sirio. “No se trata de estar a favor o en contra del gobierno – dijo en aquel momento – sino que la gente nunca creyó en los ataques de Washington. Sólo los kurdos lucharon realmente sobre el terreno, pero para defender sus posiciones”.
“Conocía muy bien al obispo – afirma el padre Amer – era una figura muy valiosa en el contexto de una realidad de guerra. Desempeñó el papel de mediador entre árabes y kurdos, entre musulmanes y cristianos, permaneciendo siempre en Hassaké, que no abandonó ni siquiera cuando el ISIS estaba a las puertas. Además, promovió numerosos proyectos de desarrollo para la región, favoreciendo siempre el encuentro y el diálogo, acercando puntos de vista, opiniones y realidades incluso muy distantes entre sí. Era un hombre de Dios, que conocía bien la región y su gente”. Entre las iniciativas que puso en marcha, el sacerdote menciona con especial cariño los proyectos de vivienda (apartamentos y edificios) para jóvenes, “para contrarrestar la disminución de la población en las zonas cristianas, una de los aspectos más dolorosos de estos años de guerra. Y luego la obra en favor de Caritas y el compromiso con las escuelas y la educación, que consideraba esenciales para el futuro de la comunidad”.
Y ahora, desde la zona de mayoría kurda, llega la noticia de que la semana pasada secuestraron a un cristiano, periodista y activista de derechos humanos, lo que confirma que la situación sigue siendo profundamente inestable. Husam al-Qass fue secuestrado en Derik (gobernación de Hassaké) por una docena de hombres enmascarados cuya identidad se desconoce hasta el momento. En un comunicado, la familia del periodista cristiano habla de un acto «políticamente motivado» y relacionado «con la actividad política» de Hisham «en defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión».
En este clima de tensión crece la «intolerancia» de la población árabe hacia lo que se denomina “administración autómata kurda». El mismo Hisham había relatado y expresado su solidaridad con la población de Mambji, cuyas manifestaciones de protestas fueron reprimidas por la fuerza por las autoridades kurdas y ocho manifestantes resultaron muertos en los enfrentamientos. Anteriormente, con su trabajo había dado voz a la población de Afrin, maltratada por el ejército turco que controla una parte del territorio del otro lado de la frontera, en Siria.
Damasco, Siria.
AsiaNews.